Por: Dr. Angell O. de la Sierra 1985,1999
Observar a los filósofos en su pugna por desentrañar el misterio central de los estados de conciencia puede ser tan divertido como presenciar como perseveran en su esfuerzo deliberado por dividir una gota del mercurio con el borde de una regla. Algunos, como Dr., David Chalmers, considera el reto como ".el obstáculo mayor en nuestras aspiraciones de lograr una comprensión científica del universo." Sin embargo, aun para las mentes más incautas, nuestro mejor entendimiento actual sobre problemas comparativamente más sencillos como lo son la estructura de la materia, la diversidad de manifestaciones de la energía, la naturaleza de la vida o el significado físico del espacio-tiempo, por solo mencionar algunos, dista de ser "..libros abiertos.." para nosotros, como tambien nos haría creer que son el Dr. Paul Churchland, otro optimista. No cabe la menor duda de que hemos trascendido el confinamiento a la realidad sensorial que nos impuso el vivir antes de la adquisición del idioma. Contemporáneamente una realidad virtual se ha agregado y se ha continuado extendiendo gracias a los esfuerzos combinados de la tecnología moderna y la lógica matemática. Sin embargo, a pesar de los pasos gigantes realizados por la física y la biología en el Siglo 20, alcanzar las fronteras de la realidad infinita parece un esfuerzo huidizo. Sin embargo, la búsqueda de una teoría fundamental de la conciencia sigue y debe, continúe porque, inevitablemente:
- "Todos los hombres, por naturaleza, tienen un deseo de saber." (Aristóteles, en su Introducción a la Metafísica) El hombre tiene una necesidad biológica de explicarse todos los acontecimientos fuera del alcance de sus percepciones sensoriales, por la razón simple de que ese conocimiento tiene un valor adaptable de supervivencia para la especie, sobre todo cuando nosotros consideramos que:
- Los objetos naturales sufren cambios continuamente, a diferentes ritmos, en todos los niveles de organización, sean estos cambios directa o indirectamente notables o no. Desdichadamente, tales cambios unitarios son demasiado a menudo imperceptibles a nuestros sentidos en la escala temporal de vida humana y ocurren en una escala geológica cuando solamente sus efectos agregados se asoman a los umbrales de percepción posibles. Esto trae por consecuencia una incapacidad para la ejecución consciente de un esfuerzo adaptable al daño o beneficio que pueda traer el cambio. Por consiguiente, los ajustes de adaptación en la escala biológica serán insuficientes y siempre retrasados (vea discusión en Biopsicosociología, Ed. Limusa, del autor)
- Nuestros sentidos son los únicos medios independientemente comprobables en la recolección de datos sobre los objetos (su apariencia) en la naturaleza.
- A pesar de la distancia abismal que a menudo separa la investigación básica abstracta de las necesidades concretas del hombre en nuestra biósfera, "el Hombre es (y sigue siendo) la medida de todas las cosas, en cuanto son y no son." (Ortega) Este alerta debe extenderse al espectro total de las investigaciones ontológicas, ecológicas, cosmológicas y psicológicas, porque:
- El hombre necesita vivir en la compañía de otros hombres, no puede subsistir independientemente.
Parecería como si una consideración apropiada de éstos precedentes cinco axiomas tiene como contingencia la capacidad de nuestra mente para el conocimiento, tanto del tipo introspectivo (a sí mismo-dirigido) como del perceptivo (orientado a la naturaleza externa). Cuando un no-filósofo, como el suscritor, lee sobre las teorías alternas de la mente propuestas y la calidad de la evidencia necesaria para sostener cada una, uno tiene que concluir, desdichadamente, que con solos los sentidos, en una etapa pre-lingüista, la capacidad de conocer nos tomaría de una primera esfera (ser biológico) a los límites de una segunda esfera (vida sensorial); con el uso de la razón y el lenguaje, llegamos a los límites de una tercera esfera virtual (transfinito). Discutiblemente, sólo nuestra fe puede extender la capacidad de conocimiento a los límites asintóticos de una inalcanzable esfera de lo infinito. Permítanos ahora examinar estas aserciones brevemente.
A vuelo de pájaro uno puede discernir que en el escenario epistemológico generado por la evidencia de la Psicología experimental, cómo la neuro-psicología moderna, se nos presenta un conocimiento introspectivo bastante fiable del ego, del sí-mismo. Cuando a eso unimos, tanto las simulaciones exitosas de la actividad cognoscitiva (según lograda en los programas de lógica para la computadora) como el desentrañamiento de las interconexiones sinápticas de las redes neuronales en el cerebro (segun revelado por el neurofisiólogo), la euforia nos tentaría a concluir que nosotros pudiéramos haber escapado ya la tercera esfera de realidad virtual y estamos en camino franco para aproximarnos a lo infinito.
Con pena, pero con honestidad intelectual, tenemos que concluir que esto es todo una especie de aventura intelectual donde intentamos razonar un dominio insondable, fuera del alcance del raciocinio. Esto es así porque el conocimiento del ser metafísico y el alma del mundo están ambos fuera del dominio racional, NO son parte de él. Debemos distinguir la diferencia entre lo que parece, a todas luces, un escepticismo medular a-priori del autor y realismo a-posteriori. Mientras se puede admitir el hecho que el hombre está lejos de realizar a plenitud el potencial de su dotación genética, todavía sigue siendo cierto que el escape del hombre de su confinamiento en el mundo de los sentidos a las promesas de la realidad virtual, se hace posible por el ejercicio de la razón, pura o práctica y el uso de la matemática o la metafísica lógica. ¿Más allá de esa burbuja virtual, sólo la teología puede llevar al hombre mas adelante, qué mas queda? ¿Por qué esto es así?
Preguntémonos, ¿cómo se relaciona nuestra conciencia a nuestras percepciones de los objetos naturales externos?, ¿cómo se influencian estas percepciones por nuestras propias percepciones (introspecciones) de nuestro cuerpo y mente? Éstas, en opinión del autor, deben ser las preguntas pertinentes para adelantar el diálogo, y sobre todo, sobre el papel protagónico que desempeña el mediador inevitable a menudo olvidado en estas transacciones biopsicosociales, el lenguaje.
Si nada más, esperamos hacer una contribución pequeña a la estructuración de un armazón conceptual conveniente para enfrentarse a los desarrollos futuros en el estudio de la conciencia. Veamos:
La conciencia tiene tres aspectos singulares, 1) la percepción externa (exterocepción) de los objetos naturales y sus relaciones, 2) la introspección de sí-mismo (interocepción) como un observador individual, tanto en sus aspectos físicos como mentales y 3) la fidelidad del lenguaje para representar ambos tipos de percepciones.
"El hombre hace su entrada en el dominio de la realidad como una sola célula, el cigoto. Nueve meses después, debuta en escena pública como la estructura más compleja y organizada imaginable. Tras esa complejidad estructural y funcional existe un plan maestro cuya ejecución se nos revela en forma sistemática cuando observamos la sucesión de actividades que le preceden." (Vea Vol. I Biología Humana, FatBrain.com, por autor). La sucesión empieza con la fase embrionaria y continúa, después del tercer mes de la gestación, con la fase fetal. En un ensayo anterior (Escáner Cultural # 16 y Telicom febrero de 2000) elaboramos un poco el tema de la codificación neuronal y el almacenamiento y recuperación de las percepciones originadas por los sentidos externos en los estratos corticales primarios del cerebro. Ahora estamos sólo interesados en llamar brevemente su atención a un par de hechos pertinentes establecidos por el desdoblamiento de la memoria genética embrionaria en una etapa pre-lingüística del hombre en el medio ambiente intrauterino.
El evento más significante durante la fase pre-lingüística es el establecimiento de las interconexiones neuronal es entre todos los efectores de los órganos viscerales y los centros de mando nervioso, a los diferentes niveles anatómicos. Esto incluye todos los sistemas de servo-control, los que, independientes de cualquier nivel cortical, funcionan en los niveles de base; así, por Ej., un plexo neuronal intramural (de Meissner y Auerbach) envolviendo la totalidad del tubo digestivo primitivo que luego se extiende a prácticamente todos los órganos viscerales durante la evaginación del tubo primitivo durante el desarrollo. Sin embargo esa actividad auto-reguladora puede ser modificada por un sistema nervioso autonómico periférico (SNA) que conecta las vísceras con el sistema nervioso central (SNC, neuraxis). La actividad del SNA, a su vez, queda principalmente subalterna a otros centros autonómicos a nivel central. La modificación del control autonómico permanece inconsciente al no haberse organizado una representación anatómica (¿homuncular?) en los niveles corticales. Esto no quiere decir que no hay ninguna conexión entre los centros autonómicos centrales (hipotálamo, sistema límbico, etc.) y los niveles corticales de conciencia; muchas han sido establecidas durante la estimulación eléctrica del cerebro en pacientes despiertos durante la neurocirugía (Penfeld). La escasez de estas conexiones desmiente su tremenda contribución al 'contenido emocional de pensamiento más allá de la etapa pre-lingüística, cuando el pensamiento se codifica principalmente en forma de lenguaje, articulado o no. Así, podemos ahora entender como las alteraciones en el entorno anatómico / fisiológico interno (pH, elongación del músculo liso, oxigenación tisular, niveles de CO2, etc.) son captadas primero por receptores internos (interorreceptores), luego codificado como potenciales de acción que activan efectores para provocar una respuesta visceral adaptable. No existen vias nerviosas importantes que traigan información visceral directamente a los niveles corticales conscientes, sin tener en cuenta los reclamos especiales por practicantes del Yoga.
Este arreglo neuronal es muy diferente para los exterorreceptores que informan a la conciencia de los cambios en las condiciones medioambientales externas, como brevemente se discutió en un artículo anterior ya citado.
Hay áreas corticales primarias para el almacenamiento de la información sensorial externa así como áreas de asociación que los interconectan con núcleos difusos del sistema autonómico central. Todas las áreas de la superficie del cuerpo quedan representadas anatómicamente en una región de la corteza cerebral bastante bien definida, el homunculus de la corteza somatotópica.
¿Cómo pueden entonces las percepciones externas de los objetos en la naturaleza y sus representaciones corticales precisas interactuar recíprocamente con los centros autonómicos que codifican y almacenan información que se origina de las vísceras?
Se ha demostrado que los reflejos viscerales autonómicos mediados centralmente en los niveles subcorticales utilizan las mismas vías neuronales para viajar a niveles conscientes que las utilizadas por la información somática originada del medioambiente externo. Por ejemplo, la distribución somática cutánea del nervio T1 del hombro izquierdo y el dedo pequeño normalmente trae información a la conciencia sobre estímulos nociceptivos (como el dolor) utilizando una vía espino-talámico-cortical; los reflejos viscerales del corazón también comparten la misma senda somática a los niveles conscientes, un hecho útil al cardiólogo / neurólogo para diagnosticar (por 'el dolor referido' al hombro) un ataque de 'angina de pecho'. Un estudio de los mapas dermatómicos profundiza en este tema. Nosotros podemos ver un caso ahora de cómo pueden unirse en forma convergente la percepción de estados viscerales biológicos a percepciones externas (voces, sonidos, vistas, sensaciones cutáneas, etc). Es importante tener presente este hecho al formular un armazón conceptual apropiado que requiere la inclusión de estos parámetros al dirigirse desarrollos futuros en el área de la conciencia, como hemos dicho.
Vease crítica del autor (Amazon.com) a 2 libros recientes del Dr. A. Damasio sobre este tema.
La observación prístina de la naturaleza que caracteriza la etapa intrauterina y pre-lingüística nos guardó dentro del mundo limitado de las sensaciones, bien dentro del dominio del sensorio con muy poco frecuentes incursiones en el dominio metafísico de la próxima etapa lingüística. En ese entonces el mundo de las sensaciones del hombre no hizo demasiados requerimientos de su vida introspectiva, todos los detalles de su vida siendo manejados efectivamente por servo-controles biológicos que el subconsciente controlan y los cuales están genéticamente programados para mantener el equilibrio fisiológico (homeostasis) internamente.
La neurobiología moderna persuasivamente sugiere que el 'alambrado' neuronal del hombre, genéticamente determinado para el manejo efectivo de los requerimientos de esta etapa primitiva, sigue el mismo plan de juego anatómico / fisiológico general, ie., exterorreceptores para ver captar las variaciones de la naturaleza externa e interorreceptores para evaluar el entorno interior; una ruta que conduce al banco neuronal donde se integran los insumos somáticos y autonómicos y otro banco neuronal neuromotor para originar los estímulos que los efectores somáticos o autonómicos (músculos, glándulas) necesitan para ejecutar las acciones adaptables más apropiadas.
Pero, como podíamos haber conjeturado, las similitudes acaban aquí.. Mientras que los exterorreceptores viabilizaron la creación de una galería de iconos en la corteza sensorial primaria en representación del mundo externo visual, acústico, olfativo, gustatorio, estereognósico, etc., los interorreceptores se condenaron meramente al inicio de respuestas estereotipadas de servo-controles que nunca alcanzaron niveles de conciencia por ser sus mensajes confundidos por ótros de orígen somático utilizando coetáneamente la misma vía telefónica a los niveles concientes.(eg., el dolor referido al precordio aunque originado por una insuficiencia circulatoria del corazón. Los neurólogos aprendieron a interpretar la respuesta somática (dermatoma) como una posible manifestación de un trastorno del corazón, todavía una ayuda útil a los neurólogos en su diagnóstico de la enfermedad visceral. ¿Cabe entonces ahora preguntarnos, ¿cómo afecta este particular alambrado neuronal la pureza de nuestras percepciones externas? ¿La pureza de nuestras introspecciones sobre el estado de nuestras vísceras o nuestra psiquis?
El hecho importante a tener presente aquí es la impureza relativa del banco de datos somático cortical donde converge información que origina principalmente de los receptores externos (visual, auditivo, etc.) con datos que originan en otra parte, en los interorreceptores viscerales. Es bien conocida la experiencia de traer a la memoria experiencias viscerales agradables o dolorosas al avistar una obra de arte, o escuchar música o probar un perfume. Esta inseparabilidad es definitivamente un factor a tomar en cuenta cuando se intenta reducir a frases lógicas aquéllas percepciones de los objetos en la naturaleza, o se pondera sobre la realidad del mundo físico o simplemente cuando nos interesa informarnos sobre el estado de funcionamiento de las vísceras autonómicas. Un aspecto positivo de esta confusión es el esfuerzo terapéutico por ganar algun control voluntario sobre las actividades autonómicas en el entrenamiento por retroalimentación biológica, por Ej. , el control de la hipertensión arterial.
La interacción recíproca entre los parámetros perceptivos externos y los introspectivos segun señalado es, en nuestra opinión, mucho más significante en cuanto establece límites reales en nuestro esfuerzo introspectivo por deslindar los perfiles mismos de la conciencia, sobre todo de nuestros estados mentales. Es más fácil hablar sobre los procesos del pensamiento que intentar pronunciamientos primitivos incluso en semejante asunto como auto conciencia; en primer lugar la literatura parece confundir el estar consciente de, '' con el tener conciencia'de'. El anterior tiene una expectativa implícita para la ejecución de un acto adaptable por el sujeto consciente, mientras que el último simplemente es la experiencia del estado consciente, sin ningún compromiso a una acción inducida por la experiencia.
En comunicaciones anteriores nosotros nos hemos referido a los pensamientos sobre los objetos naturales de la experiencia, físicamente ausentes, pero aun representados como iconos codificados en la corteza sensorial primaria. En la etapa primitiva, pre-lingüística de la vida natural, las asociaciones con sonidos, estados viscerales o movimientos del cuerpo parecían ser una parte inevitable del devenir que hicieron posible la comunicación social temprana por usando señales, movimientos corporales o sonidos. Es importante señalar que el mismo evento evoluciona en su manera de representarse en las comunicaciones futuras; el grito, movimiento o ademán del bebé cede a la representación abreviada por un símbolo eficaz que razonablemente codifica para el mismo evento. Desde entonces el venerable lenguaje toma el proceso de la codificación en las comunicaciones del futuro, desde aquel momento el idioma hace las inferencias codificadas predominantemente sobre los eventos acaecidos. La exactitud del eslabonamiento neuronal que representa una sucesión de inferencias codificadas incluso hace innecesario cotejar con recuerdos asociados (viscerales o perceptuales) durante la producción del lenguaje. ¿Cómo está esto todo relacionado a la ascensión del hombre de las limitaciones de su mundo de sensaciones a las promesas de un mundo de realidades virtuales?
La esperanza de trascender la realidad virtual del transfinito hasta aprehender la certeza eventual de la realidad infinita no es nueva. Leibniz, estableció, partiendo como premisa una supuesta estructura racional de la realidad, consideró que los eventos, cuando expresados en un lenguaje de expresiones declarativas lógicas, representan un ".alfabeto del pensamiento humano.." Considere el lector por un momento los pensamientos siguientes: todo conocimiento requiere del sujeto una habilidad de identificar, catalogar y comparar con experiencias anteriores en su memoria, cuando estén presentes. Esto no sólo es verdad en las percepciones durante el conocimiento / reconocimiento de objetos naturales pero también durante las introspecciones, como encontramos en pensamientos coherentes, articulados (por Ej. , ¡un estómago agudo presente nos recuerda una situación familiar similar en las navidades anteriores!) o recuerdos de percepciones anteriores o hasta distorsiones de éllas, como se encuentra en las fantasías o incluso en las imposibilidades lógicas. El común denominador en ambas cogniciones, sean éstas evocadas por percepciones externas o introspecciones, es la palabra, la canalización vehicular a la conciencia humana. Las sensaciones, si manchadas por imágenes viscerogénicas inarticuladas o precisadas por la acuidad de las imágenes de origen exterorreceptora en la memoria, son suplentes pobres y hacen del conocimiento uno indeterminado, un relato empobrecido de una presencia que nosotros no podemos comunicar ni recordar con un grado alto de fidelidad.
Las percepciones externas y las introspecciones han sido codificadas por palabras o eslabonados a palabras con significados estructurados o por sus equivalentes no-verbales menos estructurados. Nosotros podemos identificar un evento adecuadamente combinando sus calidades sensibles segun percibidas externamente y/o por introspección, pero elaborar una idea sobre ese mismo evento requerirán una codificación lingüística del evento. La cognición más significante y comprensiva de un objeto o evento se obtiene cuando ambos elementos cognoscitivos de percepción y introspección son codificados en una palabra abstracta como tristeza, coraje, felicidad, etc. , codificación simbólica que recapitula un espectro ancho de la experiencia de la vida real. Aun, uno puede tener certeza sobre una percepción pero estar totalmente equivocado sobre la inferencia codificada en una palabra que se sustituye por la percepción. Los neologismos nacen cada vez hay un encaje pobre entre el evento y la galería de símbolos lingüísticos disponibles. La existencia innegable de las intuiciones convierte el proceso de la deducción en una realidad en cuanto permite el que proposiciones simples y ordenadas sean presentadas como la secuencia causa > efecto.
Hay otra advertencia importante, sin embargo. El uso indistinto del idioma abstracto para representar una conexión de ideas pre-supone una sucesión lógica de causa > efecto, no necesariamente presente siempre. La idea, o la secuencia estructurada de palabras que la representan simbólicamente SOLO representan su perfil independiente o señal, su realidad depende de una circunstancia tácita, no articulada. Olvidarse de este hecho hace posible para los malabaristas del idioma inteligentes, imponer unas 'particularidades' lógicas en la comprensión, como vimos recientemente en el juicio político del presidente Norteamericano Bill Clinton.
Puesto que se codifican las percepciones en palabras de suerte que éllas sean accesibles como el contenido del proceso del pensamiento, a veces una simple percepción primitiva da paso a otra percepción 'instrumental, independientemente corroborada ' del mismo objeto o evento. Así, la tierra plana de la teoría egocéntrica cede a la esfera redondeada corroborada por el satélite. Los hombres, como una especie biológica, no pueden diferir en sus percepciones crudas de los objetos complejos en la naturaleza, excepto cuando éllos tienen que expresar lo que sus sentidos revelaron en el simbolismo lingüístico; los constreñimientos semánticos y sintácticos del lenguaje, no la realidad originaria, serán los que guiarán la palabra que codifica la misma realidad física. Leibniz nos advirtió una vez ".. las apariencias de nuestra razón son tan engañosas como aquélla de los sentidos.," hay mucho más en la fenomenología de las percepciones que lo que estamos preparados a admitir. A veces no tenemos otra alternativa que usar la razón para simular un escenario pretérito o más allá de la capacidad de resolución de nuestros sentidos, como cuando concluimos que un árbol de Sequoia está vivo, o la tierra rueda o cuando intentamos formular que la materia inerte puede contener las mismas propiedades que tienen otras cosas vivas. (Escáner Cultural #16, Telicom, febrero 2000). La verdad triste, monda y lironda, es que la ciencia e incluso el razonamiento lógico ES esencialmente subjetiva. ¿Cómo podemos estar nosotros seguros que, incluso el famoso " cogito, ergo sum," es una inferencia lógica o un silogismo y no un pensamiento o intuición egocentrada?
El silogismo es la clase de discurso donde, una vez ciertas aserciones o premisas se aceptan segun declaradas, algo muy diferente de lo que está declarándose surge por necesidad de su ser. Por el proceso inductivo nosotros agregamos particularidades para llegar siempre a una generalización incierta mientras que durante la deducción llegamos a las particularidades partiendo de generalidades aceptadas como universales. Las estructuras filosóficas o lógico-matemáticas que nosotros adoptamos nunca capturarán las realidades que éllas esperan representar. Todo los procesos del pensamiento, sean catalogados como juicios, razonamientos, percepciones, introspecciones o conocimientos, todos los conocimientos, se visten en lenguaje y son inseparables de él. Por la manera en que categoriza, es el lenguaje el que impone una estructura, aquélla de mejor encaje, en la misma forma que la ecuación matemática de mejor encaje describe, conceptualiza, las variaciones que observamos en la naturaleza. Asimismo las sensaciones viscerales son esencialmente pre-conceptuales, como lo son los apetitos vegetativos, el coraje, el dolor, el placer, etc., En ultima instancia, la estructura material de las entidades constituyentes de la infinidad, progresiva o regresiva, si alguna existiere, tendría que ser causada por una percepción externa o una introspección, no conocemos otra forma. Cuando la estructura alcanzare una masa critica de agregación sería entonces asequible a una percepción o introspección capaz de producir un pensamiento según codificado por el lenguaje. Así los pensamientos, a pesar de ser independientes de los constituyentes atómicos, individualizados (fuera de los limites de resolución sensorial o lógica) que los causan, son, sin embargo, dependientes de su estructura agregada (dentro de los limites de resolucion). La intuición agregada captada por los sentidos o el raciocinio estará relacionada por inducción a los constituyentes atómicos individualizados externos (o sus causas externas) los cuales son ininteligibles a nosotros. En esta forma, los pensamientos (originados en percepciones o introspecciones) no pueden ser expresados en palabras (o sus equivalentes de sonidos correspondientes en la etapa pre-lingüística), excepto cuando la intuición (agregada) se eslabona a cualquier información codificable simultáneamente generada por esa intuición y reforzada por eventos subsiguientes de la misma especie, recordativo del acondicionamiento Pavloviano. Las intuiciones subsiguientes de la misma especie serán en adelante reconocidas en asociación con la modalidad del estímulo unido previamente y asignado un símbolo del lenguaje correspondiente o su correspondiente equivalente no-verbal. Un pensamiento es entonces una descripción adecuada de este proceso que ahora puede ser expresado en forma de lenguaje, verbalizado o no. El pensamiento no es nada más que una inferencia razonada de ese evento o percepción que lo causó, vago, general y inexacto, como solo puede ser, ya que las palabras no tienen realidades independientes. Un mejor encaje metafísico de la palabra al evento (objeto, proceso) material / ideal que éllas designan es sólo posible en lo abstracto.
Para cerrar en una nota más optimista, uno observa que algo no puede evolucionar de la nada. Descartes lo dijo mejor: ".. Una substancia finita no puede pensar úna infinita." Hay tanta realidad en una causa como en su efecto. ¿Puede entender un esfuerzo de introspección psicológica jamás en la vida describir el ser autoconsciente, el alma humana infinita? ¿Prescindiendo de la percepción de los sentidos, cómo puede el razonamiento ayudar? La razón sólo puede enseñarnos algo sobre los objetos finitos identificados o causalmente unidos a una experiencia. Si el ser autoconsciente o el alma humana fueran una substancia o un objeto nosotros solo podríamos capturar su realidad por sus accidentes o predicados. ¿Si nosotros desnudamos la realidad de sus accidentes o predicados, ¿qué puede permanecer allí de la entidad que nos gustaría describir? En el mejor de los casos, sólo cuando el objeto se vuelve parte de una experiencia que nosotros podemos intuir ahora como un conocimiento, es que podemos representarlo simbólicamente con una etiqueta del lenguaje. Incluso la etiqueta lingüística da dos versiones del ser autoconsciente : cuando el filósofo Wittgenstein dijo ".. Yo herí mi brazo..", 'yo ' es un objeto (con brazos) pero cuando él dijo "yo tengo un dolor..", 'yo ' es el espíritu huidizo que nosotros no podemos aprehender intelectualmente. El propio objeto en sí mismo yace fuera de nuestro alcance intelectual, no es parte de nuestro mundo, esta fuera de él, y nosotros tenemos que conformarnos con la representación del objeto basado en sus apariencias.
Leibniz también tuvo mucho sentido humano cuando él dijo," .nada ocurre sin una razón para éllo.." Porque como seres humanos nosotros no podemos hacer un retroceso infinito en el ámbito de las realidades objeto de nuestros pensamientos y percepciones, tomando todo lo anterior en consideración, tiene mucho más sentido lógico el invocar una causa eficaz, Dios, y evolucionar una teología correspondiente. Es preferible a tener que flotar eternamente en el limbo de las abstracciones que ensanchan el ego, divorciado de las realidades en sí mismas que las causan, como se explica en lo que precede.
"La experiencia de pensar puede ser justamente la misma experiencia que decir.", (Wittgenstein, el Libro Azul)
Este artículo también fue publicado en inglés en Telicom Marzo-Abril de 2000