(Segunda Fase: Post-Dios-cero)
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" LA 'C R EA C I O N'"
A Vicente Huidobro
Y a mis padres...
sin los cuales no habría sido
posible la 'creación' ...
En el principio del principio
fue el vacío,
¿fue el vacío?
No, lo insoportable,
el vértigo, ¡no!...
Ha sido lo lleno,
en el comienzo;
¿lo lleno, ha sido?
No la completitud satisfecha,
¡jamás!, no...
Os voy a decir,
que sin ser aún,
vi un espacio de nada
y de todo
trenzados,
amándose;
eran lo mismo la nada y el todo,
mecidos por el espacio-tiempo...
En un tálamo de materia y antimateria
que susurraban su rechazo;
había que escuchar el discurso
de la energía;
el mega-átomo besando a su hijo,
el micro-Universo,
y el amor perpetuo del rotar.
Ellos me enseñaron
a ver mis huellas dactilares
y descubrir que son galaxias.
Entonces, salté de gozo!
La realidad cósmica me dejaba ver
sus secretos.
Lo interminable y el eterno mudarse,
y sin embargo observar ideas que son
"estrellas fugaces":
naves de óvulos, convertidos
por espermios cazados, en astros de luz propia.
Pero tuve un sueño
antes de mi sueño.
Guirnaldas metafísicas adornaban
los amplios caminos del cosmos,
y los suspiros de las cosas
deseaban tocar la aurora.
El tiempo, aún sin ojos,
subía y bajaba,
hacia abajo y hacia arriba;
mas, extrañamente,
todo estaba hecho desde siempre,
la corona de luz de la infinigénesis.
La creación siempre palpitó,
eternamente estuvo al frente de la claridad,
alzando los proféticos brazos para saludar
a la universalidad:
cada uno de sus futuros discursos estelares
bañarían la atmósfera de los sueños develados.
Al pasar los siglos de los siglos de los siglos,
los seres, arrodillados de emoción,
atenderían al mensaje,
mientras cada pedazo de cielo estropajeado
caería inútilmente sobre la razón.
La nada, sola y triste, abrazó
su nada, y todo estuvo dado, porque
el todo siempre estuvo;
fue el tirito de las estrellas lejanas
las que tocarían las trompetas de los adioses.
Cada centímetro perfecto de la creación universal
danzaba de emoción, mojado de sonrisa celeste.
Todo suspiro como cortinas cubrieron el tálamo
de la fantasía: y la fantasía, abrazada a mi futuro
inexistente pensamiento, lloró,
pero lloró en silencio...
En el porvenir dejé derramarse la imaginación,
pero, desnudo ante la creatividad del cosmos,
callé, callé.
En el amor cosmográfico
había un mundinovi
de la cosmogenia de la cosmogonía,
es la declaración de principio
del amante infinito...
La vio, desnuda, sentada
con las piernas abiertas
con una seda de amor apenas cubierta,
tocando un violín de quásares.
Yo vi como desvestía con suspiros
el cuerpo celeste,
y como de sus henchidos senos
brotaba lactancia azul encendida;
y de su sexo entremedio de los universos
destilaba toda la tiritante emoción sideral.
Y fue entonces
que el Cosmos, el total ritmo
del perpetuo suceder de las doctrinas galácticas,
le perforó el himen a la cosmogénesis,
y entre óvulos viajantes que
se convertían en astros de luz propia,
y espermios que serían estrellas fugaces,
le dio todo el amor del Amor, como el
mega corazón que produce la gravedad,
que flirtea con la relatividad espacial, y
así todo se fue dando sin principio y sin fin...
Ahora ya podéis ver a sus primigenios
pasear sonrientes astrales
por los senderos de todos los firmamentos
del cosmos.
Contemplad su melancolía;
podréis ver como de sus ojos se deslizan
lentas lágrimas luminosas.
El polvo infinitermo
es el que aparenta escarchadas almas;
pero es él solo quien conoce sus secretos;
id a las estrellas, orbitando, a preguntarle
si el espíritu existe...
No os dejéis
ir sin antes saber
que debéis vivir arriba
en la Tierra lejana,
para bajar al cielo temprano.