POEMA DE LA CREACIÓN
Mauricio Otero
"LA CREACIÓN enDIOSada"
El ala izquierda de Dios tirita
en el vacio;
la derecha aletea música fina:
una a otra se llenan de nada y de hálitos armoniosos...
Recordando el futuro,
no viendo
el pasado,
la imaginación de Dios se expandió
astral
en lo más astral, desdoblándolo
y volviendo a integrarlo en otras
tantas latitudes celestes ...
Iba
espolvoreando brillantes
estrellas por el vacío universo;
iba decorando el silencio
con su mirada cantante:
era su sueño-realidad
como burbujas de gelo azul
que al despertar estallan.
Toda la simetría y sus sumas
de todas las entrepiemas abiertas
de sus sembradas Diosas
de las que siguen emergiendo galaxias líquidas,
que se hacen presentes en un tiempo sin tiempo.
Fue al Hacedor que se le cayó el Universo
de la cabeza
se le quebró el Alma;
el big bang fue su primera revolución
desintegradora;
desde entonces la igualdad no tiene límites
para llegar a ser luz...
El cero miró de pronto a Dios
vio una cosa
y luego otra
y otra
y otra más:
el cero creía que él era el centro,
pero al mirar a sí mismo
comprendió que Dios era el cero
absoluto,
el rey de la nada,
el ateo-,
tiritando el tirito extasiado
de la inmortalidad.
El cero expectoró a Dios
como el Creador expectoró al cero,
al mismo tiempo.
Después de levantar el alma de la nada
vino el infinito
destilando el índigo fuera de la metagalaxia.
Como llorando de alegría
la mortalidad de dos tiempos:
el que fue y el que será.
Y las galaxias viajando como en un sueño
de pura verdad...
El Ser Supremo se alucinó,
y entonces se Imaginó a sí mismo
y excogitó la propia imaginación total.
El Dios de Dios se asombró de su Creador.
Porque El lo dijo:
la Creación fue una casualidad;
un error
premeditado
de cálculo; una abstracción geométrica
de uno de sus vuelos solitarios.
¿Qué hacía Dios dentro de la nada?
Solo
un
tiempo
se entretuvo mirando sus sueños;
pero vino el ¡VACIO! y le pareció
que ya no existía;
¡desesperado!, dio vuelta el sombrero de copa,
el cero imaginario, y luego
su mente estalló de emoción:
Yo lo vi (sin ver)
cómo de su ánfora de luz
derramaba el incontenible deseo
de perpetuarse;
sus manos ya las había convertido
en aire y, soplando sus soplos, como plumillas,
construía mundos atómicos,
y en la contracción, si, expandíase:
porque Dios estaba al otro lado del mundo
espacial
y estiraba y desleía sueños azules
que chorreaban espíritus calientes...
Ah, si era
la n a d a
¿cómo hizo el mago para dar vuelta el sombrero?;
pero ya lo podéis ver, ya lo podéis sentir
durmiendo en la cama del infinito
con su cabeza hundida en el cero.
Un genio inconsciente
un trastornado genio de la nada
que hace brillar o palidecer el infinito
perforando y sellando los hímenes de la historia
cosmogónica.
Sí; Cosmógono de Dios
TU
que lo sacaste de la nada
todo...
Dios tiene la culpa
de todo
lo infinito,
de su contradictoria
melena de placer-dolor
estilando las uvas de las galaxias;