Por: Dr. Angell O. de la Sierra 1985,1999
Conocer algo supone
un acto del entendimiento, tener experiencia, saber distinguir, 'gnoscere'.
Entenderlo es tener una idea clara, una comprensión del significado
de la percepción intuida por los sentidos. Cuando asi hemos actuado,
hemos formulado un juicio de la conciencia, hemos pensado.
Pero el conocimiento tiene
diferentes niveles del entendimiento segun éstos, por su contenido,
se manifiestan como juicios. Asi un juicio sintético 'a posteriori'
manifiesta una mera representación de la intuición empírica
de un objeto de la experiencia donde no nos preocupamos de su orígen
sino de lo que en él está dado. Mediante este juicio se añade
algo nuevo a la experiencia previa. Un juicio sintético 'a priori',
por el contrario, surge del puro entendimiento y de la razón. En
cuanto está fundado en la experiencia o intuición empírica,
es sintético
Como todos los juicios de la
experiencia, en cuanto puedo prescindir del testimonio de la experiencia
-por encontrar ya todas las condiciones que necesito para mi juicio en
el concepto (intuición intelectual)-, es 'a priori'.
En esta forma, a lo que
la mera experiencia me enseña le añade ahora otra dimensión
del conocimiento basada en esa misma experiencia pero que subsiste independiente
de ésta. Al reflexionar sobre estos niveles del entendimiento descubrimos
conceptualmente, por intuición intelectual, una 'aparente' contradicción:
que los objetos inertes que la experiencia nos presenta a los sentidos
(intuiciones empíricas) reunen las mismas condiciones fundamentales
que los objetos que la experiencia asocia con las cosas vivas.
Muy poco diremos por ahora
de los juicios analíticos en sí mismos, que nada tienen que
ver con la experiencia, en cuanto estos juicios -por su contenido- son
diferenciales, explicativos y nada añaden al conocimiento dado.
Es decir que no encontramos en sus predicados cosa alguna que no estuviera
ya dada o pensada en el sujeto. Decimos ésto sin menospreciar su
valor incalculable para profundizar y descubrir, como haremos, elementos
escondidos en conocimientos ya dados. Es importante aclarar que el juicio
sintético a posteriori nos da un contenido, un conocimiento factico
de la realidad usando procedimientos no-lógicos. A este esencialisimo
punto de partida la deducción lógica añade otro estrato
sin decir nada nuevo en el sentido lógico pero puede muy bien conducir
al descubrimiento de algo nuevo en el sentido psicológico. Dicho
en otra forma, la representación simbólica de una intuición
empírica para someterla a un análisis lógico-matemático
no puede añadir elementos fácticos nuevos, ni darnos una
intuición nueva sobre su estado natural, es meramente una simplificación
de las complejas relaciones lógicas que subsisten entre sus conceptos,
una aclaración de las relaciones entre sus posibles significados.
Dadas las limitaciones deductivas del hombre para desentrañar las
relaciones existentes mas allá de su contenido lógico común,
el uso de la lógica simbólica permitirá extender las
posibilidades cognoscitivas de su contenido psicológico que representan
la totalidad de sus asociaciones.
Cualquier aseveración
que se haga sobre un tema como "la vida insensible" tendrá siempre
la pretensión de que sea creible. Esto implica la necesidad del
proponente de comunicarse de forma inteligible, es decir, que debe
el proponente hacer una representación simbólica de lo que
quiere decir escogiendo el lenguaje mas preciso y sencillo para que su
interlocutor, a su vez, pueda descodificar el contenido de la aseveración
y hacerse, en el proceso, la representación mas objetiva posible
a su intelecto.
Así, cuando digo
'perro' a mi vecino, éste tiene ante sí la mejor correspondencia
posible entre mi pensamiento verbalizado y su memoria del sujeto perro.
Decimos que ha ocurrido una comunicación sin preocuparnos de inmediato
sobre el grado de fidelidad entre ambos pensamientos.
Una breve introspección
de lo antedicho pone de manifiesto inmediatamente que la única correspondencia
posible es la que existe entre nuestras respectivas ideas sobre el objeto
que percibimos por los sentidos, un perro, cuando ambas mentes, independientemente,
se representan ahora en su intelecto
(por intuición interna)
aquél pasado objeto real de su intuición empírica.
Surge ahora la imágen abstracta, en su esencia y existencia primaria,
independiente de sus cualidades secundarias como el color, pelaje, etc.
Al menos ya sabemos que queremos hablar sobre un perro y me esforzaré
por elaborar sobre las cualidades secundarias del objeto asi como de sus
acciones.
El lector mas sofisticado
se habra dado cuenta, de entrada, que el autor ha dado poca o ninguna importancia
a la influencia del aspecto social en la comunicación, algo que
los linguistas han llamado 'pragmática' para distinguirla de otros
dos aspectos, 'semántica' y 'sintáctica'. La exclusión
aquí es mas de carácter práctico/económico
que conceptual, aunque úno sospecha que la perspectiva social del
comunicante está mas relacionada con la 'semántica' que con
el nivel de organización que pretendemos desarrollar un poco mas
adelante, la biología molecular.
Asi las cosas, esperamos
que el lector se dará cuenta que el objeto y su idea son identidades
autónomas, ésta en un grado superior, en cuanto puede afirmar
su independencia de las percepciones (aunque la idea del perro no puede
producirse sin la impresión originaria del objeto perro). El objeto
perro esta ahí, independiente de qué o quién lo causara.
La primera impresión es instantánea e inmediata y tiene la
forma de un conocimiento intuitivo empírico, según el cual
asociamos el comportamiento del objeto al de las cosas vivas, conforme
a las 'definiciones' de la biología clásica.
Justificación.
Mi posición respecto
al orígen del conocimiento que habré de exponer es mas complicada
en cuanto se desvía algo de la ortodoxia galileica sobre la supremacía
de la observación sensorial como punto de partida necesario y suficiente
en la investigación científica; o la ortodoxia agustiniana
del "ver para creer".
El lector lo que observaría
en un perro dormido es también un objeto inerte, su alegada vitalidad
es obviamente insensible. La idea nueva que pueda formarse ahora dependerá
del éxito de mi exposición en reducir unas teorías
del foklore científico sobre lo vivo a otra teoría mas general.
En esta teoría
general, las generalizaciones a ser adoptadas tendrán que estar
primero basadas en los datos empíricos (fenomenología) subyacentes
y ser, en adición, lógicamente deducibles a partir de ésas
mismas intuiciones.
Dicho ésto en el
argot del empirismo lógico, la impresión sensible o intuición
empírica, al representarse como generalizaciones nomológicas
deben ser lógicamente deducibles de las correspondientes nomologías
de la teoría más general a la que se quiere reducir. Dicho
ahora 'en cristiano', el significado de cualquier expresión teórica
tiene que estar relacionado con un dato empírico. Argumentaremos
mas adelante que el empirismo lógico de Hans Popper limita la representación
simbólica del dato empiríco a oraciones lógicas. En
todo caso, las teorías folklóricas sobre lo vivo y
la nueva teoría general deben relacionarse en una forma especial,
únas con la ótra. Así la alquimia se reduce a la química
y ésta se reduce a la química física, mucho más
asequible ahora a las operaciones lógico-matemáticas que
expanden las posibilidades de su conocimiento. Se aspira a que la biología,
estudio de las cosas vivas, forme parte de ese conjunto unificado y coherente
cuerpo de conocimiento científico.
Mi posición, en
cuanto a las posibilidades del conocimiento de la vida insensible, será
tambien úna intermedia entre los extremos del psicologismo (racional
o empírico) y el idealismo a ultranza (donde los contenidos del
pensamiento, los conceptos, no tienen nada que ver ni con las percepciones
de los objetos materiales del empirismo ni las intuiciones de los objetos
ideales del racionalismo). Será una posición mas parecida
al "criticismo" kantiano excepto que el suscribiente no asume, como Kant,
una necesidad imperiosa de visualizar el mundo de los objetos sensibles
como úno donde reina necesariamente el órden, la regularidad
y la conectividad sucesorial, en sus acepciones clásicas.
En esta forma se evitan
por un lado, los extremismos de un tipo de conocimiento, que por trascender
la intuición empírica, algo mas allá de las esferas
del conocimiento posible, resulta estéril. Por otro lado se evita
también un tipo de fatalismo escéptico que limita nuestro
conocimiento a las apariencias o representaciones fenomenológicas
de los sentidos, una mera integración de las percepciones.
Definición del problema
y análisis.
Un juicio sintético
a priori basado en la intuición empírica que formo sobre
las cosas vivas me permitirá formar conceptos lógicos sobre
aquéllo que insufla al sujeto inorgánico de un predicado
que, 'in arguendo', satisface también los criterios que encontramos
en las cosas denominadas como 'con vida'.
Si digo "el perro esta
vivo", no necesito de experiencia adicional alguna, externa a mi concepto
de un perro como un sujeto domesticado que mueve la cola y ladra a los
extraños. No se requiere nada fuera de ese concepto para entenderlo.
A partir del concepto a priori puedo ahora recurrir a la experiencia natural
donde, conforme al principio de 'identidad del sujeto', se extrae el predicado,
"está vivo". La formulación del concepto a priori precede
todas las experiencias futuras, formando asi la base de la memoria social.
(Para distinguirla de una memoria genética, véase del autor,
Biopsicosociología, Ed. Limusa 1987)
La metodología
de la metafísica se ocupa propiamente de las
proposiciones sintéticas
a priori, que necesariamente ofrece una dimension adicional a la simple
intuición empírica que comienza en los sentidos. El valor
científico de esta metodología radica en la certeza apodíctica
que la razón confiere a sus juicios sintéticos a priori.
En estos existe unanimidad en la experiencia sensorial original a la vez
que es independiente de ella.
¿Cómo puede
el observador enterarse de que existe, ie., cómo puede conocer el
concepto a priori de vida? El método analítico nos permite
presuponer que tal conocimiento es real puesto que valiéndonos de
la ciencia natural y la lógica matemática armonizamos el
objeto 'in concreto' de la experiencia sensorial con la intuición
posible a priori que formamos internamente de los mismos objetos. Quedan
en esta forma las abstracciones a priori necesariamente enlazadas con los
hechos, de los cuáles necesariamente proceden. La existencia, en
el tiempo y el espacio, del hecho convalida la realidad del concepto asi
sustraido. Su análisis no requiere que sean deducibles de otros
conceptos en abstracto.
Para ser posible el conocimiento
a priori del concepto de vida habría que comenzar con una búsqueda,
en la razón, de una fuente necesaria, aunque no suficiente, a partir
de las ciencias naturales, particularmente de la biología. Intuir
a priori el concepto de vida no tiene consecuencias para la materialidad
del fenómeno, aquéllo empírico vivo que se nos presenta
a los sentidos, porque el concepto se refiere exclusivamente a la forma
de la intuición mental en el 'tiempo y el espacio'.
Asi mismo ocurre cuando
intuimos la geometría del prisma externa a la experiencia de las
pirámides de Egipto. La realidad autoevidente, producto de nuestra
sensibilidad, nos dá una apariencia del objeto (sin importarme su
realidad, en sí misma, algo fuera de mi entendimiento posible) y
ésta la relaciono comparativamente con algo desconocido, su intuición
interna.[Que pueda corresponder la intuición a priori a la forma
en sí misma es una mera especulación digna de una ficción,
¡imagínese una forma pura del sujeto modificada por los accidentes
de sus predicados! Pero no debe olvidarse que los fundamentos abstractos
de la geometría necesitan de la sensibilidad originaria..
A todo biólogo
le es conocido la multitud de predicados que se atribuyen a una célula
viva. Nótese, que estos predicados no pertenecen a la célula
en sí misma sino a sus apariencias; fuera de éstas no tienen
existencia propia aquéllas. Así hablamos de su forma, su
pigmentación, su locomoción, etc. Si reflexionamos un poco
descubrimos que subsumidas dentro de sus apariencias (cualidades secundarias)
coexisten cualidades primarias como su materialidad, extensión,
lugar, espacio, etc. contra las cuales no podría sostenerse un argumento
contrario a su realidad vital a pesar de que no dependen de la apariencia
de la célula para validarse. La existencia real de estas cualidades
primarias no se sustrae negando la existencia de la cosa, como en el idealismo,
como tampoco pretende darnos conocimiento alguno sobre la cosa en sí
misma. Mas bien limita su alcance a relacionar la célula viva de
mi percepción con mi intuición o juicio sintético
a priori sobre élla. En esta forma el entendimiento reflexiona sobre
los fenómenos, no sus causas mismas, aspirando a tener una certidumbre
sobre esa determinación hecha. ¿A que más deben aspirar
las ciencias naturales?
Argumentación 1.
De todas las cualidades
secundarias observables en la naturaleza (por técnicas no-invasivas)
solamente úna distingue la célula viva de la materia inerte,
el movimiento autógeno. No es posible atribuir veracidad o falsedad
a esta representación autoevidente que nos hace el limitado sentido
de la visión. La fenomenología nada nos puede decir tampoco
sobre la cualidad objetiva del movimiento autógeno.
Es al entendimiento al
que exclusivamente se le atribuye sentenciar un juicio objetivo acerca
del movimiento autógeno. Pero aún las células vivas
pudieran no manifestar esa cualidad si estuvieran impedidas, digamos por
la temperatura subcero de la congelación. ¿Son en ese estado
materia inerte a la intuición empírica, al juicio sintético
a priori? Si, luego de no poder demostrar tampoco su capacidad reproductiva
o su capacidad metabólica, hacemos una afirmación sobre su
materialidad inerte, sería un absurdo que la experiencia de la descongelación
afirma.
Por la contingencia (condiciones
externas a la célula) que existe en la demostración del movimiento
autógeno, éste no puede convertirse en una forma pura de
la sensibilidad con existencia independiente en el tiempo y el espacio
fuera del objeto de la percepción visual. Diferente a la anterior
figura piramidal inerte que subsiste en mi pensamiento independiente del
objeto mismo en el desierto egipcio, ergo, su existencia y validez se extiende
con respecto a toda la experiencia posible, es una proposición apodíctica.
Ahora bien, la intuición
de un movimiento autógeno en el 'tiempo y el espacio', como característica
exclusiva de las cosas vivas en el ecosistema humano biosférico,
representa un nivel que hemos llamado anteriormente el asiento de los conceptos
sintéticos 'a posteriori' (que parece corresponder a las regiones
corticales primarias del cerebro humano, asiento de la experiencia sensorial).
Nótese que esta intuición o memoria icónica tampoco
corresponde materialmente a objeto alguno ni depende de él para
su existencia, sin disputar por un momento la indiscutible validación
en su orígen de un objeto del mundo sensible. Catalogar estas intuiciones
como meras apariencias o fenómenos de los sentidos, negando la verdad
del objeto, como hacen los escépticos, es tambien inaceptable.
Respecto a la capacidad
generatriz del movimiento autógeno que observo en la célula
viva, la experiencia me enseña lo que es y como es, nada mas y nada
menos, pero nunca lo que necesariamente deba ser en sí misma, la
obsesión kantiana. Por eso su validez en 'experiencias' fuera de
los límites de resolución posible de mis sentidos no tiene
ni debe tener pertinencia para el científico.
Por lo antedicho, ahora
puedo formular la proposición: 'lo vivo es capaz de movimientos
autógenos como condición necesaria aunque no suficiente'
(por la contingencia de las condiciones externas necesarias para su demostración).
Ahora bien, si reflexionamos
un poco sobre el movimiento descubrimos que el concepto de cambio esta
subsumido como cualidad primaria dentro del concepto de movimiento, lo
cual nos permite formular la siguiente modificación: 'la capacidad
generatriz del cambio autógeno es una condición necesaria
y suficiente para demostrar la existencia de lo vivo.' ¿De que otra
forma podian nuestros antecesores en la observación de la naturaleza
concluir que hay vida vegetal? El concepto de cambio en un objeto natural
resulta ser una abstracción del concepto de movimiento en cuanto
éste supone un desplazamiento observable de su ser en el tiempo
y el espacio como condicion necesaria, ie., se ha deducido la ocurrencia
de un movimiento, independiente de mi capacidad sensorial para intuirlo
empíricamente por observación directa. Nótese que,
en un breve lapso de tiempo, no se precisan de condiciones externas al
cambio para su demostración, lo que lo cualifica como una cualidad
primaria. Desde Heráclito al presente, ¿alguien jamás
dudó del cambio como hecho universal autoevidente?
Pero si los objetos vivos
cambian, tambien tienen que incluirse a los 'inertes' en cuanto a su capacidad
'demostrable'de cambio, aunque la demonstración no sea verificables
en la experiencia sensorial directa, como fueron los árboles para
nuestros observadores botánicos antiguos.
Por los argumentos que
anteceden parece inescapable concluir que todos los objetos inertes de
la naturaleza sensible tambien tienen la capacidad de cambiar, que dadas
las condiciones ambientales favorables podrían, en potencia, manifestar
esa capacidad como un movimiento autógeno susceptible a la intuición
empírica, en acto, como sucedió a los botánicos modernos
cuando usaron la tecnología optica apropiada. Esto es cierto, en
todos los niveles de organización conocidos, desde los 'leptones'de
los campos cuánticos, el DNA de las células cerebrales hasta
las galaxias de la cosmología. Aun a los escépticos no les
daría gran trabajo concluir que cualquier grado de estructuración
en un objeto natural cambia continuamente a ótro de complejidad
menor, de menor entropía.
Argumentacion 2
El lector puede ya preguntarse:
¿A donde nos lleva el autor?
La respuesta no es sencilla
pero tiene que ver con la credibilidad que merecerá su ampliación
sobre la realidad de la vida insensible si consideramos que la metodología
científica no es útil para nuestra percepción, o mejor,
intuición interna, de los objetos ideales, aquéllos que se
nos presentan al pensamiento como ideas de las impresiones verificables
en un espacio tridimensional en el tiempo que les precedieron. Vemos las
granas del cloroplastidio, pero no vemos el flujo de electrones en las
fotofosforilaciones, ¿existen estos movimientos traslatorios de
electrones como experiencias posibles de investigaciones futuras?
Y preguntamos, ¿puede ser lo vivo representable en forma análoga?
El perro de observación directa y las granas de observación
indirecta con instrumentos (de resolución superior a la experiencia
visual), pueden considerarse ambas como intuiciones inmediatas; la idea
que me formo de éllas y sus consecuencias inferidas son experiencias
mediatas donde intervienen otros elementos del raciocinio. Sin embargo
la existencia de ambas es demostrable por la metodología lógica
de la metafísica, siendo su certeza más creible que la del
objeto material que fue su causa inmediata original. Yo podría hasta
dudar de la existencia misma del perro específico que perciben mis
sentidos en este momento preciso pero nunca podría dudar de la idea
del perro general que ahora se manifiesta vivaz a mi pensamiento, ¡despues
de todo es la prueba cartesiana de que existo yo mismo!
Habiendo prevenido al lector
de la complejidad del objeto de mi exámen, quiero comprometerme
con él a no admitir como verdadero nada fuera de la observación
empírica, tratando siempre de deducir sus relaciones según
el orden necesario en que se nos presentan intuitivamente. Así,
unas cosas habran de considerarse en forma particularizada, otras solo
comprenderlas en su conjunto. A manera de justificar la metodología
heterodoxa de que me valdré en esta exposición breve, de
mas esta decir, como ya lo dijo Euclides anteriormente, que mi análisis
consistirá en admitir aquello mismo que trato de demostrar, reduciendo
las teorías folklóricas de lo vivo y sus consecuencias (cuando
posible) a otras proposiciones más generales que ya el lector acepta
como válidas. Cuando no sea posible se uniran los elementos conocidos
con los desconocidos de la misma especie hasta identificar la dependencia
mutua entre ambos. Despues de todo, el descubrimiento es un método
de invención!
Posible significado para la
biología del futuro.
Un objeto (el perro) existe
para mí en este momento, porque lo puedo aprehender en una impresión
captada por mis sentidos; no deja de existir para mí porque ahora
desapareció en el follaje. Otra cosa muy diferente es el preguntarse
que es ese objeto que ahora ocupa mi pensamiento.
Todos los objetos observables
y verificables de nuestro entorno sensible tienen ser y existencia para
el observador y para todos. Pero eso no garantiza el que, mas tarde, el
mismo observador tenga la certeza de estar observando el mismo objeto material
que se configuró en la mente anteriormente. Al menos se puede decir
que es de la misma especie de objeto material (en una categoría
de clasificación que mi pensamiento lógico ha establecido).
Si lo identifico en otras coordenadas tridimensionales del espacio físico
tengo que inventarme el concepto de dimensión, de posición,
se ha desplazado, ha sufrido un cambio observable. Pero si ocupara las
mismas coordenadas en la segunda observación, y no pudiera formarme
impresiones de algun otro cambio observable, ¿es el mismo objeto
anterior?, ¿ha transcurrido el tiempo? Si acudimos en auxilio de
nuestra experiencia sensible, los objetos permanecen imperecederos ad perpetuam
o sufren alteraciones? Es cierto que a veces nos vemos obligados a recurrir
a instrumentos para percibir el cambio, peor aun, a veces tenemos que recurrir
a inferencias para demostrar la alteración, pero parece inevitable
concluir que el cambio es tan fundamental a los objetos materiales como
lo son sus cualidades primarias de extensión, etc. Asi tuvimos que
inventarnos tambien el concepto de tiempo para poder explicarnos en el
pensamiento el hecho inexorable del cambio. El tiempo no tiene contenido,
ser, ni existencia, es solo útil como lo fué el concepto
de dimensión anteriormente, para definir la posición dinámica
instantánea de un objeto en un espacio tridimensional como resultado
inevitable de la operación del cambio.
¿En que consiste
ese dinamismo? En el órden real empírico lo observamos en
el movimiento browniano de partículas observables en solución
y hasta en los desplazamientos orbitales observables en nuestro sistema
solar. Lo que no se preste a la verificación científica observable
puede ser inferido o demostrado por la lógica matemática,
pero nótese que sus consecuencias, son predecibles y reproducibles.
Las teorías atómicas y del movimiento espacial serían
buenos ejemplos. Parece pues que el estado natural, autoverificable, de
los objetos es el movimiento lo que puede ser, 'in arguendo', causa o efecto
del cambio. Puede argumentarse tambien que el movimiento particulado de
la teoría cinética es un efecto causado por el calor pero
sabemos que aunque la relación de causa y efecto no requiere que
ambas entidades sean rigurosamente de la misma especie, no debemos pensar
que el concepto de calor es solo éso, nunca aspiró a tener
un contenido existencial. A primera vista parece mas bien que los choques
elásticos de las partículas entre sí (y no tan elásticos
con las paredes de los envases que las contienen) de la termodinámica
clásica, hoy superada por la mecánica estadística,
no demuestran tan bien la generación del calor como lo demuestran
las interacciones reales de las particulas reales entre sí cuando
confinadas a un espacio interactivo, como cuando disminuimos el volúmen
de su continente o aumentamos la presión sobre las particulas sin
cambiar su volumen. ¿Puede una teoría estadística
aplicarse al estudio en micro-espacios confinados, como el interior de
una célula? ¿Puede considerarse el constante movimiento una
fuente inagotable de energía en micro-sistemas como la célula?
La descripción ontológica
de la existencia de un ser vivo (según la definición folklórica
de lo vivo) esta subrayada por el cambio continuo y constante al que se
antepone dialécticamente ("se vive muriendo") el esfuerzo reproductivo
para, por un instante de ese devenir, darle permanencia a ciertos objetos
que alegadamente conservan un mínimo de información típica
de la especie biológica (memoria genética de lo vivo).
Una observación
crítica del proceso que describe la "evolución" orgánica,
desde las partículas subatómicas hasta el agregado de macromoléculas
(organoides), cuya interacción dinámica parece consistente
con la expresión de las características que definen las cosas
vivas, me sirvió de inspiración para buscar, identificar
y describir ese momento crítico en la evolución orgánica
donde se manifiestan sensibles los primeros indicios de la "animación"
del objeto para darnos la impresion objetiva, folklórica de lo vivo.
Ha sido imposible. Porque suponer que nuestras capacidades cognoscitivas
de los objetos reales, nuestro sensorio, pudieran explicar adecuadamente
lo vivo sin recurrir al auxilio de la demostración lógica/metafísica
para subsanar las deficiencias innatas de nuestro aparato perceptor de
los objetos materiales, es ilusorio o delusional. Sería como suponer
que, si no lo percibo, ¡pues no está ahí, no existe!
¿Tenemos que repetir, con Da Vinci, que "medir es conocer"?
Como punto de partida afirmo,
con alguna inseguridad, lo que me he propuesto demostrar, que todo objeto
material sujeto a la inexorabilidad del cambio está vivo, siendo
esta cualidad más perceptible cuanto más compleja sea la
correlación dinámica de sus partes constitutivas, de suerte
que no podríamos predecir la totalidad perceptible como la suma
de sus partes, dado las limitaciones de nuestro sensorio.
Debe notarse que el lenguaje
nos juega un truco semántico. El sentido de 'vida' en el argot folklórico
de las ciencias naturales trasciende al ser humano por ser extensivos a
otras especies los criterios caracterizantes, los cuáles hemos repetido,
no se configuran en los objetos inorgánicos inertes. Conceptualmente
sería un error decir que ¡mi silla está viva! Un error
conceptual tan grande como suponer que la computadora IBM que jugo ajedrez
con el campeón ruso Kasparow "piensa", o el submarino nuclear supera
al hombre en la natación, o el avión Concorde vuela mejor
que un pájaro; todos ejemplos de antropomorfismos. Solo los hombres
piensan y solo las aves vuelan. La simulación robótica o
la Biónica no crea identidades lógicas en todos sus respectos.
Pero múchas pueden adoptarse efectivamente para adentrarse mas en
el conocimiento del pensamiento humano o el vuelo aviario. No se intenta
un antropomorficismo de los objetos inorgánicos inertes. Sería
esperar que las partes constitutivas de un todo fueran tan capaces como
el todo constituido, ¡cómo esperar que el carburador o la
ignición de un auto pudieran rodar en las autopistas como lo hace
el auto a que pertenecen! Lo importante es darse cuenta de las probabilidades
de aumentar nuestro conocimiento del hombre, yendo mas allá de la
observación empírica de la naturaleza.
Mas aclaraciones y algunos ejemplos
pertinentes:
Antes de entrar en materia
propiamente quisiera desempañar un poco la óptica del lector
quien seguro ya me ha etiquetado como un monaguillo de la pasión
mecanicista o un predicador del finalismo existencial. Como toda discusión
de "lo vivo" parece trascender los límites de producción
de nuestro intelecto, es natural que nuestra razón nos obligue a
navegar con la brújula de estas etiquetas con sus promesas de guiarnos
en la búsqueda de la verdad. Pero si logramos escapar del embutido
conceptual en que nos aprisionan estas etiquetas nos damos cuenta que la
realidad sensible de lo vivo se nos presenta empíricamente como
una incesante sucesión/creación de algo nuevo que tan pronto
lo intuimos ya pertenece al pasado, la operación del cambio, algo
parecido a las transiciones de Doppler en la mecánica celeste.
Sin embargo, ambos conceptos,
mecanicismo y finalismo, suponen una sucesión temporal, un proceso
de "creación evolutiva" como lo llamara el filósofo Henri
Bergson en su famoso tratado, única literatura con autoridad en
lo discutido. Pero contrario a Bergson, el autor ha tomado la controversialísima
posición de que el tiempo solo existe como una invención
de nuestro intelecto para medir el cambio que intuimos en el espacio sensorial,
a no ser que querramos hablar de una finalidad en sí misma, intrínseca
al objeto material mismo, en cuyo caso podemos considerar el cambio como
otra especie del mismo género evolución, que dispensa del
tiempo para su aprehensión del objeto material o ideal.
No se trata exclusivamente
de los movimientos aleatorios de las partículas materiales constitutivas
de lo vivo sino tambien de los adaptativos al nuevo microambiente creado
en la transición de su estado anterior. Si se quiere, se puede hablar
de una 'conciencia' del conjunto inmediato, prevista en el estado que le
precedió. Mi mente y la de todos, acostumbrada como lo está
a representarse las ideas en formas asociativas, de contiguidad lógica
necesaria, contingente o accidental, pensará que hay una progresión
concatenada hacia una causa final, algo así como una inteligencia
natural. Los hechos nos demuestran, sin embargo, que la supercomplejidad
irreducible de tantas actividades como el acoplamiento energético
del movimiento ciliar o la transformación de energia en la interfase
retinal, por solo mencionar dos, no pueden explicarse por el gradualismo
darwiniano ni de ninguna otra manera conocida. Ni siquiera por la elegante
'teoría de la complejidad' de Stuart Kauffman quien propone, en
su forma más sencilla, que cuando se considera la interacción
de grandes números de componentes, éstos se organizan espontáneamente
en patrones ordenados, creando soluciones alternas viables a sistemas complejos.
Pero sabemos que, por lo general, las configuraciones estructuradas no
se dan espontáneamente. Veremos que los hábitos del pensamiento
de que tanto habló David Hume nos pueden jugar trucos en nuestra
investigación de la verdad que no puede ser otra cosa para el científico
que una aproximación de la esencia del objeto material empírico
y sus procesos a la idea que me formo de esa experiencia hasta aproximarme
asintóticamente a la identidad de la úna con la ótra
como meta.
Parte del problema de sucumbir
a la idea de que somos testigos de un proceso evolutivo (aunque se le llame
otra cosa) refleja otro hábito del pensamiento folklórico
segun el cual queremos calzar el hecho empírico biológico
dentro del zapato de mejor configuración teórica disponible.
Si el objeto sensible no tuviera una causa material/formal como úna
de las que tenemos almacenadas en nuestro catálogo mental finito,
no podríamos reconocer la impresión ante nos por los procesos
mediatos de nuestras ideas preformadas, aunque sí como una intuición
inmediata. Caemos asi dentro de un círculo vicioso del pensamiento
hasta que se forme y persista un nuevo engrama, orígen de un nuevo
esfuerzo por modelar el concepto mas apropiado (de mejor talla) para vestir
la nueva impresión o volver a visitar una región cortical
previa.
Así las cosas,
¿qué tenemos que inventar para conseguir la mejor correspondencia
entre: 1ro. la esencia verdadera del objeto natural, 2do. la impresión
que forman mis sentidos de él y 3ro. mi representación mental
del evento?. Vamos a hacer un intento, pero primero tenemos que desprendernos
de algunos prejuicios conceptuales que los hábitos del pensamiento
folklórico han empotrado en nuestro intelecto.
Ya hablamos anteriormente
del concepto tiempo vis a vis el de cambio; de no haber éste, nunca
nos enteraríamos del ótro, por lo que la variable independiente
más importante es el cambio el cual podemos verificar empíricamente,
aunque pudiera alguien en el futuro representarlo como una cualidad secundaria
de la esencia del objeto. Como hemos dicho inventamos el concepto de tiempo
para medir la realidad del cambio.
Otro prejuicio arraigado
en nuestra intelectualidad es la noción de que el grado de organización
de los elementos disgregados, con "vida" o no, representa un estado más
probable que la del conjunto agregado formado por esos mismos elementos.
La Venus de Milo en la ventana del 5to. piso es menos probable que la arena,
cemento y piedra en que se convirtió al caerse sobre el pavimento,
o la doble hélice del DNA es menos probable que las bases nitrogenadas,
deoxiribosa y fosfato que la componen. Es como afirmar que las partes disgregadas
de un auto son más probables que el auto formado por las mismas
partes unidas en conjunto. El ejemplo no es el mejor si consideramos que
el carburador, la ignición, el motor, etc., fueron creados deliberadamente
para el trabajo agregado; la importancia -aisladamente considerada- de
las partes constitutivas disminuye. Decir que un carburador existe solo
para su uso en un automóvil es limitar el juicio valorativo a lo
económico (produce un flujo rítmico, pulsado de gasolina
a grados variables de oxigenación hacia el motor del auto) y olvidarse
del gran grado de complejidad envuelto en su diseño, independiente
de su uso eventual en el automóvil. Si aplicamos este ejemplo al
caso de una célula viva (o el auto)y sus diversos organoides (o
partes del auto) podemos argumentar que, desde los leptones subatómicos
hasta los organoides celulares, cada uno tiene un valor intrínseco
en su diseño, que es imposible comparar con el valor del conjunto
agregado del cual ahora forman parte. El conjunto NO es igual a la suma
de sus partes. Cuando las partes constitutivas de un conjunto se consideran
completamente aisladas de su entorno natural (célula) o artificial
(auto), como solo puede ocurrir en una abstracción, es posible esa
valoración de estirpe termodinámica, como un ejercicio lógico.
Pero el hecho indiscutible, autoevidente, es que se dan dentro de la célula
viva estas circumstancias en esencia y existencia verificable, pero tenemos
que negarla porque no encuadran en nuestra horma conceptual. ¡El
mitocondrión tiene un diseño de mayor complejidad que la
célula en la cual se encuentra! Parece ser como si el tránsito
de lo posible > a lo probable > a lo inevitable, se da mentalmente en un
espacio abstracto, adimensional donde las probabilidades de interacción
de las partes constitutivas son las que predice la matemática estadística
y la lógica, especialmente cuando divorciadas de la intuición
empírica.
Pero si arreglamos la
escenografía y confinamos a las especies moleculares protagonistas
al espacio contraido de una dimensión celular, donde caben muy pocas
macromoléculas para hacer posible un cálculo de probabilidades,
¡entonces nos tenemos que inventar un cálculo nuevo!
Cada vez que escuchamos
que la actividad celular ofrece el mejor ejemplo de un ente sumamente complicado
y eficiente, pensamos en la necesidad de identificar una fuente de energía
externa para explicar la poca probabilidad de tal organización compleja,
e.g., la fotosíntesis en los autótrofos o la oxidación
celular en los heterótrofos. Todo naturalmente, descansando comodamente
en el andamiaje de la termodinámica clásica. Pero si nos
despojamos por un instante de los hábitos mentales y afinamos la
óptica para poner en foco el hecho empírico, verificable,
de una reacción de acoplamiento energético donde la degradación
del objeto1 (u oxidación, por hábito considerado como una
disminución en su contenido energético) procede simultáneamente
con la 'creación' de otro objeto2 (o reducción, considerado
por hábito como un aumento en su contenido energético), es
una reacción no solamente posible o probable, es inevitable! Es
decir, que la producción del segundo objeto de mayores posibilidades
de reactividad (en la síntesis de estructuras intracelulares nuevas
o procesos fisiológicos no anticipados) es ahora más probable
que en su estado anterior de menor contenido energético!
¿Cuál es
la diferencia conceptual?, puede preguntarse. Sencillamente la contracción
del espacio teórico, adimensional de la termodinámica clásica
a la contiguidad espacial empírica necesaria de los reactivos de
la realidad natural para crear el producto, el nuevo objeto2. ¿Cuál
es la nueva entidad que media la contracción del espacio necesario
para hacer posible la reacción? La enzima que todos conocemos, tambien
empíricamente. ¿Cómo se creó con esas propiedades
tan específicas? La biología molecular ya ha dado la respuesta
con el descubrimiento del código genético. ¿Y quién
o qué da las instrucciones al DNA (o RNA de los retroviruses) del
código genético?
En un trabajo anterior
publicado en México en 1987 (Biopsicosociología, Ed. Limusa)
el autor ha hecho una distinción entre una memoria genética
de lo vivo, de la especie y una memoria social tambien heredable, revocando
de plano la ortodoxia del imperativo de la continuidad del "flúido
germinal" de Weissman y reviviendo en el proceso las ideas de la herencia
lamarcquiana. ¡Ya de Vries lo había hecho mucho antes con
sus mutaciones a nivel del DNA! ¿Quién, por dar un ejemplo,
no se ha dado cuenta del problema mayor que tiene hoy día la inmunoterapia
del virus del SIDA? Es sencillamente que el virus de ayer no es el mismo
de hoy, ¡la vacuna de hoy no sirve para mañana! ¿Podemos
entrever mecanicismo o finalismo en estas alteraciones?
Más fundamental
todavía, ¿podemos considerar al virus como algo vivo o como
un objeto complejo animado, vida insensible? La pregunta adquiere mas dramatismo
si consideramos otro virus, el del mosaico del tabaco (TMV) el cual es,
como casi todos los viruses, una relativamente simple macromolécula
que yo puedo someter a una serie de procedimientos ordinarios de laboratorio
hasta que me canso, cuando entonces decido disolverla en un líquido
apropiado, precipitarla y cristalizarla para almacenar en un tubo de ensayo
dentro de mi gaveta, como lo haría con cristales de azúcar
ordinaria. Pero un buen día decido destapar el tubo y verter su
contenido sobre una hoja de tabaco saludable. En poco tiempo esa nucleoproteína
del tubo de ensayo parece "animarse" para, una vez dentro de la célula
viva, comportarse como las cosas vivas que describe el folklore, tiene
movimiento, metabolismo característico, se reproduce, invade otras
células, etc. ¿Estaba 'viva' la nucleoproteína en
el tubo de ensayo?, ¿es una vida truncada que se animó dentro
del micro ambiente celular? ¿En que etapa de ese tránsito
de una macromolécula en un tubo de ensayo a una entidad invasiva,
infecciosa, destructiva que todos conocemos, ocurrió ese salto o
transición cualitativa?
¿Quién sabe?,
a lo mejor 'vida' es el cambio que opera en un objeto segun éste
se va manifestando en forma sensible (dentro de los límites de resolución
que nuestra tecnología nos permite) conforme a su complejidad constitucional?
Las partículas inertes
de polvo que se desplazan aleatoriamente bajo la luz en el efecto de Tyndall,
¿están vivas? ¡Nadie lo creería!, ¿no
es asi? ¡Desde la antiguedad hasta la pasion cibernética de
fin de siglo el hombre lo ha sospechado!
El folklore científico,
a pesar del gran ensanchamiento de sus horizontes de investigación
y sus grandes avances tecnológicos, tiene que remozarse y 'abrir
nuevos caminos al andar'. La biología clásica tiene que adoptar
formalmente la metodología analítica de la matemática
lógica para poder engranar con las otras disciplinas más
exactas, asi lo hizo la química, asi lo hizo la física.
A manera de ilustración
comparativa, veamos primero, a grandes rasgos, como, a partir de la teoría
folklórica de los alquimistas antiguos va surgiendo una teoría
atómica. Luego se va reduciendo ésta a la químico-física
y a su vez se reduce a una teoría general de la física nuclear,
mucho más asequible a la formulación de oraciones lógicas
para su manejo matemático-lógico.
Cuando los alquimistas
de la antiguedad procesaban las substancias presente en su ambiente usando
los métodos ordinarios de la química (calentando, disolviendo,
combinando, separando, etc.) hasta que una subdivisión posterior
le producían otras substancias que no resistían más
subdivisiones sin perder sus características primarias, sabían
que habían llegado al límite de indivisibilidad química,
algo que ya los antiguos griegos habían llamado el átomo.
Pero había diferentes especies de átomos, cada úno
con sus cualidades primarias y secundarias inherentes. Cuando colocaron
estos datos en una secuencia progresiva de acuerdo a su número atómico
notaron un ciclo de cualidades secundarias que se repetían a lo
largo de la serie. Entonces hicieron un rearreglo de la secuencia para
formar conjuntos de elementos (grupos de átomos de la misma especie)
con las mismas propiedades para formar columnas de "familias", eg., halógenos,
gases nobles, alcalino-terros, etc., una agrupación por semejanza.
Eventualmente se daan cuenta de que consistentemente miembros de una columna
prefieren asociarse con los de otras columnas en proporciones definidas,
asi los halógenos (Cl) prefieren los alcalinos (Na), para formar
la abundante sal común. Descubren que esta sal disuelta en agua
conduce corrientes eléctricas a pesar de que las especies iónicas
no se dan en la naturaleza, los elementos más comunes y abundantes
son neutrales. Por otro lado tambien notan que los gases nobles exiben
una estabilidad que disminuye su reactividad notablemente. A partir de
ese banco de datos, con la ayuda de la matemática lógica,
se llega finalmente a construir una fisica nuclear razonablemente armonizada
con las conclusiones mas sólidas que la lógica puede proveer.
Veamos ahora, con una anécdota
personal, un ejemplo ilustrativo de como muchas de las teorías de
la biología folklórica han sido reducidas, sino a la teoría
atómica, al menos a la genética molecular.
Hace varios lustros que
el autor tuvo la oportunidad de conducir unas investigaciones en el departamento
de biofísica del Instituto Sloan-Kettering, Universidad de Cornell.
Entonces no se conocía el código genético de Nirenberg,
ni los conceptos de transcripción a la inversa de Rubin, Temin y
Baltimore. Tuve la ocasión de investigar y describir (St. John's
University Library, NY 1963) como un retrovirus "inerte" (virus del Sarcoma
de Rous) penetraba una célula elongada, normal, de fibroblasto y
en pocos días la transformaba en una célula asesina, esférica,
que no respondía a ninguno de los controles reproductivos de la
célula original misma o del pollo de quien se originó; se
había transformado en una célula cancerosa almacenando muchas
replicas del virus original, listos a invadir celulas contiguas y repetir
el proceso (fase lítica).
Publiqué los resultados
pero no estaba satisfecho con mi interpretación folklórica
de que el virus simplemente se había apoderado de los controles
metabólicos de la célula huésped obligándola
a dividirse mas frecuentemente que lo usual. Mi intuición me decía
que se trataba de una infección de una célula huésped
por 'otra' invasora y que observábamos la división del invasor,
no del huésped. Pero entonces, y hoy, decir que una nucleoproteina
estaba 'viva' se consideraba una herejía. Pensaba que el microambiente
del tubo de ensayo continente del virus no era propicio para demostrar
el comportamiento clásico de algo vivo. Transé por llamar
a la nucleoproteina de Rous una vida truncada que habia encontrado dentro
de la célula huésped las 'cosas' complementarias que le faltaban
para demostrarlo al observador.
Hoy día, con la
ventaja de la visión retrospectiva, vemos que la nucleoproteina
'inerte' (RNA)se quitó su chaleco protector de proteina al penetrar
la membrana para entrar al interior de la célula huésped.
El RNA desnudo tenía que hacer dos cosas en el nuevo microambiente
intracelular: tejer otro chaleco protector nuevo y buscar compañía
de su misma especie, ie., reproducirse. Es bien conocido que el interior
de la célula tiene una variedad de amino-ácidos libres y
ótros asociados a segmentos cortos de RNA que llamamos RNA de tranferencia,
RNA ribosomal y un surtido de nucleótidos libres con ribosa o deoxiribosa
como azúcar. Estas moléculas tienen sus afinidades y preferencias
conocidas, particularmente cuando aparece un mensajero RNA de orígen
nuclear, mitocondrial o extracelular. En ese momento se dan las condiciones
microambientales para que se cumpla en el acto lo que estaba en potencia,
se traduce la información codificada que porta el mensajero (de
un lenguaje de 4 bases nitrogenadas a ótro codificado en un lenguaje
de 20 a. Acidos); se sintetiza una proteina (encima) con una estructura
primaria (secuencia de amino ácidos) determinada por la secuencia
de bases en el RNA mensajero segun las complementaridades de que habla
el código genético. Ahora se podran sintetizar varos compuestos
necesarios segun determinados por la estructura única de cada encimo.
Nótese que la secuencia de a-ácidos determina la estructura
secundaria (helicidad), terciaria (dobleces) y cuaternaria (dos o más
proteinas asociadas), todo sin tener que necesariamente apelar a las nociones
de finalidad externa.
Pero, ¿qué
pasaría si el mensajero RNA intracelular es de origen externo y,
una vez dentro del microambiente celular, gatilla las mismas reacciones
ya descritas? Pues sencillamente, para empezar, tejerse otro abrigo proteico
y protegerse así de las proteasas intracelulares. Nótese
que esa protección no era una finalidad del virus invasor. Si acaso
podemos hablar de una finalidad intrínseca, inevitable, dado las
circunstancias particulares del microambiente en el espacio contraido del
interior celular. El mismo mensajero externo pudo predeciblemente tambien
haberse asociado (pareado) con ribonucleótidos del medio y con la
ayuda de la RNA polimerasa conseguir replicarse hasta hacer estallar la
célula y liberar virus al medio; así lo sugerí en
la descripción de la fase lítica. Pero el virus que yo estudiaba
en mi laboratorio era mas conservador e insidioso y por eso no podia detectarlo
en el citoplasma celular con la ayuda del microscopio electrónico.
Pero estaba ahí, en algun sitio, a juzgar por el efecto transformador
que tenía en el fibroblasto huésped. Desafortunadamente nunca
se me ocurrió que los deoxiribonucleotidos del medio tambien se
asocian al mensajero externo, (como lo hicieron con el mensajero nuclear),
para formar una cadena complementaria de DNA (recuérdese que todavía
Kornberg no habia descubierto la DNA-polimerasa y mucho menos se conocía
que se podía construir el DNA citoplasmático a partir de
un molde de RNA viral con la ayuda de la encima transcriptasa a la inversa.
El nuevo DNA puede quedarse en el citoplasma (como son los plásmidos
en las bacterias) pero como en mi investigación, no estaban allí
en el citoplasma, pues no los detectó el microscopio electrónico.
Mas tarde ótros describen como se incorporó al DNA del fibroblasto
con la ayuda de la encima ligasa y desde alli impone su ritmo de reproducción
mitósica, mucho más frecuente, a la célula huésped,
imprimiéndole un carácter maligno a la célula huésped
(fase latente).
No hace falta mucha imaginación
para concluir que el comportamiento de aquella nucleoproteina inerte que
saque del tubo de ensayo se parece mucho al de la célula huesped,
¡estaba viva también!
Si razonamos en forma regresiva
podemos concluir que la nucleoproteina viral no tenía que mostrar
al observador su vitalidad para concluir que estaba presente. ¿Porqué
no podemos decir lo mismo de los ribonucleotidos que la constituyen o las
purinas y pirimidinas, o los mismos atomos de P, C, N, O, H? ¿No
sería ilógico concluir que basta considerar un objeto natural
con esencia y existencia para decir que está 'vivo', independiente
de nuestra capacidad perceptora para identificar los criterios clásicos
de vida? ¡Los seres y sus circunstancias son vida, en un sentido
amplio, ya comentado anteriormente!
Sabemos que por un razonamiento
lógico-deductivo la metafísica puede demostrar la existencia
de un ser absoluto. Ahora, ¿podríamos concluir -con el auxilio
de la misma metodología metafísica- que ese ser absoluto
extrapolado puede ser un objeto 'vivo', o su descripción lógica
ser una mera metáfora? ¿Podríamos así, lógicamente,
identificar ese ser supremo absoluto, no causado ni creado, y 'vivo', que
los teólogos cristianos llaman Dios? Los objetos materiales son
objetos animados, ¡siempre lo fueron! ¿Puede un objeto fuera
de la experiencia tener 'vida'?
Regresando, por el momento,
a consideraciones más mundanas , podemos describir otra experiencia
donde las mismas reacciones de polimerizacion del DNA demostrables en un
tubo de ensayo es comparable con la fase de síntesis del DNA del
fibroblasto vivo. Resulta interesante observar como, una vez concluida
la fase de síntesis de su DNA, es inevitable que la célula
se divida por mitósis para distribuir el DNA original y la copia
entre la célula madre y la nueva. Si no se "crea una nueva vida"
la célula sería anormal (poliploide) al contener una doble
dósis del DNA. ¿Dónde empezó la nueva vida?
No podemos observar la replicación del DNA en la fase de síntesis,
solo, por sus consecuencias químicas podemos demostrar que ocurrió.
Sabemos igualmente que
se puede reproducir el microambiente celular en un tubo de ensayo de suerte
que el DNA inerte del tubo de ensayo haga lo mismo que hace dentro de la
célula. ¡Hemos podido hasta crear un virus por diseño!
Es necesario colocarlo en un microambiente adecuado para 'demostrar' que
siempre estuvo vivo.
Veamos ahora la misma
idea, en otro nivel de organización. Como corolario de la interpretación
de lo vivo, sustentada por una reducción de las teorías folklóricas
pertinentes a ótras más generales y por ende con más
posibilidades de desarrollo futuro, intentaré dar ejemplos de situaciones
análogas donde la 'percepción' de un hecho material en el
ambiente físico resulta en una acción adaptativa demonstrable,
como es el desencadenamiento de un acto reflejo de retirada en un ser vivo
frente a un estímulo ambiental nocivo, solo que, en mi ejemplo ilustrativo,
¡el protagonista es una máquina inerte! El mensaje importante
de ambos ejemplos es que existen objetos y/o procesos empíricos
reales, aunque inasequibles a nuestro conocimiento sin la ayuda de la instrumentación,
de la lógica matemática y ahora añadimos, de una filosofía
natural que ordene y de dirección a la investigación científica
del futuro.
Paraa entender mejor el
nuevo nivel de organización regresemos por un momento al ejemplo
anterior para esbozar someramente, a manera de ilustración, como
debió operar la formación del juicio sintético a priori
(en el desarrollo de la químico-física moderna a partir del
folklore de los alquemistas), como van éstos catalogando sus observaciones
empíricas en la naturaleza hasta que otra generación logra
configurar esas experiencias del mundo material en modelos conceptuales
y relaciones útiles (teoría atómica) con la ayuda
de varias disciplinas que en ellas convergen:
Las imágenes de
los objetos materiales de interés (para estos alquemistas) se perciben
como continuas segun la capacidad de resolucion de los órganos sensoriales.
Estas imágenes se digitalizan al ser convertidas en potenciales
de acción por las células receptoras y las neuronas sensoriales
que conducen la información por vías neurales paralelas hasta
la corteza sensorial. Aqui quedan diferenciadas las imágenes en
una representación tridimensional en los estratos y columnas corticales,
ha ocurrido una transformación de las coordenadas espaciales del
objeto fuera del observador a las coordenadas del nuevo espacio cortical,
existiendo una correspondencia formal entre la intuición empírica
y la otra intuición interna, como ocurre en el procesamiento que
envuelve el disco duro de la computadora. Esta es la imágen codificada
disponible para el recuerdo del objeto (por intuición interna) cuando
éste esté ausente y para la ejecución del proceso
inductivo que permite hacer comparaciones de los datos asi codificados,
segun sus semejanzas, cualidades primarias de extensión/forma y
secundarias, contiguidades necesarias, contingentes, inadequadas o de conveniencia,
por mencionar unas pocas.
La inducción permite
ahora la clasificación y catalogación ya descrita. Esa misma
información esta representada en otras áreas corticales o
subcorticales con otras coordenadas espaciales que separan las cualidades
primarias de las secundarias. Así cuando el neurocirujano Penfield
estimula en el paciente despierto su corteza olfatoria, habra recuerdos
del olor, la corteza visual, del color y forma y hasta de una representación
simbólica en forma gramatical (área de Broca); tambien habrá
áreas silentes. El único valor que tiene la separación
espacial de la cualidad primaria (esencia) de un objeto de su cualidad
secundaria (color) es que hace posible la generalización, la formulación
'consciente' del objeto ideal. Así, el objeto natural, la pirámide
en Egipto, queda transformada en la imágen ideal de cualquier prisma
con cuatro triángulos cuyas bases descansan sobre cuatro lados de
un polígono donde la suma de sus ángulos interiores siempre
sumaran 180 grados en las coordenadas cartesianas. Al ver las pirámides
de México por primera vez, la imágen digitalizada por los
sentidos deberá corresponder, punto por punto, con la idea del objeto
representada anteriormente con sus correspondientes coordenadas espaciales,
en la corteza cerebral. En este acto de re-conocimiento, cualquier desviación
será evidencia de una alteración cualitativa o cuantitativa.
Nótese que ahora
yo puedo formarme impresiones de la pirámide desde el objeto mismo
o desde la idea que me forme de él. Pero hay que cuidarse de que
la constancia de una impresión no forme hábitos mentales
(asociaciones de contiguidad necesaria, contingente o indebida).
Con la existencia de estas
transformaciones espaciales en los diferentes sectores del "disco duro"
de los almacenes de memoria corticales ahora puedo, al observar el objeto
posteriormente, hacer un procesamiento de la información sensible
que viaja por canales neurales paralelos usando el método del análisis
de tensores, examinando las diferentes matrices que se van generando segun
progresa el procesamiento de la información. Con la digitalización
de la impresión de continuidad del objeto material captado por mis
células sensoriales y la transformación inductiva al organizar
los dígitos en mi pensamiento en categorías, grupos, etc.
(paso de uno o pocos a la universalidad de todos), así ahora es
posible el razonamiento deductivo que me permite predecir la existencia
de un objeto material en la naturaleza sensible que nunca he visto anteriormente
(paso de la universalidad del todo a uno), basta que se cumplan en la realidad
fisica las condiciones microambientales que definen esa probabilidad.
Por cierto, ésa
fué la contribución del genio de Mendeleyeff al diseñar
su tabla periódica. Al asumirse lógicamente que todos los
átomos buscan su estabilidad eléctrica (# átomico
= número de protones = número de electrones orbitales) o
su estabilidad orbital (asemejarse a la estructura orbital de los gases
nobles) nacen los conceptos de los enlaces covalentes, iónicos,
puentes de hidrógeno, etc. y asi la teoría atómica.
Esta hace perfectamente entendible al pensamiento la 'creación'
de un líquido con propiedades tan maravillosas y distintas como
el agua a partir de cosas tan disimilares como los gases de oxígeno
e hidrógeno, ¿quién lo hubiera creido?
Ah, pero para lograr intuir
su significado hubo que contraer el espacio de interacción intermolecular
de los gases constitutivos. La teoría atómica solo me habla
de una posibilidad, la estadística me habla de una probabilidad
de encuentro de los átomos/moléculas reactivos, pero solo
la presencia de un agente catalítico orgánico (encima) o
inorgánico, como el platino, que aproxima las coordenadas espaciales
de los reactivos hasta que reaccionan interactivamente; ¡lo posible
se convierte en algo inevitable! Otra instancia de que el cálculo
de probabilidades no aplica a los espacios contraidos, únicos pertinentes
a la demostración sensible de lo vivo.
La química física
ha demostrado ad nauseam que la ordenación de las tablas de electronegatividad
explica las preferencias de agrupaciones afines en un espacio contraido.
¿Porque los mismos principios de física no pueden aplicar
a, digamos, la síntesis enzimática de la doble cadena del
DNA? En un espacio adimensional es necesario invocar la finalidad para
explicar la precisión y repetición de los resultados. En
el espacio contraido de una célula, en la presencia de encimos,
ámbos supuestos verificables empíricamente, la única
finalidad posible es una intrínseca, dirigida a sí mismo,
que no requiere del supuesto del tiempo ni los supuestos de una creación
evolutiva bergsoniana. Pero la finalidad resulta siempre la misma, la creación
de la célula, ¿qué o quién asigna esa particularidad?
El valor que tiene esta
conclusión para la ciencia experimental es que nos permite
hacer reducciones mecanicistas sin tener que invocar un determinismo, una
finalidad externa de estirpe evolutiva. Pero, aún considerando el
caveat de Kurt Godel, según el cual cualquier representación
de un objeto natural por números naturales no puede ser lógicamente
consistente y simultáneamente completo, podemos construir un mapa
de Godel a partir del objeto natural. Luego de la reducción mecanicista
del objeto o fenómeno natural formulamos la oración lógica
que mejor los describe, luego hacemos una transformación de la expresión
a una expresión Booleana y luego seleccionamos el mejor modelo conceptual
que representan estos datos, por ejemplo, una red neuronal asequible al
procesamiento por una computadora.
Regresamos ahora al ejemplo
del otro nivel de organización (arco reflejo) donde las posibilidades
de este enfoque lo demuestran experimentos recientes en la cibernetica
y la inteligencia artificial en los experimentos de LLinas en 1985.
Recapitulando paraa integrar,
vimos en el ejemplo anterior como la pirámide egipcia real
se nos da al sensorio como un continuo, una síntesis visual. La
disposición histológica de la retina descompone o digitaliza
la continuidad del objeto natural observado y codifica la información
en potenciales de acción nerviosos que viajan (por circuitos paralelos,
convergentes, divergentes, de repetición, etc., vease Vol.1 de Biología
Humana del autor)) a diferentes estaciones sinápticas en los colículos
superiores mesencefálicos, cuerpos geniculados diencefálicos,
y varias etapas corticales (parietales, temporales y occipitales) donde
se coloca la información en un arreglo especial en columnas de neuronas.
Es decir, la entrada desde las unidades celulares se canaliza a procesadores
paralelos simultáneamente en operación. Como en las computadoras,
los datos están colocados en sus respectivas coordenadas de fase
espaciales donde un "procesador central" conoce cada dirección.
El todo continuo del objeto natural sufre así una segunda codificación
cuando la información (codificada en los patrones de potenciales
de acción retinal) se ha transformado en un arreglo espacial tridimensional
segun descrito en esta 1ra. etapa cortical del análisis. Ahora se
establecen e identifican las relaciones funcionales entre las unidades
en sus espacios (geometrías) de acuerdo a sus propiedades. En cada
estación sináptica de las multiples trayectorias será
necesario determinar las nuevas coordenadas de transformación. La
conectividad en la interfase sináptica modela las matrices. Las
transformaciones se logran multiplicando las matrices y otras operaciones
no-lineares (umbrales). Las neuronas individualmente no transmiten gran
cantidad de información simbólica pero al conectarse apropiadamente
con una gran cantidad de unidades similares se logra eventualmente la distribución
global de patrones de actividad (estados vectoriales); mucho más
de lo que puede hacer una computadora al buscar una dirección; ahora
hay un contenido. Ya no se trata simplemente del manejo de la lógica
de unas proposiciones sino del manejo de transiciones entre espacios de
fase, es decir segun la red converge hacia un resultado global se combinan
y comparan varias hipótesis mientras el sistema busca asentarse
en su estado de energía mínima. En esta búsqueda y
comparación las unidades informáticas ajustan las propiedades
del vecino y las própias. Así opera el análisis de
tensores en una red (network).
Aunque los detalles estructurales
y/o funcionales no son, en ultima instancia, importantes a la fenomenología
de lo vivo, perro o piramide, lo importante es que su explicación
no ha de encontrarse ni en los componentes individuales ni siquiera en
la suma de sus componentes. Aunque los componentes individuales se nos
manifestaren al sensorio como inertes, es la orquestación mas apropiada
(basados en sus estados de energía mínima) lo que "crea"
en el conjunto (network) resultante el resultado global que llamamos vida,
a nivel sensible. Obsérvese el mismo concepto (red) en los estadios
de organización a nivel ecológico en la naturaleza.
Como ilustración
de las posibilidades científicas reales de este método de
análisis de redes de tensores, Rodolfo Llinás y Pellionisz
(Neuroscience [1985]16:245) explicaron las complejidades del reflejo vestibulo-ocular
(VOR)como un arreglo de redes neuronales que permite a un ser vivo mantener
su orientación espacial al mantener un objeto particular en el espacio
físico incidiendo continuamente en su retina mientras la cabeza
del sujeto se mueve apartándose del objeto. La rotación del
ojo (por músculos extraoculares) se produce para compensar por el
movimiento de la cabeza (por músculos del cuello).
El primer paso fue identificar
las estructuras neuronales participantes; las 3 fases sinápticas
que intervienen entre los receptores sensoriales en los canales semicirculares
del aparato vestibular y efectores (6 músculos extraoculares de
cada ojo). El problema de análisis de tensores se reduce a convertir
cada vector nuevo en el espacio de fase (posición) de la cabeza
al nuevo vector en el espacio de fase (posición) correspondiente
a los músculos extraoculares de suerte que haya una compensación
y permanezca el objeto siempre alineado con la retina. El espacio sensorial
del receptor tiene 3 fases, el espacio sensorial del efector muscular es
de 6 dimensiones. El cambio en las coordenadas espaciales del receptor,
que producen el movimiento, especifica las nuevas coordenadas espaciales
del receptor. Hay una transformación tensorial en cada uno de los
niveles sinápticos del receptor que preceden la tranformación
a un vector motor (efector).
Lo verdaderamente interesante
de esta demostracción matemática es que los autores pusieron
a prueba el modelo matemático simulando el procesamiento neuronal
pertinente en una computadora. Empezaron por estudiar la estructura neuronal
del sistema nervioso (desde el receptor hasta el efector) de un sapo. Los
esquemas modelados a partir de esa histología, simulando los circuitos
neuronales, fueron alimentados a la computadora. Los resultados demostraron
que, en cada etapa de procesamiento sináptico, el modelo está
de conformidad con los postulados esenciales del procesamiento de redes
de tensores donde las representaciones son las posiciones que ocupan en
el espacio de fase y los computos son transformaciones de coordenadas
por tensores. Estos resultados son reminiscentes de los hallazgos recientes
sobre la plasticidad neuronal y el papel que juega en la modificacion de
las redes de comunicación neuronal. Para aquellos mas familiarizados
con la inteligencia artificial no será difícil imaginar la
construcción de un robot con sensores semicirculares que respondan
con movimientos compensatorios a desplazamientos en su posicion anterior.
¿Un arco reflejo?
Conclusiones.
¿Tiene el robot
del ejemplo una conciencia o espíritu capaz de intuir los cambios
que se suceden en su espacio vital y elaborar respuestas adaptativas más
rápidas y precisas que cualquier ser vivo? ¿Puéde
una macromolécula viral conocer su ambiente y escoger el huésped
apropiado que le permita perpetuar su estirpe molecular? ¿Son estos
comportamientos observable criterios de vida?
Lo interesante es
que estos tipos de fenómenos se dan en la realidad, independientes
de mi capacidad de conocerlo o, una vez conocido, tambien se dan, independiente
de la voluntad del lector para darle su consentimiento.
El observador de fin de
siglo ya no debe sentirse satisfecho con meramente situarse frente al mundo
sensible en espera de que la realidad se le manifieste 'monda y lironda',
presto a que se le encajone en uno de los moldes que los hábitos
del pensamiento han fraguado, ignorando todo aquéllo que no quepa
en el molde. El biólogo del siglo 21 tiene que volver a ser un filósofo
de la naturaleza para liberar su mente de las cadenas conceptuales del
mecanicismo o del determinismo.
La historia de la ciencia
atesora hitos análogos en su trayectoria evolutiva. ¿Quién
hubiera imaginado las órbitas planetarias de no haberse apartado
de la filosofía mecánica de la época?, o los campos
electromagnéticos sin apartarse de la teoría cinética
de su época. Sería como negar la existencia del magnetismo
porque la teoría sobre el movimiento de las partículas de
su época no proveía para éllo. Los enlaces químicos
entre átomos, una extrapolación del fenómeno de atracción
gravitacional a distancia, nunca se pudo haber comprendido antes que Maxwell
desarrollara su mecánica cuántica. Hay que escaparse de sí
para poderse observar.
Si examinamos la dinámica
del observador (sujeto) frente al objeto natural, aquél sale de
su esfera para invadir la de éste, que determina al sujeto. Desde
entonces las cualidades principales del objeto se pueden engendrar en forma
espontánea y activa desde la imágen que nuestra conciencia
formó del objeto material. Asi, de la experiencia tambien se origina
la posibilidad existencial de los objetos ideales como la matemática,
los números, etc. A pesar del orígen empírico de ambos,
se comportan como algo en sí, determinado y autónomo, independientes
del pensamiento del sujeto. La estructura de la acción del sujeto
determina al objeto.
La esencia del conocimiento
de la vida insensible es pues, lo más cercano que podemos situarnos
del conocimiento verdadero, la aproximación o concordancia máxima
de la imagen mental con el objeto allá, fuera de sí. Por
el sujeto conocemos psicológicamente, por la imágen conocemos
lógicamente y por el objeto conocemos ontológicamente. Afirmando
la inseparabilidad de estas tres esferas he argumentado la posibilidad
de un conocimiento de la vida insensible.
La más fehaciente
manifestación de las cosas vivas es su capacidad de reaccionar a
estímulos (cambios ambientales internos o externos) en forma adaptativa.
A veces tenemos que valernos de instrumentos de resolución cada
vez mayor para demostrarlo a los sentidos. Pero, ¿tiene que ser
lo vivo una experiencia sensible para afirmar su existencia, debe ser un
requisito indispensable para cualificarlo como objeto de mi conocimiento?
¿Es la reacción un macrófago al acercarse una bacteria
exógena diferente a como reaccionan los átomos de oxígeno
e hidrógeno gaseoso al acercarse dentro de su radio de accion? La
configuración complementaria de sus electrones en las órbitas
externas hizo inevitable una reacción adaptativa (reducir la energía
potencial del nuevo conjunto al compararlo a la suma de sus partes constitutivas).
Ya Miller, Fox, Ponamperuna y otros han demostrado que si añadimos
C, N y reducimos el espacio interactivo del microambiente, producimos microesferas,
coacervados con muchas de las características que asociamos a las
cosas vivas (metabolismo limitado, división, permeabilidad selectiva,
etc.) ¿Será necesario postular un salto cualitativo entre
lo abiótico y lo vivo, entre la macromolécula en el tubo
de ensayo de mi gaveta y el virus invasivo y destructor? No necesariamente.
Al despedirme, es importante
indicar que existen en la naturaleza muchísimos sistemas supercomplejos
que son irreducibles y no hay forma de encajarlos dentro de una teoria
gradualista. La mejor evidencia disponible parece indicar que estos sistemas
fueron, por el contrario, ensamblados rapidamente, de momento. El gradualismo
tambien parece incapaz de explicar la cooperación simbiótica
entre microorganismos que viven dentro de la célula, como las mitocondrias,
¿las nucleoproteinas...? (Vease trabajos de Lynn Margoulis). Ni
siquiera los últimos refinamientos en la 'teoría supercompleja'
de Stuart Kauffman. Cada vez que logramos identificar en la naturaleza
los arreglos propositivos entre las partes constitutivas de un conjunto
para darnos una funcion compleja identificable (según establecido
por su lógica interna)es imposible escapar la noción de un
'diseño inteligente'. No tenemos que proponer candidatos pero, ¡deberá
ser infinito, no causado ni creado e INTELIGENTE!