Santiago de Chile.
Revista Virtual.
Año 7

Escáner Cultural. El mundo del Arte.
Número 74
Julio 2005

 

WILLIAM EGGLESTON:

EL SILENCIO DEL COLOR

Por: Ricardo Arcos-Palma

Este mes en Revelado, echaremos un vístazo crítico restrospectivo a uno de los fotografos más importantes de la contemporaneidad. Se trata del fotografo norteaméricano William Eggleston (1937) a quién redescrubrí hace unos tres años en una exposición restrospectiva realizada en la Fundación Cartier en París. Existe una característica constante en la fotografía de Eggleston: es lo que yo he llamado el silencio del color . Sus fotografías desde los años 60s, se cargan de una atmosfera particular, no solamente porque ellas incursionan en el color -(Eggleston es uno de los pioneros), sino también porque ellas nos muestran la fuerza de los colores; pero tal fuerza se manifiesta en el silencio. El silencio en este caso no debemos entenderlo como una ausencia de sonido, sino como una depuración pues bien sabemos que el silencio absoluto no existe. El silencio en realidad perfora los tímpanos. Y en este caso el silencio del color, mantiene abierta la pupila del ojo hasta la ebriedad. Pero el color de qué? Eggleston fotografía el detalle de objetos de la vida cotidiana estadinense: casas, automóviles de diferentes marcas: Ford, Chevrolet, o vallas publicitarias de productos estrella como Coca-Cola, Pepsi, así como un rincón olvidado, que en ocaciones el transeúnte no ve, simplemente por que a fuerza de pasar al lado termina ingnorándolo por completo pues este objeto no salta a la vista. Un bombillo en un espacio cualquiera, es tema de representación. Objetos dispuestos en un rincón de una habitación cualquiera, objetos de la cocina o del interior familiar americano de los años sesentas y setentas. Objetos del espacio urbano de Tennesse su Estado natal y de otros sitios estadinenses, forman ese mundo objetual fotografiado por Eggleston.  


La deuda que tiene este fotografo es enorme con Walker Evans y con Henri Cartier-Bresson. Sin embargo Eggleston va más allá. A través de un proceso fotográfico de transferencia (dye-transfer), el color de los objetos y los lugares acquieren una cierta inverosimilitud. Las cosas parecen irreales al mismo tiempo que nos muestran su carga simbólica esencial, como en la serie "Los Alamos" de 1974, donde un grupo de jugadores sentados frente a unas vistozas máquinas nos muestran un mundo casi artificial o en donde un detalle de las piernas de una joven, se muestra discretamente, entre sensualidad e inocencia, confundiéndose con un fondo banal de una calle cualquiera y asignándole a esta fotografía un carácter erótico indiscutible.

 

Los detalles de los automóviles, se convierten en espacios arquitecturales imposibles, en donde el color, una vez más, manifiesta su enorme poder simbólico, siempre dentro de una especie de silencio ensordecedor. Los personajes de Eggleston son también algo objetuales. Fotografiados en una clara actitud de pose, se confunden dentro de ese mundo objetual, donde las cosas y los personages parecen entrar en simbiosis.

La exposicion Kyoto de William Eggleston que se exhibió en la Fundacion Cartier, nos muestró un trabajo bastante interesante. Bajo encargo de esta fundación, el fotografo viajó a Kyoto desde el 24 de septiembre al 2 de octubre del 2001. Como resultado de este viaje, quedan unas fotografías maravillosas, donde más que nunca se percibe el silencio del color. De construmbre hemos escuchado que el color es ruidoso, pero en estas imágenes el ruido desparece por completo. Ayudado de una camara Fuji 6 x 9cm y de una Leica 35mm, el artista se sumerge de nuevo como sabe hacerlo, en esos lugares donde el ojo no se detiene, en eso detalles que sólo son evidenciados por el lente fotográfico y la mirada del artista. Asi en Kyoto , surgen nuevas imágenes de las casas, de los autobuses, de uno que otra personaje femenino en su mayoría, que se mescla con la transparencia del cristal, de  la ventana  restaurante o de un autobus escolar. En otras fotos, vemos la escritura oriental, como esos grafísmos imposibles a los ojos de un occidental no iniciado en esta caligrafía llena de color y fuerza.

En otra de sus fotos vemos unos peces al interior de un acuario, listos a ser consumidos por un cliente exigente, en un restaurante de las calles de Kyoto. En otras fotos, las máquinas de simulación y de juegos electrónicos, nos revelan ese un universo de esta ciudad oriental, donde se confunden tradición y modernidad. El ojo fotográfico de Eggleston, nos revela unas imágenes magnificas, dentro de la mágia del color fotográfico y su revelador silencio.

Ricardo Arcos-Palma.

París, 23 de junio del 2005.

 

 

 

 

Si desea escribir a Ricardo Arcos-Palma puede hacerlo a ricardo.arcos-palma@noos.fr
Esperamos Su Opinión.
¿No está suscrito? Suscribase aquí.

[Volver a la Portada] - [Visita la Comunidad Escáner Cultural]


Las opiniones vertidas en Escáner Cultural son responsabilidad de quien las emite, no representando necesariamente el pensar de la revista.