Santiago de Chile.
Revista Virtual.
Año 8

Escáner Cultural. El mundo del Arte.
Número 81
Marzo 2006

 

 

ROLANDO REVAGLIATTI DE ARGENTINA
PARA DOS CUENTOS DE HOMBRE, "FILM" Y "ARTISTA".

XIMENA CANCINO DE CHILE NOS BRINDA" DECISIÓN"

PIUKE PONE UNA INTRO_DUCCIÓN LLAMADA
"RELATO DEL QUILIMARÍ"
Columna "Cuentos" a cargo de Ricardo Castro
clnito@lycos.es

 

Intro_ducción

Relato del Quilimarí

por piuke.

Aquelarre animal durante el festín del desaparecido torito adolescente, cobijados en las sombras del valle, cerca del río en la noche estrellada, la jauría se reunía para darse al opíparo alimento, la carroña, interiores de un ex pequeño novillo.

La pájara trina al amanecer,

sobre las ramas de un joven pimiento.

La noche es toda cigarra, fue toda un solo de grillo,

los astros voladores habitan el cielo florido, suaves cantos de aves.

La paja está cegada, la hoz descansa entre hojas verdes, la pala duerme, las vías del agua están marcadas, los porotos se granan y maduran auxiliados por el sol eterno.

El rebaño es atraído por las aguas olorosas del Quilimarí un hombre y cuarenta animales lanudos.

Un macho monta a su hembra mientras ella calma su sed, coito veloz, peladas y ardientes rocas observan el prodigio, el instinto aparearse, un ave acuática flota en el agua quieta, se hunde, vuelve a aparecer, pequeños pececitos alimentan...colorean... su nutrido plumaje.

Yoghurt para desayunar, pájaros alarmantes con variedad de trinos. Entre pimientos aromáticos, entre antiguos vestigios de iglesias, de fábricas de mantequilla, de molinos destruidos por terremotos, se yergue la carpa iglú, autdoor del tríptico humano alimentado por tomates enrojecidos, por cebollas de cola larga y papas de medio kilo del parcelero Muñiz.

Para almorzar cazuela de cordero con caldo sazonado al comino, cocina de la señorita Carlina amenizada por la charla de don Elías, el bebedor a goteo de ginseng en su casa en la falda del cerro con ducha con vista al valle, cabina sin techo con agua pura de vertiente, teletransportada por milquinientos metros de manguera negra, agua subterránea para refrescar el cuerpo con cabeza caliente.

Río Quilimarí nutritivo, de ti chupan con poderosos motores provistos de tentáculos plásticos, para calmar la sed de tranquilos paltos, de brillantes frutos, de verdes limoneros, pimientos descascarados...

¡Traigan agua!

¡Agua traed!

gritan amarillos de ira pequeños tomates,

yegua blanca sola al sol del estío,

pace,

cultos cerros me índica Marcela,

vacunos en grupo de seis nos miran desde la ladera pasar

El caregallo les da por los cuatro costados.

En el bajo cosechan tomátes para la temporada del verano 2006, la piara juguetea a orillas de la chacra, las rocas del cerro se broncean, el busscar aníma a sus caballos de fuerza para que suban la loma.

La novia emerge desde los pitosporos con su vestido blanco elevado por el viento. Quilimarí y su familia de cardos por parásitos coronados, el terciopelo de los pinos en la ensenada estremecido por el coral trágico de los conscriptos en instrucción. Frescura de aire marítimo desde pequeña bahía Pichidangui, corderos-ovejas tumbados entre piedras rojas, ahí está el mar, ven a verlo a través de los inastillables, mar y su nubecilla blanca observándolo a incierta altura, mar con un solo de olas, con su tribu de vida submarina,

Mar de Los Molles de roca blanca en superficie, las aves del litoral con su culo de pintoras y pintores de piedras que asoman entre las saladas aguas, palafitos del norte chico, construcciones en A y el repetitivo monocultivar, espumosos bañistas entre espumantes tumbos asoman, la porteña nos lleva por la orilla del pacifico océano que desaparece en su infinito envase de agua contenida en movimiento perpetuo; tiempo de pino insigne, de futuras rukas, de futuro papel, de futura peste de aguas bebestibles, del futuro con muerte animal, aparece de pronto la gaviota mirando, sobre un poste de electrificada especie, su fuente de vida y alegría, su orillosa, blancosa espumosa agua del pez delicia.

Hora del triple eucaliptos del suelo ácido, de la hoja combustible, de la ladera marcada a pala mecánica, grabada con retroexcavadora, surcada por el agua de la lluvia, se acerca La Ligua.

23 de febrero, 2006.


Dos cuentos argentinos.

ROLANDO REVAGLIATTI

revadans@yahoo.com.ar

 

Film

Una joven dama argentina, se halla casada con un mexicano licenciado en abogacía. Tienen un hijito y una mansión en ciudad de México. Ella era cancionista de tangos hasta que se produjo su enlace, sin lo que se dice amor-amor, para acceder así, legalmente (por la puerta grande, principal), a la suprema misión a la que una mujer muy mujer está destinada: dar a luz y consagrarse al retoño. Aunque rígido el magnate esposo, condesciende en acompañarla a presenciar un ensayo de la compañía (en gira por aquellas latitudes) de artistas de variedades en la que había participado, para así reencontrarse con sus ex-compañeros, entre los que se cuenta quien fuera su novio, el pianista, que la sigue adorando. Incómodo entre esa gente, con brusquedad el marido se retira sin saludar. La consorte se despide de sus ex-compañeros, excusándose, con el objetivo de alcanzarlo. Esto no ocurre y acepta la invitación del gentil ex-novio de trasladarla en su auto a la suntuosa residencia. Pero el pillo pianista no enfila hacia allí. La ex-novia lo advierte y protesta con despliegue motriz, a consecuencia de lo cual el automóvil choca, el ex-novio (y desde entonces ex-pianista) muere, y la ex-cancionista queda con magulladuras. Enterado el huraño picapleitos, con estupor y arrasadora indignación, que su (para él) ex-intachable esposa se encontraba en el vehículo del ex-novio al desencadenarse el accidente, decide divorciarse de ella y, cruel, separarla del vástago, al que comunica que no volverá a ver a su madre (cuando éste, como siempre, se entretenía oyendo en el fonógrafo los discos de 78 grabados por la mami en épocas de esplendor). Corroído por los celos y la omnipotencia, el agraviado cónyuge destruye discos, fotos y demás rastros de la abominada. Disponiendo de influencias, consigue expulsarla del país. Adoptando un nombre artístico retorna ella a su métier , en el que vuelve a descollar, y de este modo van transcurriendo los años, añadiendo alguna cana señorial y efectuando temporadas hoy aquí, mañana allá, con compañías conformadas, entre otros, por bailarines, músicos y malabaristas. No arma pareja (su representante y empresario la ama en secreto) y añora a su hijo, ansiando la extinción del ex-marido, a quien al admitir la derrota, habíale augurado que él abandonaría este valle de lágrimas, antecediéndole. Avispada un buen día de que esto había acontecido y que el hijo se tambaleaba, desmoralizado desde la desaparición física de su padre, que lo había criado en el odio hacia la supuesta casi ex-adúltera, regresa a México, tras caducar, merced ahora a sus propias influencias, la disposición que lo impedía. El muchacho se embriaga y dilapida su fortuna en juegos de azar, habiendo interrumpido la carrera universitaria (abogacía). Y es también el azar quien dispone que la chica de la pareja de bailarines que el empresario contrata ya en la capital azteca, esté noviando con el confundido ricachón. Descubre la madre que ese mozo apuesto e impertinente que le fuera presentado en una fiesta, candidato de la vulgar y trepadora danzarina, es exactamente su único hijo. Dimes y diretes, lindos momentos y malos entendidos, desesperación y regocijo, la madre impulsa tan perfecta estratagema que logra desnudar los innobles (embaucadores) propósitos de la blonda ordinaria, que no sólo no estima al muchacho, sino que, además, está ya unida en matrimonio con su partenaire . Es tal el flujo de apasionada simpatía que irradian hijo y madre entre sí, que producidas diversas citas equívocas, el hijo enuncia, intentando besarla en los labios, que ha comprendido que ella está que arde por él. La madre se horroriza, claro, qué menos, se espeluzna, y se casa, de nuevo sin amor, con el representante y empresario (como para conjurar pulsiones, me sopla sonriente un amigo, estudiante de psicología). Por fin, estando la madre interpretando en el primer coliseo un tema amargo, sombrío, pernicioso, impregnado de desconsuelo, y divisando al hijo entre el público yéndose abatido, intuye de súbito que él se escurre dispuesto, acaso, a quitarse la vida. Corre y lo alcanza, así nomás, él ya en su coupé y con el motor en marcha. Asciende y él arranca furioso, contrincante de sí mismo, y conduce a velocidades inauditas, sin rumbo, mientras ella lo apremia instándolo a toparse contra el bendito grado de parentesco que los involucra. Se lo grita la madre justo cuando la coupé , ingobernable, está por desbarrancarse. Ambos salen despedidos, la coupé se incendia, la madre (Libertad Lamarque) perece, y el hijo, contuso, llorándose todo, la sostiene entre sus brazos (filiales en la tragedia), sentado, apoyado contra un árbol, como a una amante.

 

 

ROLANDO REVAGLIATTI

Artista

Al principio del proceso de gestación, le ocasionaba inconvenientes diversos a su mamá, tenues y vulgares. El parto fue normal, y en la cama matrimonial de sus papis: borroso don Lacio, ya un provecto, y Catalina. A Andresito lo antecedieron Gustavito, luego el robusto adolescente Gustavo, y Luisita, recibida precozmente de ingeniera civil y con promedio distinguido. Andresito y Gustavito eran rudos entre sí, en tanto con Luisita se mostraban considerados. Andresito era el más serio de los tres. Y el segundo más serio de los cinco. La fiesta acontecida a raíz del vigésimo cumpleaños de Gustavo, se malogró por el síncope que demoliera a don Lacio, más lacio que nunca yaciendo sobre el sofá del living, rodeado por la muchachada. Catalina no tardó en volver a casarse. Y Andresito contrajo hepatitis, en represalia, a modo de amonestación por ese enlace con un anciano entero y pintón. A él no le resultaba sencillo entregarse y disfrutar. Y se martirizaba por nimiedades y desacuerdos con circunstanciales novias o amigas. ¿Avatares?: un par de blenorragias, o bien, borracheras con vino del zorro, o amontillado, o vodka, después de cortes bruscos.

Quiso el destino que a su medio siglo se encamotara nada menos que con una mendiga con parada en Retiro. Y que la sustrajera y la hiciera bañar, y curar de esos estigmas ulcerosos en las piernas. Y la extirpara de las calles ubicándola en un piso donde la ama con fervor encomiable. Y la vista en Gina Buti y la peine en Miguelito Romano. Y la declare su musa redimida, ya que inusitadamente estimulado, escribe y pinta ahora, y la menta y la plasma desde la pluma y el pincel. Es en la Galería de Arte y Poemas Ilustrados Delacroix donde expondrá desde el próximo primero de marzo, fecha de la vernissage con celebridades invitadas, y ágape y prensa, hasta el diecinueve de ese mismo mes.


Un cuento de chilena.

 

Ximena Cancino Cifuentes

ximenacancino@hotmail.com

 

DECISIÓN

Hay cosas que nos pasan en la vida que nunca pensamos sucederían, unas buenas, otras malas o muy malas.

Después de veinte años, el curso que egresó de enseñanza media, acordó reunirse para compartir experiencias de vida.

Sucedió que mirando las fotografías de ese tiempo, me llamó la atención un joven, que ahora es todo un hombre con su vida formada. Un día recibí una llamada de él, para ponernos de acuerdo y encontrarnos los que un día fuimos jóvenes y compartimos sentimientos, sueños de futuro, amores de juventud. Su voz se quedó pegada en mí. Las noches siguientes sentí su presencia en mi lecho. Cuando amanecía, la razón me mostraba que el placer que me hacía sentir con sus caricias no podía ser. Era ilógico, él nunca me gustó. Los días de espera de la fecha acordada se fueron haciendo cada vez más lentos hasta que por fin llegó el momento.

Nos encontramos. Todos haciendo lo posible por parecer lo menos viejos que se podía, pero era ABSURDO, los kilos se habían dejado caer, las enfermedades, las tendencias sexuales, y dos nos acompañaban desde el más allá.

Entre risas y llantos fue avanzando la noche, los tragos fueron acumulándose en el cuerpo y la felicidad de estar compartiendo nos llevó a decir y hacer cosas sin razonar, ni analizar las consecuencias, en ese momento no había futuro sólo existía el presente.

Sebastián se acercó y susurró "estás bonita", luego me tomó de la mano y nos fuimos a un lugar apartado del resto, puso su mano por detrás de mi cabeza y después de darme un beso apasionado me propuso hacer el amor, dijo que nos olvidáramos de nuestras respectivas parejas. Yo quería y acepté. Quedamos de acuerdo para encontrarnos al día siguiente, mi marido estaba de viaje, así es que no había problema. Ese día desperté temprano y pensé que debía bañarme, lavar mi pelo, depilarme minuciosamente, elegir mi mejor ropa interior, perfumarme, ir a la farmacia a comprar preservativos por si él no llevaba. Porque no sabía qué vida había tenido durante esos veinte años y el sida podía hacerse presente. Entonces me dio lata. Me acurruqué en la cama y después de dos bostezos decidí seguir durmiendo. Sonó mi teléfono, lo tomé, lo desconecté y seguí por la vida sin depilarme.

 

 

 




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