revista virtual de arte contemporáneo y nuevas tendencias
año 8
Número 88 - Octubre 2006


Encuentro Urbano, Rosario, 05

EL SOPORTE ELECTRÓNICO Y LA POESÍA VISUAL

Desde Uruguay, Clemente Padín

Dedicado a Ana María Uribe, pionera argentina de la poesía digital*

 

Históricamente siempre se ha pensado que la poesía escrita en verso, basándose exclusivamente en la expresión semántica, era la única existente, sin tener en cuenta las demás dimensiones de la palabra como la visualidad, la oralidad, la presentación, y otras. Como todo arte -actividad simbólica que ejerce el humano con las más diversas formas de expresión- la poesía conforma un sistema de comunicación idéntico al usual: fuente - canal - destinatario y viceversa. Lo que define su funcionalidad artística es el aporte de nueva información (sin lo cual no habría comunicación posible) y ello se logra merced a dos mecanismos: uno, la trasgresión de los códigos, es decir, apelando a sus mecanismos de emisión, transmisión y recepción de mensajes (escritura/soporte/lectura) generando mayor volumen de información en virtud de la impredecibilidad de los contenidos y, dos, utilizando nuevos soportes o canales. El primer camino es propio del área del contenido, de la significación, del sentido y su índole es histórico-social. El segundo corresponde al área de la expresión, es decir, de la forma que asume el contenido. En tanto el soporte incida en la significación (los "reajustes de contenido", Humberto Eco, 1977) siempre estará generando nuevos contenidos, incluso fuera de la intención del poeta. La información poética estuvo y estará ligada a las propiedades del soporte aunque, en sí mismos, éstos son (in)significantes. Pero, algo ocurre que altera el significado original del texto en virtud de esa conjunción.

Catarata o Le Parc
De Parmenides a J P Sartre

Lo que los nuevos medios suelen aportar no son nuevos lenguajes sino nueva maneras de codificar los ya conocidos. Lo que ocurre, en general, es que los nuevos soportes son meros recipientes de formas de expresión perimidas (la transposición vulgar y corriente de los textos), sin el aprovechamiento sistemático de las nuevas posibilidades expresivas del nuevo medio. Los nuevos medios electrónicos, fruto del desarrollo vertiginoso que ha tenido la industria en el campo de la comunicación y transmisión de mensajes, ha dado lugar a lo que se conoce como "poesía electrónica o digital". Tal vez esos nombres no son los adecuados pero ya, su uso, le ha impuesto esa connotación. Este programa totalizador y complejo, ha venido a concretar el programa, preanunciado por Mallarmé, de poetizar a través de formas de expresión sintéticas, ideogramáticas y sincrónicas, no meramente analíticas (programa que hizo suyo la Poesía Concreta).

Este nuevo soporte, también conocido como multimedia (o hipermedia), se sitúa junto a la forma de la expresión y puede, desde allí (aunque no necesariamente), determinar los contenidos. Lo cierto es que algo ocurre cuando un significante se une a un significado que hace que se altere el sentido original de éste y que hace, además, que dicha expresión no pueda ser trasmitida por otros canales, sin alterar su significado. Ni que decir cuando el canal "habla por sí mismo", es decir, cuando por errores del operador o por la aparición imprevisible del ruido del canal, irrumpen formas impredecibles y extrañísimas en el texto. También, puede favorecer la comunicación interactiva, la comunicación con retorno, de ida y vuelta (e ida), los anglosajones tienen la expresión "feed back". Por otra parte, la multimedia, da lugar a múltiples lecturas que pueden dar lugar a transformaciones infinitas. Aparte de los ejes ya conocidos de la página bidimensional hay que sumarle el zoom (alejamiento-acercamiento), los hipertextos, la animación, la aplicación de otras dimensiones de la palabra (como el sonido, p.e.), etc. Pero, sobre todo, la acción del corresponsal es decisiva en dos sentidos: puede iniciar la lectura en donde quiera (estableciendo de esa manera la significación del poema) y puede, también, adicionar informaciones de cualquier índole de acuerdo a las posibilidades expresivas que le ofrecen los programas en acción, pudiendo generar nuevas versiones de la matriz que le ofrece el poeta, a la manera de las propuestas del Poema/Proceso brasileño (el lector como bricoleur según Lévi-Strauss).

Si fuéramos a definir la poesía electrónica deberíamos señalar la índole de las relaciones entre la poesía (arte de la palabra en todas sus dimensiones) con los procesos computacionales o digitales, es decir, la expresión de la realidad en su conjunto a través de la mediación, transmutación y/o intervención de los algoritmos o programas que ofrece la tecnología digital: la palabra, las letras o partículas, ya sean en procesos estáticos o dinámicos, sonidos (articulados o no), la variedad de movimientos (incluyendo el avance adelante o atrás), la hipertextualidad (el link), la interactividad y otros.

Guggenheim Museum
Un Poema Cortante

Como todo soporte, lo virtual o electrónico, ofrece sus inéditas y aún inexploradas posibilidades de expresión: En particular el espacio virtual, definido como un espacio lógico, parecido al real aunque drásticamente diferente, en donde confluyen directivas electrónicas y algorítmicas programadas coordinadamente que dan cuenta de situaciones imprevistas a las cuales hay que reajustar toda la experiencia creativa. Una imagen espectral que se parece a algo que puede ser manipulado como si fuera cualquier objeto de la vida diaria, con la posibilidad de alterar su comportamiento de acuerdo a leyes lógicas (o no) programadas siguiendo el esquema de las naturales o de las artificiales programadas. El poema virtual, al igual que su congénere real, responderá siempre de la misma manera, puesto que contiene en sí toda la información necesaria para su realización en tanto poema. Sin embargo, al tratarse de un objeto virtual, ya que sólo es un conjunto de datos inscriptos en un programa o memoria, se le puede aplicar la física que se desee y que pueda programarse (incluso la física real). No sólo pueden leerse en consonancia a programas precisos y determinados sino que, también, pueden responder a situaciones provocadas por el lector, consagrando la interacción entre poeta, obra y lector.

Por otro lado, deberíamos separar claramente los conceptos de "virtual" y "computacional" porque, aunque parezcan sinónimos, no lo son. Por un lado tenemos el "espacio virtual", suerte de otro mundo (electrónico) para el cual hay que proveerse de múltiples extensiones sensoriales o interfaces que establezcan la relación entre ese "mundo extraño" y nuestra mente: guantes, pedaleras, lentes de orientación, trajes especiales, etc. Por el otro tenemos el "espacio computacional" que es el espacio en el cual nos movemos habitualmente cuando manejamos una computadora contando con la interface fundamental del "ratón" o sus "cortacaminos", vía teclado, y los links, los innumerables lugares que podemos convocar con sólo las mediaciones.

Se largó a llover

Por ello la poesía virtual sólo es posible en el soporte computacional gracias a dos posibilidades que aporta esta nueva tecnología: una, puede engendrar los signos tridimensionales dentro del espacio virtual y, dos, es posible programar sus comportamientos de acuerdo a los deseos del creador. Se necesitaría un diseño en tres dimensiones que haga posible lo que normalmente realizamos con un objeto cuando le queremos conocer: manipularlo en todas las direcciones y todos los puntos de vista posibles. Por ello se habla de "realidad (virtual)" puesto que el "objeto virtual", al igual que el "objeto real", responderá siempre de la misma manera porque contiene en sí toda la información necesaria sobre sí mismo. Sin embargo no es un "objeto real" sino un conjunto de datos inscriptos en una memoria electrónica a los cuales se puede aplicar la "física", real o imaginada, que se desee, es decir, la representación tridimensional simulada en la computadora, capaz de crear su "sentido de la realidad" y recrear competentemente las sensaciones, táctiles o visuales, propias de los objetos, dirigidas a crear, en el observador, una percepción de los mismos, aunque no real y, también, la posibilidad de manipularlos en base a programas previstos.

En este punto, citemos a Philadelpho Menezes, POESIA INTERSIGNOS, de lo impreso a lo sonoro y a lo digital (1998):

En tanto, el poema, antes de penetrar el espacio digital, ya había saltado, del libro al objeto y a la sonoridad donde, respectivamente, elementos como interactividad e inmaterialidad, de los totems de las nacientes (y aún fragilísimas) teorías poéticas en nuevos medios, ya se han concretado. Lo que importa, entonces, en el uso de esas nuevas tecnologías es, primero, la facilidad e incitación de las realizaciones de integración entre lenguajes, en lo que los signos no-verbales no se reduzcan al papel de elementos meramente relevadores de lo verbal.

Primero, no son "experimentos de textos poéticos escritos", sino procesos intersígnicos de palabra, imagen, sonido, movimiento, direcciones variables de lectura, en la que la imagen y el sonido no se dan en tanto desaparece la palabra. Introduciendo una nueva configuración espacial que ya no es más la forma de códice del libro, la poesía necesariamente ultrapasa los límites del propio signo verbal. Si el hipertexto se torna naturalmente hipermedia por la tendencia a la integración de los lenguajes dentro de las tecnologías digitales, el poema digital también se hace en un intercambio entre signos de diferentes lenguajes que, cuando están armonizados, bien podría ser denominado intermedia (en sustitución al actual estadio inicial multimedia de exploración del lenguaje digital en el que hay más acumulación y superposición de diversos signos que realmente integración semántico-funcional entre ellos).

Tren en Marcha

Si bien Menezes lleva agua para su molino al destacar que la integración de los diversos lenguajes lleva al poema a una suerte de estética "intersígnica" la verdad es que acierta cuando argumenta que la mera reducción de lo "no-verbal" a lo verbal termina por ahogar a la poesía en lo formal exclusivamente, a la manera del poema semiótico de los 60s. Es cierto que los sentidos y significados son históricos y relativos al momento y al lugar y también es cierto que pueden existir poemas significación semántica (ya que podrán no tener palabras pero ello no les exime de tener significación). Tal sea hora de recoger la afirmación de Ezra Pound y sostener con él que la "poesía es forma cargada de significación en último grado" y actuar en consecuencia sin dejar de lado todo el juego de logros y conquistas formales que desde Mallarmé hasta la poesía digital de hoy día se ha logrado.

Si la poesía es una sola, los soportes infinitos. Adecuar los instrumentos expresivos al tiempo en que vive es, sin duda, el reto al cual los poetas nunca se rehusarán. Los soportes siempre han "contaminado" e influido en las formas poéticas. Por ello, los avances, sobre todo en el campo de la expresión y la comunicación, siempre han provocado y provocarán cambios formales, ya sea en las propias obras (al agregarles un plus de información), ya sea en las características propias de su creación y consumo . Sin embargo, hay que precisar que la poesía, en sí, seguirá siendo la misma (cualquiera sea el soporte, por más sofisticado que sea). En realidad, ni siquiera es posible alterar sus recursos estilísticos (la metáfora, la metonimia, el oximoron, etc.) o crear nuevas figuras. Tal vez fuera posible con lenguajes totalmente inéditos, absolutamente fuera de los padrones habituales del lenguaje verbal, tal como le conocemos hoy. Además, dependen de las posibilidades expresivas que le ofrezcan las interfaces. Sin embargo, hay que precisar que la poesía, en sí, seguirá siendo la misma (cualquiera sea el soporte, por más sofisticado que sea: la poesía es una sola aunque los soportes, infinitos). En realidad, ni siquiera es posible alterar sus recursos estilísticos (la metáfora, la metonimia, el oximoron, etc.) o crear nuevas figuras. Tal vez fuera posible con lenguajes totalmente inéditos, absolutamente fuera de los padrones habituales del lenguaje verbal, tal como le conocemos hoy. Lo que sí ocurre es que sus límites se extienden exponencialmente de acuerdo a las expectativas del lector-creador (no hay ni comienzo ni fin en las cadenas de significados). También dependen de las posibilidades expresivas que le ofrezcan las interfaces.

Otoño

Larga y discontinua ha sido la discusión de si de nuevos soportes habríamos de esperar nuevos contenidos. El tema es que, si bien podemos pensar que al variar las formas varían también los contenidos, lo real es que esos cambios no aparecen tan claramente. Lo que sí es real es que los contenidos, pese a ser los mismos, suelen verse bajo ángulos diferentes que abren a nuestro sentidos los nuevos soportes. A nivel de la poesía mal llamada tradicional vemos que los cambios se producen, sobre todo, en alteraciones estilísticas de los códigos habituales del escribir, del hablar o del leer.

Lo cierto es que la multimedia viene aportando recursos casi ilimitados al quehacer poético, no sólo la posibilidad de combinar y conjugar lenguajes de todo tipo bajo las formas más alejadas al sentido común posible sino que, además, ofrece un nuevo espacio con el cual entrever nuevos sentidos de la realidad y crear nuevos ámbitos poéticos imposibles de ser imaginados por otros medios.

 

Foto cabecera: El Poder de la Reflexión

 

 

* Ana María Uribe : nació en Buenos Aires (1944), Argentina, donde cursó estudios de Filosofía. En 1970 obtuvo la beca Saint Exupéry, que le permitió continuar estudiando en París. A fines de la década del 60 se incorporó, con su serie Tipoemas, al movimiento de Poesía Visual, género que practicaría hasta el final de sus días en Marzo de 2004. En 1997 comenzó una serie de poemas visuales animados con base en Internet, los Anipoemas, en los cuales retomó algunas de las ideas expresadas en sus Tipoemas o poemas tipográficos (que acompañan esta nota). Para disfrutar de sus poemas animados, cliké en su sitio http://amuribe.tripod.com

 

 

 

Clemente Padín:
Sitio Web: www.escaner.cl/padin
E-mail: clementepadin@gmail.com
C. Correo Central 1211, 11000 Montevideo - URUGUAY
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