Santiago de Chile.
Revista Virtual.
Año 8

Escáner Cultural. El mundo del Arte.
Número 82
Abril 2006

MÁS ALLÁ DEL CAOS…
Globalización, tecnociencias y desafíos al conocimiento

El último tramo del siglo XX trajo consigo una fuerte mutación del panorama económico y político mundial. Es un hecho que el capitalismo tejió una inmensa red global, construida con la ayuda decisiva de los avances científicos y tecnológicos en computación, genética, conductores, etcétera. La globalización es la nueva mundialización.

Vivimos la segunda gran mundialización de la economía, generada por una "autorrevolución" del capitalismo. Ésta se lleva a cabo a través de una tercera revolución tecnológica con base en la informática, que transforma a las empresas y aumenta la productividad del trabajo; la nueva gran mundialización tiene sus bases históricas en la reorganización del sistema capitalista a partir del fin de la segunda guerra mundial. Su culminación cristaliza a mediados de la década de los ochenta, a través de un proceso multifacético que incluyó cuatro aspectos centrales:

•  la "auto revolución" económica y tecnológica en los países del G-7;

•  la crisis y desaparición del llamado "socialismo real" en Europa, con el desmantelamiento y extinción de la U.R.S.S. y el bloque socialista del Pacto de Varsovia;

•  el agotamiento del Movimiento de Países No Alineados (que culminó la fase de establecimiento de Estados-nación en el Tercer Mundo);

•  la desarticulación del Estado de Bienestar en los países industrializados y en algunos países periféricos, lo que incluye el deterioro de los mercados laborales;

•  el final de la Guerra Fría , cuando Estados Unidos quedó como la única potencia mundial hegemónica y combina su participación en bloques regionales con la autonomía suficiente para imponer unilateralmente iniciativas político-militares sin consulta a la comunidad internacional. (1).

A finales del siglo, el panorama mundial aparecía como un proceso complejo integrado por acontecimientos con significados múltiples y contradictorios. Se redefinió el rol de los estados nacionales, se generalizaban acuerdos institucionales supranacionales y de valores comunes entre pueblos y naciones. Tales tendencias se registraban tanto en los países del centro como de la periferia.

Vemos la integración de un nuevo sistema-mundo donde el comercio crece más rápidamente que la producción. Los procesos productivos se internacionalizan; esto impulsa procesos de interdependencias comerciales, de mercados de capitales y de innovaciones tecnológicas y productivas. Pasa a ser central el comercio entre y dentro de los consorcios y el comercio de servicios

Lo anterior propicia que el capital financiero se autonomice del capital productivo y que se consolide el control de los mercados por las empresas multinacionales; las economías de escala se vuelven más importantes que las ventajas comparativas de las naciones, o bien se imponen ciertas combinaciones como en el caso de China en la actualidad. Y los países del ex Tercer Mundo quedan subsumidos bajo las reglas una mundialización regulada del comercio, impuesta por las agencias financieras internacionales, en beneficio de la gran propiedad sobre los bienes "intangibles" (flujos financieros, patentes y servicios en general).

En ese nuevo contexto global, el control de las tecnociencias digitales viene a ser la base de nuevas formas de hegemonía económica, militar, geopolítica y cultural, neocolonial o neoimperialista. Pero, al mismo tiempo proliferan las consecuencias negativas y trastornos a escala mundial que han desembocado en la llamada sociedad del riesgo: en las crisis, los conflictos y las confrontaciones sociales, culturales e internacionales -incluyendo el terrorismo- relacionadas con dichos procesos.

Hoy, la amenaza más grande del desbocado poder neocapitalista radica en el ininterrumpido ecocidio que está propiciando, la amenaza del Armaggedón que desencadena sobre la humanidad entera.

Un resultado de la movilidad del capital transnacional y la nueva distribución de los incrementos de la productividad aparece en el extraordinario impulso que adquieren los llamados "trabajadores del conocimiento", especializados en tecnologías de la investigación, en detrimento de los tradicionales trabajadores productores de bienes y servicios. Y con ellos viene la oleada de los "trabajadores simbólicos", los operadores y guardianes de los nuevos artilugios biocibernéticos.

La anterior sociedad industrial -cuyo cenit podemos ubicarlo en los años 50 del pasado siglo- forjó un estilo de producción a base de organizaciones optimizadas, que contaban con procedimientos y rutinas estandarizados. Fue el momento de culminación del "fordismo" como el eje dominante del desarrollo.

Cada individuo realizaba una pequeña porción de la producción total y estaba circunscrito a una tarea específica en el engranaje de la maquinaria productiva. La mano de obra, en este marco, era un costo variable provisto por el mercado y los trabajadores se encontraban vinculados a puestos bien definidos, centrados en la disciplina laboral como su principal virtud.

En el marco macroeconómico, los supuestos básicos de esa organización de la producción y del trabajo eran los de una demanda estable, sin bruscas alteraciones en el corto y mediano plazo, como consecuencia de asignarle al Estado ("de bienestar") la tarea de mantenerla en movimiento y solvente. Se aspiraba así a economías de escala para la producción en masa y el objetivo central era lograr productos estándares para clientes masivos.

Poco de esto subsiste hoy en las economías desarrolladas. Al calor del cambio tecnológico, la sociedad posindustrial -que es también del conocimiento y de la información- ha dado forma a un mundo del trabajo completamente diferente (si bien no a igual velocidad en todos los lugares, ni con las mismas consecuencias).

La producción ya no se orienta hacia una demanda básicamente estable, sino que busca adecuarse a preferencias cambiantes, lo que implica la segmentación y acortamiento de los procesos productivos. El consumidor (selectivo y ya no estándar) es el destinatario de este modelo y la tecnologización del proceso productivo posibilita atender esa fragmentación, al mismo tiempo que abarata los productos. Estas innovaciones necesariamente han alterado los vínculos de los hombres con las máquinas y entre sí.

Al mismo tiempo -al acortarse los ciclos, reducirse los costos y abaratarse los precios- la barrera principal de acceso al mercado deja de ser la inversión y pasa a corporizarse en las personas y el conocimiento. Así, en los sectores avanzados de la economía encontramos consumidores exigentes enclavados en un mercado que muestra una permanente (y conflictiva) ampliación, servidos por trabajadores con una alta exigencia de capacitación. Estos son los términos de una nueva ecuación entre tecnología y mundo del trabajo. (2)

 

En escena: tecnociencias y ciencias de la complejidad

El origen del complejo de Ciencia, Tecnología y Sociedad (CTS) hay que remontarlo a los finales de la II Guerra Mundial y al principio de la Guerra Fría. La organización estatal y militar de la investigación científica durante la guerra condujo a resultados decisivos, entre los cuales el más espectacular fue, con toda su carga espeluznante, la construcción de bombas atómicas en el proyecto Manhattan.

Las tecnociencias y ciencias de la complejidad forman cada vez más el núcleo reproductor del capitalismo organizado, que actúa aprovechando los elementos del orden y del caos, observa el doctor Pablo González Casanova. (3) En esta autorrevolución del orden dominante constituyen su primera línea de defensa, al ser la piedra de toque para la construcción de sistemas autorregulados y adaptativos, autopoéticos, mismos que se reestructuran en formas interactivas.

Autor de un importante libro sobre las nuevas tecnociencias, en donde resalta el paso de la academia a la política, González Casanova establece que en las corrientes de la investigación tecnocientífica más avanzada, uno de los más importantes es el que mira como una sola unidad a la organización y al caos. A diferencia del concepto clásico de caos, el actual no opone la idea de éste a la del orden establecido, sino más bien analiza cómo se pasa de la organización al caos y cómo del caos emerge la organización.

Dentro del nuevo conocer-hacer, la filosofía de las "respuestas flexibles" en los negocios y en la guerra se practica en complejos integrados por unidades relativamente autónomas. Esta filosofía corresponde a lo más avanzado en las prácticas de organizaciones y estrategias, a partir de conocimientos emergentes como la cibernética, la teoría de la información o la de juegos. La reestructuración de algunos de sus componentes y procesos son tareas propias de la "reingeniería" y las tecnociencias que operan en la producción y los mercados, tanto como en los escenarios políticos, militares, económicos, sociales y culturales.

Desde este cambio de paradigma del saber-hacer, las grandes compañías se orientan a desmantelar, o lo han hecho ya, sus viejas estructuras para establecer "centros de utilidades" ( profit centers ) o "centros de coordinación" y "mando" ( coordination and managing centers ), con una enorme diversidad de alianzas estratégicas, de "riesgos empresariales compartidos" ( joint ventures ), de asociaciones y consorcios, la mayor parte transnacionales.

Menciona González Casanova, en este escenario de conocimientos por objetivos, el uso "de comandantes de campo" con autonomía de mando cuya acción se aplica en forma parecida a los "gerentes" periféricos de las unidades transnacionales y a los "presidentes" asociados de los países dependientes. Dentro de líneas generales que controla el mando central, queda un margen de libertad más o menos amplio para los titulares de las organizaciones menores. Con éstos comparte la "autoridad de arriba para abajo" ( top-down authority ) y, entre todos, la revisan y flexibilizan, según los mensajes y conocimientos recibidos desde abajo.

Para su germinación y maduración, la nueva política se extiende a las redes de la educación en todos sus niveles, desde primaria hasta el posgrado o la investigación: los militares, gerentes y políticos de la "tercera ola" le dan una importancia masiva ( sic ) al entrenamiento y la educación en todos los niveles. Así, en la guerra como en los negocios "aprender, desaprender y reaprender corresponden a un proceso continuo en todas las categorías políticas". (4)

La sinergia entre el conocimiento formal e informal que alcanza cada uno de los integrantes o miembros de un complejo, o una compañía, se da en torno a los objetivos comunes del mismo claramente definidos. Por ello, la enseñanza y el aprendizaje son parte del trabajo, como lo son las pruebas y autopruebas. Tal epistemología de las organizaciones tiene "interfases" con la operación de las mismas en la producción y dominación de los mercados y del mundo. Sus estrategias incluyen la teoría y la práctica de un futuro con bifurcaciones y con creación de sorpresas entre el orden y el caos.

Aquí, el conocimiento es un "capital intelectual", un activo. La guerra económica o militar se vuelve una guerra del conocimiento, la organización y la voluntad. Entre algunos de sus promotores intelectuales se encuentran Irujiro Nonalia, Hirotaka Takeuchi y Takeuchi Nokaen, autores de un libro que en inglés se tradujo como The Knowledge-Creating Company (La compañía creadora de conocimiento) ; otros son James Brian Quinn, con su Intelligent Enterprise (La empresa inteligente) , o Tom Stewart, con Intellectual Capital (Capital intelectual) o Tom Davenport, con Working Knowledge (El conocimiento empleado) , o Karl Sveiby con Managing Know How (El saber del gerente) .

Vemos, por ende, la proliferación de las corporaciones que producen "conocimiento para la venta" ( knowledge for sale ) como asesoras y receptoras de conocimientos; como exportadoras e importadoras, y como productoras, pero también como usuarias. La extrema efectividad proclamada por las empresas de punta está cimentada en que todas sus actividades y discursos se basan "en el conocimiento" ( knowledge based ), y que descansan en estructuras articuladoras del conocer, el comunicar y el hacer. (5)

 

El "pero". el Pensamiento Único y sus recetas

Es aquí -como en la economía y en la politica- que el nuevo evangelio del Pensamiento Único también viene extendiendo peligrosamente sus recetas. En este caldero se elabora y propaga una suerte de desarrollismo tecnológico universal, cuyo cumplimiento ritual se presume que trae aparejados, inexorablemente, riqueza, empleo y prosperidad sin más (y si no hoy, con seguridad mañana, si proseguimos sin dudar por ese camino único).

Tal verdadero mito ha sido visto a partir de tres fábulas. La primera sería la supuesta neutralidad (política y axiológica) de la ciencia y la tecnología, robustecida desde el racionalismo cartesiano y el mecanicismo de Newton, de donde se extrae la posibilidad inagotable y el beneficio de su expansión universal sin trabas.

El enfoque pasa por alto, sin más, la evidencia de que las ciencias y las técnicas son eminentemente productos socio-culturales y que -junto a los otros saberes artísticos y humanísticos- están impregnados siempre de una concepción del mundo. Esto hace urgente la necesidad de una relación libre (no dependiente) con tales productos y tener siempre a la mano el recurso de las denominadas tecnologías apropiadas para el trato e intercambio universal en materia de tecnociencias. Si olvidamos que lo tecnologico es siempre una opción (o muchas veces una creación), habremos de pagar muy caro, cultural y socialmente, esta fábula de la "neutralidad" tecnológica.

La segunda fábula a superar -entrañable de la anterior- viene a ser la supuesta sincronía universal de las culturas, a partir de un mecanicismo según el cual aquellas progresan a través de estadios uniformes, en un recorrido invariable hacia metas universalmente predeterminadas. Lo que hace necesario limitarse siempre a los mismos tipos de técnicas y saberes para ir escalando etapa por etapa.

Bueno fuera que las cosas resultaran así de fáciles y sencillas. Pero no lo son. No existen tales "estadios" o metas fijas (antes bien, en cada caso y momento éstas se diseñan y se alcanzan de acuerdo a las respectivas culturas e intereses nacionales y regionales); el tiempo (local y planetario) no es una mera construcción lineal, sino un conjunto de complejas parábolas dialécticamente entrelazadas; en lo práctico, los juegos de interdependencia y dependencia las atraviesan de manera cambiante por igual.

La tercera fábula -que refuerza y complementa las dos anteriores- es la que denominamos como la del supuesto banquete tecnológico universal. En este sentido, las bondades tecnológicas estarían servidas allí, al alcance de cualquier mano planetaria que las deseara o necesitara. Sería suficiente con acercarse y servirse. Pero desde Bacon sabemos bien que "el conocimiento es poder", y que éste no se regala ni se presta. Y al respecto, válidas para nuestro mundo, valdría recordar aquellas palabras que escribiera Federico List ya en 1841: "Es una regla de prudencia vulgar la de quitar la escalera con la que se alcanzó la cima, con el fin de quitar a los demás los medios para subir detrás"(6).

Los programas de Ciencia, Tecnología y Sociedad (CTS)


En su reciente libro sobre las tecnociencias, González Casanova resalta el decisivo papel que han tenido la investigación y el estudio interdisciplinarios para el desarrollo de las ciencias emergentes, y su empleo determinante en la actual fase del capitalismo organizado, neomonopolista. Frente a los anteriores paradigmas de la ciencia mecanicista, lineal y positivista, hacia finales de los años 1960 fue puesto radicalmente en entredicho el conjunto de esos presupuestos filosóficos, en el marco de un giro interpretativo, valorativo y político que primero se consolidó socialmente en los EEUU y luego pasó a Europa.

Sería en el contexto de los movimientos antinucleares, de la oposición a la guerra de Vietnam, de las crisis ecológicas, las revueltas estudiantiles y la crítica académica, cuando se fueron cristalizando replanteamientos críticos que cuestionaban explícitamente la rígida delimitación entre hechos y valores, así como la supuesta supremacía racional de la ciencia y de la tecnología y la neutralidad de las mismas.

Un sucinto resumen de algunos de los principales "mitos" positivistas, que según el científico Daniel Sarewitz habían guiado el desarrollo de las ciencias en los primeros cincuenta años del siglo XX, sirviendo más a los intereses de los científicos que a los del conjunto de la sociedad, incluía los siguientes:

 

- El mito del beneficio infinito : Más ciencia y más tecnología conducen a más bien público;

-El mito de la autoridad : La información científica provee una base objetiva para resolver disputas políticas;

- El mito de la frontera sin límites : Los nuevos conocimientos generados en las fronteras de la ciencia son autónomos respecto de las consecuencias morales y prácticas de los mismos en el seno de la sociedad. (7)

 

Así brotaron los programas de Ciencia, Tecnología y Sociedad (CTS) en numerosas e importantes universidades estadunidenses. El mensaje de dicho movimiento, originariamente académico, hablaba sobre los condicionamientos políticos y sociales y los trasfondos valorativos que rigen a la investigación y el desarrollo científico y tecnológico, e insistía y alertaba acerca de los graves impactos que estaban derivándose para la sociedad y el medio ambiente. A la vista de las consecuencias, en buen grado negativas, originadas por muchas de las innovaciones científicas y tecnológicas, se buscaba reivindicar la concientización pública y el control social sobre las mismas

A su vez, las tecnociencias de la información y la comunicación transformaron los colectivos, los entornos, las interacciones y las dinámicas sociales, económicas y políticas, para dar paso a la ahora creciente sociedad de la información digital . En esta visión, el alcance de los impactos y la velocidad de los cambios operados por las tecnociencias informatizadas supera ya el umbral crítico de las transformaciones revolucionarias en todos los ámbitos.

Esas configuraciones tecnocientíficas, características de los campos punteros del desarrollo científico actual, comprenden aspectos como la ingeniería genética o la informática, y han originado nuevas disciplinas como la bioinformática, sin la que no hubiera sido posible desarrollar el Proyecto Genoma Humano como una de las realizaciones tecnocientíficas más representativas iniciadas en el siglo 20.

Los procesos de tecnocientificación se extienden a toda clase de bioentornos, desde la producción de animales y plantas hasta la medicina y la reproducción humana. Los impactos de las innovaciones biotecnocientíficas (como los alimentos transgénicos, los animales clonados, el control casi total de la reproducción humana, las terapias génicas o la clonación de humanos en perspectiva...) están provocando transformaciones tan graves, rápidas y radicales que desestabilizan traumáticamente tradiciones culturales profundamente arraigadas, sin que se atisben formas efectivas de encauzarlas culturalmente de una manera adecuada.

En búsqueda de alternativas ante esos resultados socialmente discutibles, de frente a las divisiones teóricas entre la ciencia, la tecnología y la sociedad, los programas CTS promueven la integración de los entornos teóricos, técnicos, sociales y políticos, así como de los contextos de valoración y de intervención, y se destaca su relevancia cultural para poder comprender y manejar la tecnociencia contemporánea.

El enfoque cultural integrado al estudio de la tecnociencia proporciona una base más adecuada frente a las concepciones representacionales de la filosofía analítica o las puramente sociológicas de los estudios sociales de la ciencia y la tecnología, para interpretar e investigar integralmente la constitución y la dinámica de los sistemas, las innovaciones y las transformaciones tecnocientíficas.

En contraposición a las tesis que postulaban la neutralidad, la superioridad racional y la libertad absoluta de la investigación científica, los nuevos planteamientos críticos, interpretativos y valorativos, reivindican nuevas formas de investigación responsable junto con la valoración y la intervención social de carácter democrático en los desarrollos científicos y tecnológicos, así como nuevos planteamientos para la gestión y la política de la ciencia y la tecnología, y para la evaluación de las consecuencias y de los riesgos derivados de las innovaciones científicas y tecnológicas.

Al yuxtaponer los términos que dichas divisiones habían disociado, el mismo nombre de los programas de Ciencia, Tecnología y Sociedad indica que tratan de reunificar, en un complejo entramado, lo que había sido escindido filosófica y académicamente. La necesidad de integrar en CTS investigación y compromiso social y educativo no es una cuestión de armonía, sino la condición necesaria para la posibilidad de afrontar efectivamente los grandes retos planteados por las tecnociencias y las innovaciones tecnocientíficas, junto con los impactos y los procesos generalizados de tecnocientificación y globalización.

Las complejas configuraciones tecnocientíficas actuales plantean, sin duda alguna, el reto fundamental de la comprensión de su carácter esencialmente híbrido de teorías, tecnologías, agentes, prácticas y entornos materiales, simbólicos, sociales y ambientales. Ciencia, tecnología y sociedad no constituyen sistemas cerrados que se delimitan mutuamente, sino que representan dimensiones de un mismo espacio cultural, o, si s (e quiere, tres cabezas de un mismo cuerpo constituido por la cultura tecnocientífica. (8)

En razón de lo anterior, no era de extrañar que un buen número de científicos y académicos sintieran amenazadas su imagen, su prestigio profesional y su prominente posición en las instituciones de investigación, educación y gestión pública. A mediados de los años 90, en los Estados Unidos dio inicio una contrarreacción que instauró las llamadas Science Wars, en las que científicos junto con filósofos aliados empezaron a combatir los estudios críticos de ciencia, tecnología y sociedad acusándolos de pseudocientíficos y antirracionales, intentando restaurar la hegemonía de la idea tradicional de la ciencia y, de paso, defender posiciones y territorios profesionales y académicos.

En estas confrontaciones se han distinguido por su combatividad algunos filósofos, como el caso del filósofo de la ciencia norteamericano de origen argentino Mario Bunge, quien hacía ya tiempo que había declarado la guerra a los estudiosos y los activistas de CTS bajo la bandera de la filosofía analítica de la ciencia.

Las confrontaciones que han aflorado en las llamadas Science Wars (con la intención, más o menos consciente, de poner en marcha la restauración de la hegemonía académica e ideológica de las teorías tradicionales de la ciencia y la tecnología) marcan la situación actual y las perspectivas de los estudios de ciencia y tecnología con la clara contraposición de dos tipos fundamentalmente distintos de modelos y de proyectos culturales, sociales y políticos frente a los retos de la tecnociencia en el siglo 21. (9)

 

La nueva dialéctica, o el desafío del caos

La vigente segunda ola de mundialización de la economía trajo consigo la conformación de un gran mercado global de capitales, mercancías y fuerza laboral; la formación de la aldea mundial en un mundo interconectado por la revolución en las comunicaciones, y las acotaciones de la soberanía exterior de los Estados-nación en el sistema-mundo en formación.

En el reverso de la moneda encontramos democracias incompletas, estancamiento económico y grandes bolsones de marginalidad social como aspectos centrales del cuadro político-económico en la mayor parte de los países del planeta. Siguen las guerras, como la de Irak , marcadas y alimentadas por el desarrollo científico y tecnológico de nuevos armamentos, comunicaciones y transportes. Sigue la amenaza mundial de las armas de destrucción masiva nuclear, química y bacteriológica. Siguen los riesgos y los desastres ambientales de las industrias energéticas y químicas, por citar algunos puntos de alarma.

En su afán de contraponerse al régimen capitalista tradicional de explotación y sometimiento, tanto como al ahora vehiculado por los sistemas tecnocientíficos, es probable que a los ideólogos y dirigentes de los movimientos alternativos no les sea fácil aceptar que ellos -y sus herederos- vivirán en una etapa de inestabilidad y caos prolongados, con desestructuración y reestructuración acentuadas de las organizaciones y los complejos en lucha. Más difícil les será entender que las estructuras no lineales "internas" de las organizaciones o complejos y las estructuras no lineales de sus contextos "externos" facilitarán o dificultarán las acciones de las organizaciones y complejos en lucha.

González Casanova anota que muchos movimientos alternativos, o sus bases, estarán expuestos a "bifurcaciones de bifurcaciones", de esas que derivan en fenómenos caóticos y que sólo se pueden enfrentar con redes y fusiones, a sabiendas de que sin redes de unidades articuladas las unidades desarticuladas son objeto de fácil destrucción.

Los complejos liberadores serán más efectivos si se integran -como los opresores- con unidades o "nodos" autónomos y plurales, y si además de los vínculos-entre-las-unidades-autonómas establecen jerarquías con las ramas "centrales" y disciplinadas de "seguridad alternativa", en pie de lucha contra la dominación, la mediación, la represión y la apropiación excluyente.

De esa forma, las distintas combinaciones serán determinantes para el desenlace de los procesos y podrán plantearse escenarios en que primero se acaben los complejos industriales dominantes que el mundo, o en que eventualmente se negocie un cambio histórico para que el mundo no se acabe . Estos escenarios no se pueden descartar.

La construcción de una estrategia alternativa implica cuestionar nuestra forma de pensar en sistemas simples. Por sentido común, estamos acostumbrados a pensar y actuar con formas de razonamiento que corresponden a sistemas simples. No es cosa de descartar siempre, y en todas las circunstancias, esas formas de pensar, predecir, actuar, organizar y luchar. Hay fenómenos lineales que siguen siendo muy significativos, incluso en tiempos y espacios amplios; funciones, interacciones o relaciones sociales que en ciertos momentos y circunstancias -como las crisis- ocupan un segundo plano, pero que tienden a reaparecer aunque sea bajo nuevas formas. (10)

Agrega González Casanova que no podemos descartar organizaciones centralizadas con líneas jerárquicas funcionales para muchos fines de resistencia y sobrevivencia; ni impedir que en los procesos de descentralización circule toda la información necesaria en todas las redes y nódulos de un sistema autorregulado.

Sin embargo, la estrategia englobante exige que al pensar en un sistema complejo, como el capitalismo organizado, deberá pensarse en dos o tres sistemas más autorregulados y contradictorios. "Siempre dos o más sistemas luchan o se entienden, oprimen o se liberan, se disocian o se asocian. El concepto de un sistema único, por significativo que sea, no es el de un sistema complejo. Tampoco el de un sistema dialéctico". (11)

Se nos plantea, así, que el concepto de un sistema único en el capitalismo organizado es fuente de errores elementales frecuentemente ocultados por un juego de espejos conocido como "enajenación" o "cosificación" del otro y de sus posibilidades de reestructuración autorregulada, y como racionalización y ensalzamiento del sistema en que uno domina o desde el que uno lucha para que domine.

Quedamos advertidos de que frente a la débil interacción de los componentes de muchas organizaciones alternativas -característica de los sistemas simples-, frente a sus subculturas y sectarismos, se impone la necesidad de construir pluralismos culturales, religiosos e ideológicos, y articulaciones de conceptos-informaciones-discursos-actos de interés común, todos ellos articuladores de sistemas complejos, de alianzas, frentes, redes, tanto en los "centros" como en las "periferias".

Que esas alianzas, frentes y redes no abandonen el referente de las clases y busquen la hegemonía de los trabajadores es un objetivo a ser precisado con las definiciones y redefiniciones de los pueblos, los ciudadanos y los propios trabajadores en lucha por la democracia, la liberación, el socialismo.

En el actual capitalismo corporativo, los movimientos sociales antisistémicos necesitan dominar el nuevo planteamiento de los sistemas complejos que controlan el mundo entre el orden y el caos. "Con Henri Lefèbvre, tienen que plantearse 'la capacidad de recuperación del capitalismo' y 'la posibilidad de catástrofes' irremediables si no se construye un mundo alternativo". (12)

 

 

Referencias:

1. Julio Godio, director del Instituto del Mundo del Trabajo, "Las políticas laborales de los organismos multi-bilaterales de crédito y su impacto en las relaciones laborales en América Latina", agosto 2002.

2. Ibidem.

3. Pablo González Casanova, Las nuevas ciencias y las humanidades. De la academia a la política . Editorial Complutense , IIS-UNAM, Anthopos, Barcelona, 2004.

4. Pablo González Casanova, "El capitalismo organizado. Entre el orden y el caos". Internet, www.insumisos.com/Biblioteca/ Capitalismo

5. Ibidem.

6. Mario Casalla/ Mario Morant, IPLAC/FLATEC, " La revolución científico-tecnológica y la sociedad del conocimiento", Buenos Aires, Argentina.

7. Manuel Medina, Ciencia, "Tecnología y Sociedad en el siglo 21. Los retos de la tecnociencia y la cultura de CTS". Internet, http://ctcs.fsf.ub.es/prometheus21/

8. Ibidem.

9. Ibid.

10. Pablo González Casanova, "El capitalismo organizado.", Op. Cit.

11. Ibidem.

12. Ibid.

 

 

César Horacio Espinosa Vera. Mexicano. Escritor, poeta visual. Creó y ha sido coorganizador de las Bienales Internacionales de Poesía Visual y Experimental (1985-2004). Autor de libros y ensayos sobre poesía, arte, política cultural y comunicación, uno de ellos -en coautoría con Araceli Zúñiga- La Perra Brava. Arte , crisis y políticas culturales, del cual una selección de textos aparece en Ediciones Especiales de esta revista virtual.


Si quiere comunicarse con César Espinosa Vera puede hacerlo al e-mail postart@prodigy.net.mx

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