Santiago de Chile.
Revista Virtual. 

Año 6
Escáner Cultural. El mundo del Arte.
Número 67
Noviembre 2004

LA SOPA ESTÁ HIRVIENDO, George
(Mafalda, mi Primera Enmienda)

OCTUBRE ROJO EN BAGDAD: LOS PASOS PERDIDOS DE LA CASA BLANCA

UNA AGUJA EN EL PAJAR DEL DESIERTO
CON PIES DE BARRO EN EL DESIERTO

¿EL MUNDO ES REDONDO o DE CUADRITOS?
(La sucia carrera hacia la Casa Blanca: el sueño de Stegodon)



DEL CUADERNO COLORADO DE SILVIA BANFIELD
(Tu vatis eris, serás un poeta)


Por: Silvia Banfield

2.000 personas colocan en el campo del fútbol al lado de la High School secundaria de Boulder que forma una escala con una muestra del dólar y la tierra y el explicar "de noviembre el 2 decidimos" la tarde de martes. El proyecto fue organizado por el fotógrafo Juan Quigley y los líderes de la juventud en la acción.

Recíclame el paraíso perdido, papá, soy tu Silvita. ¿Me recuerdas? Estoy mal estacionada, lo sé. Las cañerías dejan correr las aguas de un tiempo raro. Yo diría que no termina de definirse. No soy yo sola la que espera un cambio, sino el mundo. No hay otra razón para esperar el calendario en Otoño. Ya no puedo hablar de otra manera que no sea en primera persona. Esta vez, al menos. Perdona. Entra un viento simple de la nada. Qué puedo decirte, negar o afirmar. ¿De qué hablamos, me pregunto, cuando la distancia es un hilo lejano sin puntas? Una nube es menos que el cielo y el sol, pero existe. Una noche helada, brillante, me recuerda Colorado, días acerados, casi sin temperatura. La nieve que hacía su propio paisaje, imborrable, perdidamente blanca, hermosamente silenciosa, y con su cara triste cuando le comienza a derretir la nueva estación. Su traje silencioso que se ve en las noches, se hace agua y cae lentamente. Hay medios días llenos de luz, otros, filtrados de un gris indiferente, y reflejan la opacidad del momento. Quiero decirte que son como los cuerpos de las personas. Leo en un viejo Diario que me escribió el poeta o que me escribirá. No lo sé. Pero lo siento algo dicho o por suceder. Noche, dime: ¿Dónde está ella/, la que amo /como si fuera /la sombra de mi sombra? Al poeta le gusta también la geografía y la describe con palabras más apropiadas, aunque para la naturaleza lo más apropiado es su contemplación, sin reglas gramaticales ni etiqueta. Eso lo recuerdo de ti. Un tiempo también adivinado en otro tiempo. Veo a Charlie, en su pequeño silencio, alumbrado con la gracia de su risa. Está sentado leyendo en una banca detrás de la casa. Es un día sin tiempo, y todo llega a mi memoria como si fuera una fotografía. Las montañas están sin nieve, preparándose para un tiempo duro, que ya conocen sus espinazos.

§ Me estacionaría en Loveland Pass

Te escribo después de estar una hora y media en la redacción, escuchando, viendo, sintiendo, como se despedaza todo, el mundo pasó en segundos por mi nariz como una bola de fuego llena de humo, con sus cráteres de horror, manos, pies y ojos, como queriéndose bajar en alguna parte. Salpica el miedo y se siente como un luto antiguo. Un cuervo lleva en su pico las últimas noticias a la estación satelital, que arrancó de unos cadáveres escrupulosamente documentados por la muerte. Un búho nos miraría con su clara sabiduría, sin ninguna preocupación. Sin embargo no está, no es posible entonces. Yo estoy mal estacionada. Siento esa sensación, un rumor blando, de ovejas y carneros degollados. Un lápiz azul labial me pinta el pasado. Si estuvieras a mi lado ahora, haríamos juntos el viaje en el tren de Colorado. En Loveland Pass me estacionaría a dejar pasar el tiempo. Los negros nubarrones no hacen verano. Un mundo mejor, dice la propaganda. Una cosa es la montaña y otra la gente. Viajo en este minuto por Loveland Pass , altas, blancas, inmaculadas montañas. Su silencio es majestuoso. Ahí nacieron y murieron los antepasados de esta Nación. Era su ombligo la tierra, el corazón, la casa, la madre raíz. Cuando viajo en los recuerdos o por las carreteras del Oeste, veo sus rostros aún viriles en las rocas, teñidos de arcillas rojas, y sé que son el vivo paisaje de sus antepasados. Siempre están en el camino estacionados a la orilla. Nadie debiera dudar que aquí pertenecen. Tú te identificarías con ellos, con los que quedan, hijos de las almas que ya partieron, retazos de una descendencia casi borrada, siempre ignorada, pero no ausente. Si te lo propones, los sentirías vivos en esas montañas, ríos encajonados, que viven de la libertad que el tiempo les aseguró lejos de la mano del hombre. Son tan profundas las huellas, más que el olvido. Es América, papá, octubre 20 del 2004, a dos semanas de las elecciones presidenciales más importantes de los últimos 50 años. Huele mal el rancho y la democracia tiene más que un catarro común y corriente en el cuerpo. No hay vacuna para lo que está sucediendo. (Y el sobreprecio, me entero, para la gripe, es de 100 dólares por una vacuna en Colorado).

El presidente aún habla de victoria en Irak y que él es el único que puede alcanzarla. Fue el mismo sueño de opio de R. Nixon en Viet nam, cuando arrasó los arrozales con napalm, quemó la piel de los vietnamitas y todos sabemos que sucedió finalmente en la mesa de París. K y Bunker tuvieron que entregar puente por puente, todo. Sólo quedaron en la memoria de los negociadores las canchas de gol que ya habían perdido con los bombardeos. Una grama artificial que producía u relax y felicidad momentánea. El hoyo 18 fue para enterrar la guerra,

afortunadamente. No hay victoria en una guerra y menos en una injusta, donde han muerto 1.100 norteamericanos y más de 8 mil han resultado heridos. La muerte en Irak de 54 empleados Halliburton, gigante de los hidrocarburos, empresa que dirigió el vicepresidente Dick Cheney, refleja la magnitud de la tragedia de la invasión anglo-norteamericana. Otras decenas han regresado con problemas sicológicos profundos y muchos no se sienten seguros de estar en el lugar correcto. Otros vagan en sus casas con el síndrome de Bagdad. Sin contar la destrucción física, espiritual, cultural, irreparable, que los ejércitos invasores han hecho al pueblo de Irak, es una guerra perdida de antemano para el mundo. La muerte de civiles, las degradaciones en las cárceles, torturas en Guantánamo, Cuba, a ritmo de regué y rock enloquecedor, no son gestos que propicien democracia, paz y libertad en ninguna parte del mundo. Lo que se ha disparado, es una ola de temor y terror incontenible con un saldo en rojo para la humanidad, y una orilla, tira de la otra orilla del mantel. El desenlace, de un acto irracional, es que la cristalería se rompe en mil pedazos y ni un zurcidor japonés lograría repararla, retornar al cristal a su lugar y armar un simulacro de aquí no ha pasado nada. La muerte es irreparable. La tortura es irreparable. Las mutilaciones, pérdidas de órganos, son irreparables. El tiempo de ruina es irreparable. La muerte violenta, inducida, hace crecer más odio en el corazón del hombre. ¿De qué victoria se puede hablar, Señor Presidente? ¿Estados Unidos y el mundo necesitan un presidente constructor de guerras o de paz? Un presidente que recibe un solo ataúd de un soldado ha fracasado en el compromiso de su misión de construir un mundo seguro, estable, con oportunidades, dignidad para todos, sabiduría, las bases de la verdadera fortaleza de una nación líder. No quiero hacer un discurso, papá, quizás haya perdido el hilo, la intimidad, lo personal de esta nota mía, pero ¿qué otra cosa se puede decir desde el balcón solitario de la impotencia? Desayunamos, almorzamos, comimos y casi dormimos con Kerry y Bush. Más de 800 veteranos llamados a combatir a Afganistán ye Irak, se negaron a ser enrolados. ¿No hay un traductor de estos mensajes en la Casa Blanca?

§ El día cae

El día cae como una pesada persiana sin ojos. ¿Los ojos que no ven, corazón que no siente? Craso error, los ojos tienen el corazón por dentro, pueden llegar a encenderse de odio o de amor. Yo confío en the people , papá, en el corazón de un niño. El corazón de un niño te habla con el corazón. El canal de televisión por cable Nickelodeon, dedicado a los niños, reveló una encuesta de 400 mil infantes que dieron ganador a J. Kerry como presidente. Los niños no votan, pero hablan y reflejan a sus padres, lo que ellos piensan. Estos sondeos electorales se hacen desde 1988 y los niños han acertado en un cien por cien. Cruza los dedos papá, necesitamos un cambio. Los niños señalan un camino hacia el cambio, ese es el futuro.

Espera, han pasado un flash: estoy viendo a Fidel Castro rodar, ha caído envuelto en su uniforme verde olivo, pero sigue hablando, explicando. Es la foto, la toma que la Florida espera hace 40 años. Un cuerpo verde en algún lugar del piso de la Isla. ¿Ha caído el caimán? Para sus seguidores es inmortal y para los presidentes de Estados Unidos, pareciera que lo es doblemente. Los inquilinos de la Casa Blanca pasan y pasan y Fidel se queda. El mismo se está diagnosticando: rodilla fracturada, dice, y un brazo al parecer. Siento un grito sordo de la Florida: que sea la izquierda!!!!!!!!!. Ha pedido disculpas al pueblo por el accidente y advierte que seguirá trabajando con yeso. No sé por qué, me recuerda El Quijote de La Mancha frente a los molinos de viento. Ahí está a 90 millas del coloso del Norte, y el relevo de los gigantes pasa por la Casa Blanca, mientras Fidel Castro se mantiene en el poder, como si los huracanes sólo golpearan a la Florida. Después de 600 atentados, esta inocente caída ha revolucionado a Estados Unidos. Una esperanza, han dicho, en sus primeras impresiones. El viejo Titanic ya tiene 78 años y sigue esquivando el iceberg del Norte. 90 millas, 90 millas y aún ahí, flotando en sus propias aguas y nosotros durmiendo con el enemigo y viceversa. Reagan lo esperó en su invernadero hasta pasado los 90 años, y nada.

Siento como que un mayordomo vigilara mi puerta y la fuera echar abajo para preguntarme si ya me sirvieron el café. ¿Sabes?, La Florida nos transformó hace cuatro años, en la nación bananera más grande y poderosa del mundo. Es el estado bananero de la Unión. Inauguró el fraude electoral, que se ha regado en el deseo de otros estados. Missouri es uno de ellos. El pueblo pisó su propia cáscara. Resbaló la Nación de costa a costa. Dejamos que se instalara un mayordomo en la Casa Blanca, sí, ahí, en el jardín de rosas y ya nadie huele bien allí. (Un paréntesis, nada más, para que sepas que dicen los expertos del sistema electoral norteamericano: El sistema tiene problemas relacionados con la historia de exclusión política del país, el racismo y las dificultades para asimilar a los inmigrantes. Es un sistema muy rígido, de baja participación electoral. Y además están los problemas en los mecanismos de votación que vimos en 2000. Es una afirmación del politólogo argentino Luis Tonelli, quien será observador de las elecciones del 2 de noviembre. ¿Se le podrá creer? Es un especialista en observación de elecciones en países del Tercer mundo. ¿Tanto ha descendido la nación Americana? En la Florida está el General Noriega, un experto en desaparecer urnas. Puede ser un envidiable asesor de la nueva República Bananera. No te rías, que está en juego el país y el mundo.

§ El Deep South, como el blanco algodón

El Deep South , el Sur Profundo, se está moviendo de una mala manera republicana. "En Missouri volverán a utilizar el sistema que usaron en Florida hace cuatro años. El hombre encargado del sistema allí es, además, candidato a gobernador. Imagínese eso". Son palabras textuales de Luis Tonelli." Cierro el paréntesis). Un poblado de canoas grandes, Missouri, un río que crece con el Mississipi, y casi no tiene fin. Saben de esclavos y silenciosas plantaciones de algodón.
Hoy ya nadie puede sentarse a mirar pasar el cadáver del enemigo, porque el tuyo va detrás. Qué mal huele de donde viene el mal. Se siente y se sienten los pasos de decenas de miles de abogados por toda la Unión, movimientos de manos y de villanos, papeles, códigos, órdenes que atraviesan la noche, pesadas tuercas que amarran sus pernos engrasados. El miedo apura sus guantes negros, una extraña sensación de sigilo recorre el cuerpo de la gente común y corriente. Ya dieron la partida para el dos de noviembre en varios estados, la Florida, Colorado, Texas, Arkansas, Nuevo México. Early voting (voto anticipado) en 31 estados, y nadie puede asegurar resultados legítimos: Banana Republic . Un hombre equivocado en el lugar equivocado nos llevará para un sitio equivocado. La guerra le ganó los ojos, Mr. President. Sólo quisiera unas horas en Juniper Pass , y que este ventanal fuera sus blancas montañas vírgenes, la mañana espléndida de cada día.

Las elecciones están de la hasta la z, como nos dijo hoy el Editor. Y el mundo, alguien dijo, se quedó sin abecedario, y la ONU, maneja la h muda. Hubo risas y miradas ruinosas, de escombro, otras inconfundiblemente de asombro. 13 rostros absolutamente fatales desde algún punto de vista. Apretados algunos, magnificados quizás otros por las circunstancias, pero nadie dio cuartel, ni cedió un centímetro terreno a la duda de que estamos en momentos de cumbres borrascosas. La escena se define con una sola palabra, o tres: un cuadro de encrucijada. No lo era para menos, el presidente de la Reserva Federal de los EEUU, Alan Greenspan, había dicho hace algunas horas que el endeudamiento sin precedentes de los hogares en EEUU y los crecientes precios de la vivienda no son una amenaza grave para la economía nacional. Un rostro sin rostro muy poderoso y conocido, pero dejaba un poderoso rastro sabor a hiel, la marca de un viejo zorro. La deuda de los consumidores en Estados Unidos, según sus cifras, es de unos dos billones de dólares, el doble del endeudamiento de hace diez años. Días antes había afirmado que el alza del petróleo no era ningún problema para la economía mundial. Se puede lanzar un balde de agua fría, pero hay maneras, y no en pleno mediodía. Sentí que sus ojos muertos me escarbaban mis cuentas, los impuestos, y entraban en mis cajones secretos, en los bolsillos, la cartera, como un dócil cocodrilo dispuesto a llevarse todo, con una decencia imposible de enfrentar. Dejé que el rostro y la voz fueran diluyéndose en el fondo de una bóveda de banco, enfriándose, acomodándose para morir, o bien descansar en su nicho natural. La redacción seguía su curso, lo de siempre, confrontación de agendas, fuentes, rutas, reflexiones, opiniones, dudas, ideas, preguntas.

En Roma el artista Ottmar Horl hace una instalación de 800 bustos para conmemorar los 150 años del nacimiento del poeta francés Arthur Rimbaud.

§ Rimbaud, un poeta sin orillas

Yo ya no estaba allí, había dejado de estarlo en medio del rumor de la voz monocorde, falsa, de Greenspan, porque leía al poeta francés A. Rimbaud, de natales: un siglo y medio.

La carátula del libro tiene su rostro infantil, los ojos azules perdidos en la niebla, su nariz respingada y el corbatín, una mata de pelo proverbial. Labios apretados, viendo lo imposible de retener, anticipando su propio olvido. Rimbaud era un poeta sin puntas, ni márgenes, una orilla de la orilla de un río infinito. Un iluminado de su propia oscuridad. Tan desesperado como la desesperación misma. Sentía que había nacido en el lugar equivocado. Aunque para un poeta, lo importante debiera ser nacer. Rimbaud nació para cambiar la poesía, arrebatarle la alquimia del Verbo a los dioses, en Charleville-Mézieres (Ardennes), un pueblo provincial de Francia , cuya partida bautismal siempre renegó y decidió dejar atrás para siempre, como un mal recuerdo. París le agrandó los sueños que traía de fábrica. Bautizó su amor con el Poeta Paul Verlaine, otro iluminado de esas calles de Dios, en un romance que la literatura universal festina en el gran anecdotario del mítico poeta, enfant terrible de la poesía. Se fugaba del "tedio infinito", indignado quizás del futuro, de la mano obrera de la noche, de un pasado que le aburrió en su propia cuna. Demonios y ángeles fueron un mismo sueño, criaturas de un idéntico cáliz, y su copa fue la noche iluminada de la poesía. Poeta joven aún, que abandonó la poesía en la adolescencia y que sus caminos africanos le condujeron a ningún camino. Ignoraba que borraba sus huellas imborrables, escribía el futuro en el aire de Harar, unas rutas llenas de misterio, sacrificio y dolor, donde se mezclaba el árabe, el comercio vil, la mirada de las fatigadas bestias cómplices de un delito de vida. La noche carga las armas de contrabando. Un pulso constante desde que abandonó su aburrido pueblo: París, Londres, Adén, partió de Gare en Gare, el poeta, sentía que alguien le pisaba los talones, como que el mundo fuera una negra pizarra para perderse. Rimbaud se hizo desierto Lo real maravilloso de su realismo mágico en la prosa de la vida, fue perderse, sumarse así mismo natural, en el paisaje barroco del silencio, la perfecta asimetría, ojos que sólo ven el ave, oídos que sienten las patas apresuradas de la liebre y lo liviano de la arena en un inmenso mar desolado.

La poesía es otro cantar de un mismo cantar, un ruido interno que viaja en el poema, la palabra. Una manera de despojarse del equipaje psicológico, de robarle el fuego fatuo a la realidad. Águila solitario, el poema. Un nido que no le pertenece al poeta, sino al lector, rama más cercana del árbol, tú, hipócrita amigo. Rimbaud no sólo dio colorido, pintó las vocales, sino las ubicó donde creyó que correspondían en el poema, y fundó una poesía socavante, del infernal, tedioso, asfixiante establecimiento, que pisaba y escupía como un adolescente eterno, que convocaba ángeles y demonios por igual. Un poeta angelicalmente endemoniado, con los intestinos al aire libre y la mueca del espanto, sonriéndonos aún detrás de tantas falsas iglesias poéticas. Degolló el ruiseñor de Keats, pero lo dejó cantando para siempre. Pareciera que en poesía y vida, se enfrentó siempre al final del camino, determinado a llegar a alguna parte, dejó pronto su casa materna, una y otra vez, y luego de manera definitiva. Abandonó la poesía en un acto terminal, y las especulaciones sobre su origen, superan todas las combinaciones del abecedario. África fue su último misterio. El Vidente, inventor del color de las vocales, el enfant terrible que sentó la Belleza en sus rodillas, y la encontró amarga y la injurió. Parece una buena letra de tango, pero son unos versos de Une saison en enfer , muy conocidos por el mundo lector y celebrados Urbi et Orbi . ¿Poeta del silencio o de passage (en tránsito)? Poesía era su acto de vida, y quizás esa sociedad que le rechazaba y olfateaba con desdén su audacia, búsqueda infinita, absoluta de la insurrección, le expulsó de sí mismo, le dejó en tránsito, un viajero de si mismo. ¿Un desalmado u hombre de dos almas? Rimbaud pareciera resistirlo todo con el tiempo. Su azucarada y biliosa amistad con Paul Verlaine, el vómito de su Corazón Robado en plena cubierta en alta mar, la relación de fría lápida autoritaria con La Mother, el pesado monedero que cargó en parte con su muerte, la prisión de sí mismo, la ruta infinita que le atravesaba su sedienta garganta de aventuras y que le conduciría finalmente a Marsella, a un nicho empujado por la mano de su madre y el destino.

Cuando no tienes nada/, no tienes nada que perder/ Eres invisible ahora,/no tienes secretos que ocultar.¿/Cómo se siente/ verse solo consigo mismo, / un perfecto desconocido,/sin ningún hogar al que ir,/como una piedra que rueda...?

No hay comienzo ni fin en Rimbaud, sólo pasar, pasar.

Es lo que hace el hombre en pleno siglo XXI, sin las videncias de Rimbaud, ni de sus enigmáticos objetivos, secretos caminos, aunque el dinero fue uno de los principales en su estancia africana, para asegurar un futuro seguro y estable. Y como dice Juan Goytisolo, "todos somos emigrantes, en búsqueda de una nueva civilización. Muchos, dice el escritor catalán, "sueñan con un visado imposible o se juegan el pellejo para alcanzar la orilla vedada." La frontera mexicana se ha transformado en el mayor corredor de la muerte del planeta. Esos mismos habitantes del vagón de la cola, despreciados, que junto a otros 40 millones de latinoamericanos que se han transformado en la primera mayoría de Estados Unidos, son hoy codiciados por los candidatos a la presidencia, en los estados de la Florida, Nuevo México, Colorado, Texas, entre otros. El patio trasero, su sitio de origen, cada día importa menos a Wahington, a no ser que se encienda la mecha en alguno de ellos. La muerte sigue forcejeando para ganarnos el porvenir. Vieja zorra, libertina, tramposa, impúdica, embaucadora, astuta, ladina, ya sabemos que te tienes una fe inmensa, porque sigues arrastrando el cuerpo enemigo por Bagdad y la acera de enfrente. El primer perro con que te encuentres en la calle, te lo dirá: la muerte es más grande que el desierto, sus dos ríos, y alrededores.

LA SOPA ESTÁ HIRVIENDO, George
(Mafalda, mi Primera Enmienda)

Por: Silvia Banfield

La desconfianza de Estados Unidos en sí mismo, nació en las elecciones presidenciales del 2000. Fue un acto suicida el fraude en la Florida. La democracia y su credibilidad sufrieron el golpe más desalentador de la historia republicana norteamericana. Un golpe de dados, un manotazo, una trampa en Las Vegas. Bony and Cli de, pero sin la magia, encanto, la audacia juvenil de ambos bandidos de película. Y se hicieron del poder, tras un forcejeo que la sociedad norteamericana contempló estupefacta y el mundo anonadado. Pero, delinquir es un arte. Dick, es malo de verdad. Detrás estaba el juego mayor, la guerra, y el negocio del petróleo, un paso más allá, la hegemonía mundial, el precipicio sonriéndonos a todos y con sus brazos abiertos. Listos para la foto muchachos? El flash que apaga y cierra la historia, en un abrir y cerrar de ojos, con el fulgurante esplendor de la fotografía instantánea. Muñeca, esto es Casa Blanca. La vieja serpiente ya era dueña del paraíso perdido. Se creyó equivocadamente que la gente común y corriente daba todo por bueno y terminado. Un mensaje suicida. Las cosas no han salido bien desde aquel día. Un meteorito cayó en el corazón de la libertad y una masa de gelatina espesa, rabiosa, se extendió por las cavernidades cerebrales de los inquilinos de la Casa Blanca y similares. Cuando pasaba en las noches frente a las verjas y ante sus jardines floridos, cerraba los ojos y veía crecer una gran espuma de rabia, especie de lava volcánica que crecía como una nube cenicienta de algodón dulce y que se deshacía y volvía a inflar como un gran chicle pegajoso que iban atrapando a Washington, transformado en una cápsula que flotaba en el Potomac. Detrás del rostro de George Washington de un dólar, sentía llorar El Jardín de Rosas. Nadie volvería a usar una lágrima más de Washington para pagar una sola goma de mascar. Hice un rollo con los seis o siete billetitos que tenía de George y los metí en un frasquito. Frente al Potomac, dije: para cuando la Constitución retorne a casa. No voy a jurar si alguien me vio. Son tiempos de re-ojo, dos veces el eyes, repasado por el mismo escenario, el paisaje profundo de la noche autoritaria. Detrás del ojo, el FBI y delante del ojo del ojo sucesivamente. Ojo por ojo es lo que ocurre en el Medio Oriente. Del Muro de los Lamentos al Mar Rojo y de una tragedia sin fin, hay un solo paso. Los turistas del siglo XXI parecieran encontrar el Mar Muerto un lugar seguro para liberar tensiones y sentirse a tono con el escenario global. Una realidad que no altera ni El Espejo de Alicia en el País de las Maravillas . Es absurdo ver como el pasado compite con el futuro: primera, segunda, tercera guerra mundial. Como si el tiempo fuera una hermosa trinchera de cadáveres insepultos. ¿Es más bello un museo de cera que un cementerio? La pregunta es tan fea, como saber que tamaño quiere la pobreza, que sigue siendo negra y latina en Estados Unidos.

La rebelión es total. The Washington Post se sumó al apoyo de J. Kerry. Quiere un cambio el diario conservador. Sabe que el país y el mundo penden de un hilo dental. Los siete enanitos, parientes lejanos de GWB, se han revelado también a Blanca Nieve en su Casa Blanca. "Por favor, no voten por nuestro primo", es el mensaje que se ha escuchado en todo el bosque de Internet. Sienten los parientes pobres que se ha robado la lámpara de Aladino en Bagdad y a oscuras vamos, con las 342 toneladas de muerte extraviadas en la legendaria ciudad, más vigilada del mundo por el ejército de Estados Unidos, en guerra con la espada de Saladino. La muerte no se cruza de brazos en esta cruzada. En Denver, Colorado, un juez acaba de evitar otra Florida, en un intento de partes interesadas por cambiar las reglas del yuego para los votantes del próximo dos de noviembre. Cosas veredes, Sancho . El Number One , no aprende

El bosque que no deja ver el árbol, que tenemos como viga en el ojo. ¿Y cuando se podrán cruzar las 90 millas más distantes del mundo? La arquitectura de la diplomacia, se resquebraja como los viejos muros de La Habana, y en estas fechas recuerdo a Alejo Carpentier, en su centenario, barroco caballero de las Américas, cuyo lenguaje es arquitectura pura, columnaje real de la palabra, idioma Sur, fundador. Debiéramos ir en búsqueda de nuestros Pasos Perdidos en América, de Alaska a La Patagonia y reencontrar lo que la raíz nunca mata, sólo hiere por olvido. Carpentier nos sume en la profunda historia y pon frente afrente, como ocurre ahora con el mundo. Toda la vigencia para el cubano, que arrastró las afrancesadas erres de su mundo universal, siempre habanero, latinoamericano: El reino de este mundo . Hombre de luces largas, en su siglo y en el nuestro.

§ Una lámpara a media luz

Las estadísticas son una lámpara a media luz, pero cuando se trata de ingresos, son de fiar. Cifras perversas, que se cuelgan al hombre, toman el pescuezo, hunden sus uñas en los callados, impotentes cuerpos latinos, sudados en el misterio de una nueva vida que no termina nunca de llegar. Siempre es mejor una muerte bien vestida, acicalada en el que dirán, de pompas y eso, claveles semi marchitos, rosas lacrimeantes, como amantes furtivas. Qué bien le va el adiós, su último peinado, traje cerrado, sin escote, le cae recto, a plomo, tan serena que nada le preocupa, ya todo es olvido, sólo el futuro que le pone alas a sus ojos en el más allá. Buen viaje caja o polvo, arena de huesos, desierto, hueco donde fueran ojos chispeantes.

Un futuro gris Made en la Casa Blanca. Simples mortales en la cuerda floja del mercado. Acciones de una bolsa con fondo insaciable, de agujero negro, el codiciado huequito 18 en el prado verde infinito del campo feliz de golf. Pozos negros, al otro lado del desierto, en el desierto de la muerte, en llamas florece la muerte, se queman miles de millones de impuestos del pueblo de los Estados Unidos: la más grande incineración de dólares de la historia de la humanidad. ¿Los dioses creen en el fuego occidental? ¿ In God We Trust ? Lincoln vale mucho más que cinco dólares. Los bosques infinitamente más que el petróleo. La utopía de un pueblo, es una chequera con los fondos de la bóveda celestial, cifras de la mano de Dios. La Libertad y la Democracia no necesitan de un maquillista. Todo fanatismo cuenta con su propia pared para estrellarse. Veo crecer el enorme muro del dos de noviembre sobre la porfiada nariz del Number One , Emperador del Potomac. Un punto negro en el graffiti de la historia Americana. ¿Muro que no se lamenta, no es muro? Un mundo más seguro, dijo. No habrá un lugar en el mundo donde pueda esconderse, Osama bin Laden, agregó. Un Irak más seguro, democrático, libre y en paz con el mundo, también dijo. Encontraremos las armas de exterminio, estén donde estén, aseguró una y otra vez. Trabajamos por la paz del mundo, que las Naciones Unidas descansen en paz. Ese fue el resultado. ¿Quién puede creer tanta mentira? ¿Quién puede aceptar tanta mentira? ¿Quién dejará de pronunciarse el 2 de noviembre contra la mentira? Una mentira fue arrastrando a otra y el flautista pensaba que su música era sólo para ratones obedientes, encantados. El gran queso de la guerra se pudre en Babilonia. Cambefort salvó su olor y no cayó en la trampa. Ratón que cuida su cola, sigue con opción al queso. La atmósfera política sigue cargada. Mientras en Irak se vuelan las tripas y en el Medio Oriente los primos se arrancan los sesos, Collin Powell piensa que crece el "odio americano en el mundo". Todo un titular. El Number One pronostica más terrorismo, si J. Kerry llega a la Casa Blanca. El terror vuela y no tiene alas ni paracaídas. Es ciego y sordo, no escucha. El terror es la moneda con una misma cara. Pero no es manco. Lo sigue demostrando. El terror llama a más terror. La TV norteamericana tiene viviendo al país en un constante Halloween.

§ Big Brother, que estás en la tierra

El terror le tiene miedo a la paz. Cuando escucha el silencio de los viejos cañones, se intimida, no se siente justificado, más bien como si le hubiesen desarmado, apela a unos desplantes intimidatorios de matón de barrio, a ciertos actos de exhibicionismo, fantocherías, todas mucho más controlables y de un impacto relativamente manejable. Lo que ya se construye a cuenta del terror, además del endemoniado culto a la muerte, es la sociedad Big Brother . El Hermano Mayor ya está aquí operando con sus ojos ubicuos en los sitios indicados a tiempo completo. La capital del Big Ben, Londres, ya cuenta con el 10 por ciento de las cámaras vigilantes del mundo. Un total de 4 millones, según denunció la Comisión de Informática y Libertades Individuales de ese país .

Ojos electrónicos, muros, fronteras vigiladas con helicópteros, radares, perros que hablan idiomas, aviones de reconocimientos, detectores de calor, metal, de cuerpo, (de mentira no, porque está oficializada), guardabosques, guardacostas, guardaespaldas, y el mundo, Dios te guarde, cuesta bajo en la rodada. Tanta vigilancia y apunto de explotar en cualquier punto del globo, con un alfiler... pufffffffffffff!!!!!!!!!!!!. es mejor ponerse de acuerdo en la Casa del Mundo, en las Naciones en Nueva York. Ahí, donde los cristales reflejan la división planetaria, la fisura, el cráter del Nuevo orden Internacional, y cuyas alfombras son pisoteadas una y otra vez por las "grandes potencias", sin dejar huellas visibles de un cambio. Ven el mundo como ese callejón de polvo sin salida detrás de las montañas de Afganistán, donde nace un sendero de polvo polvoroso arenoso, hacia la ruta de un mar infinito de un polvo más solitario que el anterior y del que viene detrás del horizonte. La frase bíblica, polvo eres y en polvo te convertirás, en esa parte del mundo es una mera redundancia. Todo es polvo, hasta el futuro de la gente. Es el mayor recurso del país, como las distancias. Como si la nada instalara un puesto de ausencias en ese océano de glándulas secas. Son las grandes orejas, pesadas patas, arrugados sobacos de elefantes los que podrían moverse sobre los vientos, los mapas y las arenas de leyendas y mitos. La geografía relata y delata su historia, es su pasado y presente perpetuo, calibra un tiempo humano en su gran reloj de arena. No Sería imposible encontrarse con Ruyard Kipling, maldiciendo en silencio los silencios mortales del desierto. Atraviesa Afganistán el clásico, en un burro azul de orejas color zanahoria, dormido en los laureles fundidos del imperio británico, y vuela a ratos alucinado, pero el viento le ayuda a estacionarse con cierta gracia cuando el cansancio de la bestia lo amerita. Bajan los dos en un solo cuerpo, Kipling sin mover un músculo, peinado, con su sombrero, se mantiene inclinado, sabe que el tiempo no es una respuesta a nada, y en el desierto ninguna distancia es más vasta que otra, el problema puede radicar en encontrar el principio y el fin. Se parte pero no se llega. Es la sensación del bumerang que no regresa y se pierde. La fuerza del silencio. Es majestad del yo circular. Ese número cero, blanco, redondo, de apariencia neutra, pero cuando gira a la derecha, inclina la balanza como pocos y el silencio se hace más grande: expectación. Es un Ohhhhhhhhh!!!!!!!!!. Una bolita de Las Vegas en el lugar correcto. Quizás el grito del azar llene todo el silencio del desierto de Nevada. Los desiertos tienen ese misterio que los hace secretos, como la mano de un desconocido o de una gitana sin dueño. Tienen su propio tiempo o tal vez carecen de tiempo, por esa manera disciplinada de permanecer. No cambian, simplemente existen o más resisten al tiempo.

§ El flash no alcanza a Dios

Nadie se ha detenido a preguntarle si se siente bien. La gente más bien disfruta del silencio en el desierto, se sumerge en la marginalidad del tiempo, deja correr las horas sin importancia y comparte la grandeza del espacio, lujo de un sueño inacabado. Abraza el aire, abraza el sol, abraza el pasajero instante que sólo allí permanece. El hombre no entiende, el emperador menos, que una batalla en el desierto carece de esperanzas, porque hasta la muerte sale de ahí defraudada con la paciencia, el silencio, y en el feroz récord que lleva de la vida, sabe que ese terreno aparentemente baldío, pero escogido por Dios para pensar que el sufrimiento puede ser más largo que un día, como la felicidad, que viaja a veces a la velocidad de un reloj de arena.

Dios es el que parece sobrar en todas las escenas. El flash no lo alcanza. En no tiene Norte ni Sur, está en todas partes. ¿No lo ven? Quizás si lo mencionaran menos y creyeran en la fuerza de su amor y bondad, tal vez, nos echaría una mano. Manosearlo con las palabras, apropiándose con manuales de su poder intangible, pasearlo por las iglesias, y después salir a asustar el mundo. Eso es cosa de chiflados y Dios no está loco. (Los analistas dicen que los medios de comunicación recortan la realidad. Es un paréntesis.) (Pero a Dios le podemos recortar el corazón? (Es otro paréntesis.) El mundo es un gran paréntesis con tres cuartas partes de agua y muy poco seso.

El mundo está para Mafalda. A ella quisiera en la Casa Blanca. Ordenando sopa para todos. Pidiendo una hora de silencio por los vivos, un día por los que tocan puertas con falsas señales, una semana por la TV, quince días por los que doblan una esquina y miran hacia atrás, un mes para los que creen más en pozo de petróleo que en un jardín de rosas, seis meses por los que sueñan con una guerra, un año por los que no se oponen a la guerra, mil años por los que declaran la guerra, y la eternidad silenciosa para los que no aprenden de las guerras.

§ Mi Primera Enmienda

Mi Primera Enmienda, como Mafalda White, sería decretar el silencio de los cañones, J. Kerry, disparar un discurso en las Naciones Unidas sobre la nueva Paz, la vieja ya murió, el restablecimiento de las Naciones Unidos con plenos poderes para hacer más paz, un Nuevo Orden Internacional y Económico, lanzaría como si fuera una lluvia de fuegos artificiales un mensaje a los vecinos olvidados del Sur: queremos relaciones justas, una gran alianza para el progreso de todos, a los inmigrantes que están en Estados Unidos les abriría las puertas con una sola condición: a trabajar en paz, y al mundo que está apunto de explotar, sólo le diría, Che, desínflate un poquito. (Que el mundo sea tan hermoso como su maqueta.)

A Oriente le devolverá la Lámpara de Aladino, haría un pacto real, sostenible, conveniente, práctico, duradero, con el negocio del petróleo, y a las grandes compañía las mandaría a chuparse el dedo hasta que recuperemos la economía, la confianza, la salud, la educación, el provenir. La Unión necesita una nueva y gran vacuna de democracia y libertad, de confianza en si misma, cero terror y nada de horror, ni un minuto más a favor de la muerte, señor Presidente J. Kerry, el futuro de la Nación, del mundo, de los niños está en sus manos. Súbase a la alfombra mágica Mr. President, J. Kerry, el pueblo quiere volar con usted. Atrévase a los cambios que esperamos. Lea a Mafalda y se convencerá que un mundo mejor es posible. Divúlguela en los colegios de la Unión. Contráteme para hacerlo en Colorado. Había una vez un mundo...

Ahora al pueblo le corresponde votar, servir la sopa hirviendo a George W. Bush, El Number One, el 2 de noviembre.

Epílogo personalísimo, casi en off

Si el mundo cupiera en una cesta, me lo llevaría al bosque y le contaría un cuento. El de la Caperucita Roja de Red Rocks que se enamoró de un poeta. La que cree en las cábalas, en La Patagonia y sabe que cada mañana alguien que es más que alguien, recoge una hoja en su nombre y ve su rostro. Detrás de las rocas rojas, que son mi bosque, está el poeta, rostro de arcilla nueva para mis manos cada día. Hay noches que se juntan con las mañanas y cuerpos que a la distancia son una misma piel. Pienso que se equivocó la paloma/ se equivocaba/ por ir al Norte/ fue la sur/ No lo sé, a veces, escucho decir: mírame, mírame, pero no me toques, pero mírame....Y no hago otra cosa que pensar en ti...enciendo un cigarrillo una y otra vez...Es caprichoso el azar/ fue sin querer/ no me viniste a buscar/ Tú estabas/ donde no tenías que estar/ no te busqué/ Tanto tiempo esperándote... Son tiempos de excepción, de cambio o de cambio.

 

 

 

OCTUBRE ROJO EN BAGDAD: LOS PASOS PERDIDOS DE LA CASA BLANCA

Por: Silvia Banfield

Estados Unidos está en crisis. El mundo está en crisis. Un país cada día más inseguro. Un mundo más inseguro. El Medio Oriente e Irak se desangran. Estallan los huérfanos sin nombre, cuerpos infantiles, manos rosadas, ojos de luna blanca, volteados al lado seguro de la muerte, los dientes vuelan por las ventanas, pequeñas palomas sin dueño ensangrentadas. Se hizo la guerra para un mundo más seguro. El páncreas se recoge como un puño oxidado y deja el hueco de la punzada, el dolor cetrino de la ausencia. La economía norteamericana no da vuelta la esquina. Carece de vapor, pero ya no es la revolución industrial, sino el siglo XXI, y su problema es el petróleo. Todos sus indicadores están en rojo. Parece una economía comunista en plena Guerra Fría. Pero está recalentada la sopa en casa. Las guerras de Irak y Afganistán, han traído, con los huracanes, tormentas de precios para el petróleo. Un país más inseguro, con más desempleo, menos salud, educación, con una democracia y libertada recortada con los dientes. Con más enemigo y odio en el mundo que en toda la historia de la Unión. Más alejado cada día de sus valores tradicionales. Un país dominado por el miedo. Un país vigilado por la sospecha. Un país que ha trizado la imagen de su imagen en su propio espejo. Un país en guerra nunca vivirá en paz.

El mundo ha caído en un paréntesis de tragedia griega, con muertos que brotan de la tierra, caen de los edificios, vuelan, muertos convertidos en hierros retorcidos, humeantes, muertos sobre muertos que caminan sobre su muerte, porque la vida no los quiso más y el azar le puso un ataúd, una fosa común, les abrió un hueco en el camino. Desde el 11 de septiembre del 2001, Occidente sigue rindiendo un homenaje a la muerte, y se ha puesto a su servicio, como una devota camarera le recoge en sus sábanas nocturnas y se entrega a su apasionado amor en un hotel que estallará en unas horas. 11 de tiempo fatal, mueren 11 en una boda bombardeada en Fallujah, 111 países asisten a la Feria del libro de Frankfurt dedicada al mundo árabe. Ha dejado de volar Superman. Todos los lutos, para el sueño, la fantasía. Había nacido en Manhattan. La ciudad tiene un ala menos. Se ha caído Superman. Este es el mundo, abrázate a una nube, pon los pies en la tierra. La vida de un niño en Denver, La Patagonia, Kabul, Palestina, Fallujah, Madrid, Haití o en Finlandia, vale más que todo el petróleo del desierto

Close up al infierno

Esta debiera ser la presentación en cada debate, con la pregunta: ¿Cómo piensa cambiar este panorama aterrador, miedoso, saturado de falsedades, que está pudriendo no sólo el aire, sino los cimientos éticos de la humanidad?¿ Oriente y Occidente, deben chocar incivilizadamente, o buscar un diálogo hacia el entendimiento? Los filósofos se dan diente con diente, en sus bocas bocachas la historia patina, las civilizaciones muerden el polvo de los abismos. Con unas cuantas baratijas, los Medios de Comunicación, reportean la muerte, le olfatean su trasero peludo, se entretienen con el espectáculo, y disparan un clos up al infierno, al centro de un útero hemorrágico, despiadadamente solitario como una guillotina. La muerte nos mira desde un balcón, encantada en el crepúsculo, un pie en la antesala de su vacío cascarón.
Mientras los debates en Estados Unidos continúan, el mundo se deshace. La lista de sospechosos indeseables terroristas, ha crecido como un hongo de 16 personas en el 2001 al ejército de 20 mil. Una de las listas más largas de indeseables reconocidos de todos los tiempos. Y Afganistán, tuvo su primera elección en su historia de país inconquistable. 15 de los 18 candidatos a la presidencia se retiraron y reclamaron fraude. Votaron menores de edad y la tinta de los dedos se borraba fácilmente, por lo que podían sufragar nuevamente. Sólo la muerte es indeleble en las montañas, desierto y senderos secretos de Afganistán. Alguien votó cien veces. Es difícil solo pensar que un país fragmentado en el laberinto de la muerte y el horror, pueda ir a las urnas con algo de transparencia. El país entero es una urna para guardar cadáveres. Un fraude masivo, han dicho los opositores. ¿Habrá fraude el 2 de noviembre? Esa es la gran pregunta. ¿Quién vigilará al ratón? Ya se comió el queso una vez. La Florida debiera brindar cursos a los afganos en materia de recuento de votos y declararlo estado ad honorem de la Unión, porque la Unión hace la fuerza.
43 millones de norteamericanos carecen de seguro médico. Sólo hay 720 mil en el estado de Colorado. Cruje el bolsillo de la clase media. El presupuesto para enfrentar las dos guerras, crece y se estira como un chicle en la boca de un muchacho aburrido. La máquina verde de hacer billetes se pone roja de vergüenza. La muerte chupa, no hay quien sufrague a una insaciable. Se harta y pide más. Se acomoda en su silla de ruedas y rueda y brinca y salta y corre y muerde y se monta en su cadáver. Nunca ociosa esta holgazana, becaria insaciable del Paraíso Perdido. Si bien está concentrada en Irak, Medio Oriente, Afganistán, donde trabaja en turnos de 24 horas sin pegar pestaña, se traslada al Sinaí, habita en hoteles y camping, viaja por el Mar Rojo, no deja de aceitar sus filosas uñas en la esquina negra del mundo subdesarrollado, donde el fantasma de Haití es un zombi de carne y hueso con los pies en el infierno. Nadie sabe quien decapitó al padre mientras su hijo era obligado a cargar el cuerpo sin cabeza en una carretilla que no sólo rodaba con la muerte filial, sino que la propia. Más allá sería también decapitado. Ya son siete los descabezados. ¿Quién seguiría arrastrando a ambos cadáveres por Puerto Príncipe? ¿La muerte tiene asistentes en lugares tan pobres? El mundo no se asombra, la cabeza negra de la ONU rodó hace mucho tiempo hacia la Casa Blanca. Las fuerzas militares de la ONU resguardan en Haití ciudades que ni la muerte quisiera cargar con esos escombros y fantasmas que deambulan como personajes de Papá Doc, con no menos de tres muertes a cuesta. La muerte sentada en un taburete rojo, absorbe con una pajilla la saliva del cuerpo muerto de Haití. Se traga la Isla con sorbos casi infantiles. La gran carcajada de Francis Drake repite la efigie en doblones de oro que jamás serán encontrados. Lo nauseabundos no son los muertos, sino los vivos que los entierran. Las Naciones Unidas debe obsequiar un cementerio a GWB para que cultive sus propios muertos. Y en su jardín descabece las sangrantes rosas. La espina que repasa su sombra. No hay noche más oscura, que la que preparan los muertos.

La muerte os ama

Un mundo más seguro. La muerte te ama. Comienza con un vals. Pero no te lleva al Danubio Azul, sino al Mar Muerto.) Y la muerte se llevó en un gesto leal, del deber ya cumplido, al filósofo francés nacido en Argel de origen judío, Jacque Derrida, discípulo de Sartre, Kierkegaard hasta Heidegger, Camus un líder del Mayo del 68, padre definitivamente de la deconstrucción. Ningún texto se puede interpretar absolutamente. Era el filósofo que examinaba el lenguaje como un lego, lo desarmaba y rearmaba. El lenguaje como un rompecabezas en continuo movimiento, con piezas exactas y otras desconocidas. Polemista, profesor en las universidades más importantes de occidente, escribió unos 80 libros y tuvo un hijo con Sylviane Agacinski. En una muerte lamentable para un crítico esencialmente constructivo, innovador, una río heraclitano, porque no se bañaba dos veces en una misma oración.

Lo que me llama más la atención son sus opiniones sobre el poeta suicida Paul Celan. De alguna manera nos dice que fue un emigrante de la lengua que escogió, el alemán, un deshabitado, traductor de ella, porque-son sus palabras-: uno nunca se apropia de una lengua, más bien mantiene un cuerpo a cuerpo con ella. “Se deja desear y no apropiar, pone en movimiento toda clase de gestos de posesión, de apropiación.” Es como una hembra esquiva que se deja amar en una punta de la cama para desprenderse en el aire de la otra esquina del ajedrez en el inevitable jaque. Ahí se enciende como una palabra y es verbo. Para Derrida, los poetas son productores del idioma.“Llamo poeta- dijo el coetáneo de Foucault y Althousser- a aquel que hace el pasaje con acontecimientos de escritura que dan un cuerpo nuevo a esta esencia de la lengua, que la hace aparecer en una obra. No quiero tomar esta palabra “obra” en un sentido fácil. ¿Qué es una obra? “Crear una obra es dar un nuevo cuerpo a la lengua, dar a la lengua un cuerpo tal que esta verdad de la lengua aparezca allí como tal, aparezca y desaparezca, aparezca en retirada elíptica. Creo que Celan, desde este punto de vista, es un poeta ejemplar. Hay otros que hicieron en otras lenguas obras igualmente ejemplares, pero Celan, en este siglo, en alemán, ha firmado una obra ejemplar”.

En la obra de Celan está la cicatriz de su esperanza. La luminosa yaga de su pasado. Un presente ajustado a la saliva del verbo. Un hoy que es la muerte del ayer. La verdad de mañana atornillada a un invariable presente. Celan nos dejó ecos, miradas de asombro, pasos sobre un puente que devienen en nuevos pasos. Poesía de la sobre vivencia. Poesía que muere en la desolada, blanca nieve. Celan nos hace tocar la esquina herida del corazón. El lado oscuro, mutilado de la vida, la asfixia, que le superó finalmente. Le bastó un puente real, no la palabra tejida, hilo conductor, para acabar con todo, la vida misma. Dialogó hasta el final con y en la oscuridad. Se hizo lengua de su propia lengua. Del sillar/ del puente/ del que/ el rebotó/ hacia la vida /en vuelo/ de heridas, del /puente Mirabeau./Donde el Oka no fluye. Et quels / amours! . Desde allí, Celan se abrazó por última vez al Sena, se atornilló al cauce de la muerte. Este poema al puente Mirabeau, último lugar que pisó físicamente el poeta, recogido de su libro Tarusa apunta a la infancia de la poeta rusa Marina Tsvietáieva, quien vivió allí en ese pueblo, atravesado por el río Oka. Ella también se suicidó. Celan, dicen, nació en el tiempo y lugar equivocado.¿Alguien tradujo mal sus fechas en el vientre de su madre? El destino puede ser un perro sin hueso. Una naranja sin jugo estrujada en silencio. Un pie que deshace los pasos del otro pie. Celan definió claramente su pasado, presente y futuro, la existencia misma de sus días: ”Estábamos muertos y podíamos respirar.” Errante desde antes de nacer, exiliado de presente, la palabra no pudo salvarlo y dudo creyera en esa posibilidad. Su lengua fue su patria, y también la de sus verdugos. Como los verdaderos poetas, nos dejó señales, silencios, sendas sin un camino exacto, único. EN LOS RUIDOS, como nuestro principio /en el abismo, /donde me caíste en suerte, /le vuelvo a dar cuerda a la /caja de música-ya /sabes: la invisible, la/ inaudible.

El hoyo sueco de Tigre Woods

Por fin Tiger Woods apuntó a su hoyo favorito. Ha sido un año negro. Cero torneo, para el ex número uno. Un segundo Number One en apuros. Un hueco rosado, hambriento, húmedo, horrorosamente juguetón, sueco, su flamante mujer Elin Nordegren, una nórdica, al parecer, de profundos atributos, un verdadero campo de golf. Todos los huecos el hueco, (hoyos) el hoyo. El mundo es un hueco. Está en un hueco. Se va por un hueco. En un hueco sin fondo, negro, desolado, nadie puede disfrutar del terror. Es volver a un agujero solitario, sin tiempo, un principio oscuro, lanzado al viento, empujado por el infinito a un lugar sin paradero. No hay una esquina que conduzca a algún camino. Ni fondo, ni bumerang al vacío. Es un tiempo sin retorno. Una ortodoxia que se afianza en el misterio, como si una huella invadiera lo que no conoceremos. El rostro de trapo de la muerte no deja de acariciarnos desde la infancia, el mismo día en que nacemos. ¿Pero por qué los emperadores apuran el imperio de la muerte? Sobre la arena sigue jugando sus fichas, el tablero de ajedrez en la muda garganta de la sombra. ¿Qué papel juega el Rey aún frente al desafiante alfil? ¿Quién jaquea a quién? ¿La inmovilidad del Rey, su autoridad tácita, o los alfiles, peones y vasallos, a tablero revuelto, aceitunas de un olivo ensangrentado? ¿Sublevación, insurgencia, o sobre vivencia? El huerto está ardiendo en la cruz, arrodillado, bajo los santos demonios de Occidente y Oriente, pequeño altar de espasmos afiebrados: ¿A quién convence el destino del hombre? ¿Responde todo a un imperio de dibujos animados? El mundo está desanimado, sólo se mueve por los efectos especiales, en el rabioso monólogo de sacristanes iluminados, divinos, relampagueantes promotores del verbo, devotos misioneros en sus mesones de la Edad Media, ascienden bajo el fuego granado de la artillería pesada, en la levedad de los cielos. Tiempos confesionales-digo- frente al ventanal, espejo de lo que ignora el pasado, imagino a un beduino con sus dátiles, la bestia a su lado, donde el tiempo ignora su futuro, o el futuro se sabe presente, y toda sensación de ida es de vuelta. Un dátil en el juego del tiempo, de la mano a la boca, un tiempo que se olvida así mismo, la medida de ninguna medida, el espejismo pasa a ser realidad. De tan lejos viene el tiempo con sus distancias, y presencia simultánea, qué puede entonces, preguntarse un hombre abrazado a los senderos entre las montañas, seducido por el paisaje perfecto, inacabado del desierto? Una mano, espacio de un espacio mayor, los pies, la ruta, todo en función del objetivo, del camino reinventado por la huella de la huella, lo que otros cuerpos dejaron sobre el paisaje. Gestos que un gesto pensó. Los desiertos archivan hasta los sueños, ¿si no como se expandirían y se transformarían casi en infinitos? Es igual a la punta de un largo mantel de mesa de banquete o de novia, para un niño de dos años. ¿Cómo encontrar ambas puntas y relacionarlas? Un puñado de arena se esfuma en otra mano. Un niño no miente y sus manos tampoco. Lo más probable es que arrastre una de las puntas hacia su pequeño cuerpo. Y lo volvería a hacer una y otra vez. No es un error, sino un acto legítimo de su edad. La infancia es el secreto mejor guardado por la felicidad.

Pero, que un presidente de Estados Unidos transforme un error en un éxito repitiéndolo una y mil veces, sorprende no sólo a cualquier pediatra, sino persona común y corriente. La mentira se ha convertido parte de la dieta de la Casa Blanca y de otros estamentos del estado. Los grandes diarios se sumaron al embuste, divulgaron además sus propias historias falsas y hasta se las creyeron. “Todos somos capaces de errar, pero yo no estoy preocupado en esclarecer los errores que puedo haber cometido o no”. Es lo que ha estado haciendo GWB con el estado de la nación, en materias tan sensibles como la salud, educación, los impuestos, el empleo. La seguridad interna, las libertades y la propia democracia norteamericana. Todos apuntan al grueso escándalo de Irak, a la desestabilización mundial, a los escalofriantes precios del barril de petróleo. ¿Pero la casa puede seguir hundiéndose que ya se levantará? La política doméstica es una vulgar empleada doméstica, sin derecho a prestaciones, reclamos y cualquiera le toca el trasero y se ríe de ella y no será sancionado. El presidente debe reconocer que estamos en crisis. Es insostenible un mundo decapitado por políticas de conquistas, bajo pretextos fraudulentos que se devuelven como bumerang al interior de Estados Unidos. El caso del petróleo, cuyo precio récord estremece al mundo, es un factor de desestabilización global que afecta también a Estados Unidos, aunque favorece a unos prominentes empresarios norteamericanos y a los amigos del presidente GWB, como dijo el senador J. Kerry. Las políticas desatinadas, intolerantes, obsesivas, le está rompiendo el bolsillo a la clase media.
Todo se ha contaminado de estupidez. Pensar, es un delito, disentir, un suicidio. La democracia, una reina en silla de ruedas, viaja en la montaña rusa. La libertad de expresión: ¿un error de la primera enmienda? ¿Una enmienda que la realidad borra con el aliento de un dragón? Alguien está enseñando el trasero dos veces en esta toma. Es la hora de mi café negro. Sin azúcar. Dejar que el ordenador asiente cabeza. Busque los caminos perdidos. Todo conduce a Bagdad. Sus bazares estallan. Los café vuelan. Olor a dátiles muertos. A orines de chivos expiatorios. Es una foca golpeada por un cazador furtivo. ¿Quién murió antes de la muerte en Bagdad? La protegida zona verde, el cuadrante de 10 kilómetros cuadrados más artillado del planeta, sangra como una alfombra roja. No es una metáfora. Todo vuela en Bagdad. El desierto pone su mortal granito de arena. Estoy en sintonía con Arizona. Tercer debate. Ayer vi al Number One en Colorado Springs. Promesas por el Cañón del Colorado. Ya no hay barranco que lo ataje, ni precipicio que lo sostenga. Seguirá concentrándose en los próximos días en los estados de Pennsylvania, Ohio, Florida, Missouri, West Virginia y Colorado. Ahí está el final de su destino. La recta en dos semanas. Arizona representa un 27 por ciento de los latinos en la Unión. Son 40 millones, el 10 por ciento del habla castellana mundial. Y pesan políticamente una pluma volando en la Unión. La población de Colorado es un 17 por ciento latina. La tendencia es J. Kerry en Colorado, de acuerdo con los observadores, por la crisis educacional, del empleo y de un nivel más bajo de vida en ese estado. En La Florida, ya se sabe que ocurrió hace cuatro años y que representa para el dos de noviembre. La democracia no es un golpe de dados. Dios no juega a la democracia cuando le conviene en el universo. El mundo ya votó contra Bush. Ahora le toca al pueblo hacer el cambio.

Rojo Otoño en Colorado

Rojo Otoño en Colorado. Octubre Colorado en Irak. La muerte se arranca la cabeza y se hace la viva en cualquier callejón, ruta, laberinto, sobre el brazo mudo, impasible, milenario del Tigris o Eufrates. El filo de la navaja no pierde la fe en la muerte. En ese segundo cuando el acero entra en la carne, el silencio del mundo se desploma. Es cuando mejor se ve el color de la ruina, se palpa su ceniza interior, asoma el placer de lo irrecuperable. Se huele la mugrosa soledad. El adivinado ejercicio de la muerte. Doblan, repican las campanas una y otra vez en el solemne silencio de las naciones. El cuerpo del delito ha perdido la cabeza. Cierro el ordenador. Pareciera que todo está escrito, programado. Tejido el hilo de Penélope. Qué el Río Bravo trabaja en el límite con sus muertos. Siento el torrente de sus aguas por el circuito de la noche. La propaganda biliosa migratoria. Son los ojos del Sur relampagueantes, un pequeño lucero en la noche de América. El Sueño Americano se codea con la muerte. Fronterizo, miedoso, le sostiene un escapulario golpeado por la noche muerta, un cuerpo violeta, exhausto que viaja con las asesinadas de Ciudad de Juárez, y su sueño se llama futuro probable, porque de atrás viene la muerte, se pasa a la otra calle, en la vereda de enfrente cubre la zona con binoculares usados en Viet nam, agazapada hiede, marca su territorio en el aire con sus patas negras, y al fondo de un vacío donde el cuerpo ya no siente su piel, los huesos no pesan, las rodillas rotas flotan, entonces un gran eructo truena en la noche. Se siente la sed. La calavera ya no tiene miedo, sólo busca una fosa donde pasar sus futuras noches. Rodeada de otros huesos, la desgrasada figura, con las cifras negras de los sin papeles que son tan grandes como las promesas para los inmigrantes.
El voto latino cada día pesa más para llegar a la Casa Blanca. Pero lo que se ve, palpa, siente, es la insurrección del vacuo vacío. Vísceras que la bilis ignora. Tanta gente de segunda y de tercera en un solo vagón lleno de sueños. Se va el tren expreso de la muerte. Último llamado. Las tripas son el corazón de esta América. El todo queda igual o peor, la esperanza de lo que nunca llega, y sólo se reciclarán los millones de dólares en publicidad en Miami, santuario presidencial, donde el conteo de los votos pudiera empantanarse nuevamente, en una tierra de por si pantanosa, llena de lagartos que escrutan entre amigos, las lágrimas de cocodrilos que no pierden la esperanza de seguir ablandando corazones. Tengo la impresión que lo hacen además a sabiendas, con fines estrictamente publicitarios. Una manera de llamar la atención en un paisaje atiborrado por la publicidad, la propaganda, borrado por los huracanes, sometido al terror de la subyugante banalidad colectiva. Mírate al espejo y una máscara dirá que no te conoce. En este estado se juega la Casa Blanca, donde la magia del conteo de los votos hizo posible la presidencia de GWB, y que el mundo deambulara hasta el día de hoy en búsqueda de la aguja perdida en el ojo del pajar ajeno. Un mundo más seguro, Bagdad me recuerda Saigón.

 

UNA AGUJA EN EL PAJAR DEL DESIERTO
CON PIES DE BARRO EN EL DESIERTO

Por: Silvia Banfield

Historias verdaderas que sean la realidad. Palpen el hígado, las vísceras, recorran una y otra vez los intestinos de la información. Eliminen el combustible quemado, la grasa del cuerpo, todo óxido, levedad pero con consistencia, el cuerpo y el delito le pertenecen al periodista y autor de la nota. Entren como para arrancar un apéndices maloliente, punzante, en un pasillo de una sala de urgencia. En el fervor de toda búsqueda, la contaminación es inevitable, y el ejercicio mayor está más allá de toda duda o renuncia. Me quedé largos 25 minutos sólo escuchando. El Editor parecía un predicador en el viejo Oeste, con su sombrero puritano y un futuro a conquistar. La Biblia sobre el verbo, en medio de tanta mentira. Algo mesiánico, sobrepasado por este mundo mediático espectacularmente falso, acomodaticio, simplón, efectista. El Otoño le estaba asentando a luto en el rostro, a pesadas hojas muertas. Miraba detrás del contraste, una luz por un ventanuco, en él estaba la palabra afianzada en una extraña voluntad, un deseo por separarse de una palabra muerta en su letra, arrodillada en la verdad. Un lujo hablar así en este tiempo fuera de los pasillos, donde reina la hipocresía. Un Editor que no se enfrente a la realidad real, deje rumiar un verbo descafeinado, aprecie más su espalda que ojos, tiemble con su mirada de tortuga frente a la pantalla, se sentirá un sapo en un charco lleno de cazadores de ranas vírgenes. Las rosas amarillas en el centro de la larga mesa fijaban mis minutos en la cortesía de una mañana que languidecía, atropellada por tanto acontecimiento ya repetido en sus mismos gestos, donde la muerte sonreía, con su indiscutido aire victorioso, esa satisfacción del deber cumplido. Cómo decirle a los soldados que no se entretengan, con esos Jardines Colgantes en Babilonia.

Repartir caramelos, mísiles, metralla, aplastar con tanques, demoler casas, rosear de muerte las mezquitas, son actos mortalmente peligrosos: un pie en la cuerda floja y otro, avanzando hacia el precipicio con fe casi religiosa, entrega ciega, apetito bíblico de mormón en América, que recorre el paraíso perdido en el inmenso pajar mediático. La ley bumerang pareciera imponerse en el reverso de toda medalla. La muerte ya es una cruzada. Las rosas amarillas es lo único real sobre las palabras. Diviso en una pantalla el rostro de Graham Greene. Su centenario, recuerdo vagamente el personaje. ¿El más católico de todos los espías británicos? ¿El más mujeriego de todos los hombres? ¿El viajero más exótico de todos los escritores del siglo XX, del Reino Unido? ¿El más amante de las prostitutas? Graham Greene no hubiese sido nada, nadie, si no hubiera escrito con absoluta prescindencia de la mentira, con su vocación libertina, audaz, en el filo de su propia navaja, detrás de la cortina de un espía del verbo, del secreto pubis de la palabra, donde la historia se construye sin límites, como una mina que se deja encontrar la veta de la pasión, mutua entrega, regocijo de aventura. Una literatura sin pasaporte. Las imágenes son el recuerdo de otras cosas. La memoria tiene presente. No olvida fácilmente, al menos lo que le interesa, lo fija con el pegamento invisiblemente eficaz de no me olvides. Grenne fue un hombre sobre el límite. Pulsó el útero a la vida. No es que se bibliara en un altar con ese culto fanático de irlandeses que separan las pizzas en católicas y protestantes, y empujan el horror como sí fuera un espeso caldo gallego en algún lugar del trópico. El poeta me habló de un Greene que él conoció de paso en el trópico que devoraba al británico de imaginación y fertilidad, donde Nuestro Hombre en La Habana, echó rodar al aire unas cuantas canas, ingirió con devoción whisky y registraba intrigas en un lugar de tránsito, puente de dos puntas que se bifurcan en su propio laberinto.

Greene cumplía con su rito personal, el viaje interior, la rueca intima, el gusano de meterse en la geografía humana, físicamente, sin el falso pudor de los Windsor. Alto, delgado, ojos de viejo cocodrilo inofensivo, parecía un alambique. Una esponja que destilaba vida, pasado, literatura. Greene, se sentía vasallo ante el pecado, pero no derrotado, porque una y otra vez intentó superarlo en la carne, en el pasaje alternativo, un acto legítimo frente al gusano, algo definitivamente redentor. Escarbó en el suicido, su infancia rígida, solemne, arbitraria, y decidió mudarse al mundo, espía, viajero, fue parte del mapa de geografías que le empujaban un paso más allá, comprometió su olfato entre el misterio y los conflictos del siglo XX. Graham Greene estuvo allí. Pudo ser un título para definir sus días siempre al correr de una valija, en navaja con el filo de los propios acontecimientos, viciados de aeropuertos, cuartos de hoteles con esa humedad de alfombras añejas, paredes y camareros indiferentes, sin sal.

Lo que no saben algunos, es que las camareras son objeto de toda suerte de lances y presiones, abusos de platos fríos, toallas húmedas, amenazas, advertencias, seducciones en la cocina, pasillos, bar, baños, ascensores, en las parcas oficinas del administrador donde se ejecutan los despidos o se asciende a la gloria. A Green, ahora me entero,- porque a la muerte de los escritores, se sucede el arte del despellejamiento- le gustaban las prostitutas panameñas, y sentía una singular pasión por esa carne caribeña, y las recomendaba como hijas del amor ligero, galopante, sin compromiso, vertiginoso de un sueño palpable, delicioso. Todo en el brutal tránsito, puente, embolo, ruta, pasaje íntimo.
La TV no cesa de enviar mensajes. Algo viene de Los Angeles.

Es Janet Leight, quien murió en un motel de la película Psicosis, mientras se duchaba. Ahora lo hizo en la vida real en su mansión de Beverly Hills. En 20 segundos expresó el horror en la pantalla mientras el agua caía sobre su cuerpo y ella no parecía estar allí. Había abandonado su lugar de residencia, aburrida de su trabajo, en Phoenix, Arizona. Alfred Hitchcock, el padre del suspenso, instaló en la gloria a esta versátil actriz californiana, que cantaba, bailaba y realizó una de las escenas cumbres del cine misterio de todos los tiempos. Es un cliché decirlo ahora, pero me llené de terror, dolor, espanto cuando vi la escena con que Hitchcock rompía en pedazos el celuloide, al asesinar a su protagonista a mitad de camino del filme. Estuve en varias jornadas en la butaca acariciando el horror con la Leight.
Colorado Jim, hace más de medio siglo, donde apareció vestida de hombre como una aventurera enamorada, fue uno de sus mejores filmes. El poeta me escribió una vez: majestuosa como Vos, y me incluyó en las montañas de Colorado, nevadas, con ese silencio imponente con que las he visto durante tantos años desde mi hamaca. La solemnidad del instante, la gota que el río no siente y sin embargo deja viajar por su pesado cauce. El color rojo, ceniza, gris, blanco, azuloso, vaporizado, la eterna estacionalidad cambiante de la montaña. Es Colorado, la descripción de mis días, la fuerza de sus tormentas, Denver, Denver, dirás frente a mis ojos. Es un rayo el que cae, en el misterio de esta tormenta que se avecina, la piel que la noche quema. Es el ruido clásico cuando alguien carga una escopeta y presiente que eres tú detrás de la noche. Nada más alto que la montaña y un par de ojos bien fijos en un horizonte íntimo, particular, solías decirme. No sólo cultivabas el vicio por las palabras, sino había sentimiento en ellas, profundo, diría ahora. Deja correr el río SB, que el agua cuando es verdadera, llega por añadidura a tu propio puerto, sobre todo, cuando te pertenece. Al Este del Paraíso, se tituló la vieja emblemática clásica película de James Dean. Al Oeste, the mountain y Vos, dijiste, en el centro de mi noche poco ortodoxa, en el cañón mismo de Colorado. El río incesante que nos navega. Se abre el Cañón en este Otoño de hojas sueltas de calendario. Se siente acerada la piel de la montaña en invierno, pero el Cañón no sede a la belleza en ninguna época del año. Es misterio que profana lo desconocido, un escenario que nos presta Dios para contemplarlo en su hondo, inacabado silencio de campanario sin iglesia ni feligreses. El río ruido, que se hace río, rueda el agua con el río. Es rojo el viaje sobre las aguas del Gran Cañón del Colorado.

No cesan las noticias. Un mundo bajo el plomo de los hechos. Los acontecimientos no descansan, ni duermen, en vela los hechos mortales, y los que trascienden, son futuro, permanecen en el tiempo. Cruje la Caja de Pandora en Medio Oriente, es una máquina de moler carne como una matraca, un artefacto sin aceite de la revolución industrial, con los pernos flojos, el engranaje somnoliento, el cuerpo del delito sangrando con el último hipo del atardecer. Los cuerpos ni sudan. Vuelan, estallan, se expanden, son una esquina sanguinolenta que el aire recoge por unos instantes .La sangre ha llegado al Mar Rojo en un octubre sangriento. Ojo por ojo en este mes de la muerte, fechado en el próximo 2 de noviembre en Washington. París no es una fiesta y no tiene esquina, el mundo vomita su propia destrucción, y los ataúdes arrastran a sus propios muertos, cargan los restos que el terror deja reciclar, en un montón de chatarra, los muñones, los retorcidos músculos sin fuerza, unas vértebras partidas, y pasea con la muerte el fruto del horror. El tiempo es un tractor que devora carne seca, blanda, amarilla, arrugada, plomiza, verde, azul plateada, que hiede a morgue. A caramelo de gusano, definitivamente. ¿El mundo, una ventana con vista a una fosa común? ¿Dinamarca olía tan mal, Shakespeare?

Los estadounidenses Richard Axel y Linda B, han ganado por nariz el Premio Nobel de Medicina y Fisiología 2004. La TV nos sorprende nuevamente con un campanazo. Un gran olfato tuvieron esos científicos y fueron premiados con razón. Ahora sabemos que reconocemos 10 mil olores. Ya se establecieron principios del reconocimiento y el recuerdo de los hasta entonces desconocidos 10.000 distintos olores. Una noticia en tiempos en que El Number One no sólo perdió el olfato del que nunca careció, sino otras prestantes figuras del orbe, desahuciadas por sus percepciones olfativas, capaces de tragarse un muerto sin eruptarlo. Los ratones tienen más receptores olfativos que los seres humanos. Es difícil, eso si, saber, que diría un ratón del olor de la primavera. En el Sur en primavera, el polen obliga a los alérgicos a cerrar las ventanas, huir de los temidos plátanos orientales, estornudos originarios de Europa y Asia. Los perros ni hablar, si hacen todos los trabajos en aeropuertos para detectar drogas o las minas que el hombre instala bajo tierra para asesinar a otros hombres. Una piedra, en cambio, nos sigue haciendo tropezar una y otra vez, como la historia, que es dura de entender y olfatear, quizás alguien le arroja alguna capa de alquitrán o la cubre con un plástico protector aséptico. La democracia y la libertad suelen estar rodeadas de una vaselina especial, pero su pegamento no es bueno, no funciona en muchas ocasiones. En los próximos meses, tres lugares distantes y distintos como el agua y el aceite entre sí, geográfica, cultural, económica, separados por abismos milenarios, montañas infranqueables, desiertos que se unen a otros desiertos y senderos que sólo el tiempo conoce y desconoce, acudirán a las urnas como se conoce en Occidente: Estados Unidos, Irak y Afganistán. El acto eleccionario más próximo e importante será el 2 de noviembre en Estados Unidos. De la fuente de sus deseos, se desprenden los comicios de los dos países ocupados por Washington: Irak y Afganistán. El mundo juega al billar, por carambola, los hechos caen en los huequitos de la mesa. Entretanto, el precio del petróleo descansa en una nube negra, toma aire, se oxigena disparado al cielo y produce una hemorragia colosal en la arteria aorta de la economía, sobre todo, de los más pobres. Los dos países ocupados, flamantes aspirantes a la democracia, acumulan en medio de este tránsito, escombros, ataúdes, fosas comunes, son el lugar común del espanto, y sólo la muerte le seguirá ganando a la democracia, un lugar común de Occidente. En el mejor de los casos es un mal hábito, un acto fallido de la memoria.

A este lado del paraíso, donde la credibilidad no aparenta más que ser un montón de huesos rotos, después del huracán Jeb Bush en el estado de La Florida, los ojos están puestos en los comicios más trascendentes del último siglo, que podrían permitirle a Estados Unidos recomponer la paz a nivel mundial, sus alianzas estratégicas, tomar la decisión de reestructurar las Naciones Unidas (anualmente gasta 250 millones de dólares en papeles la ONU y no juega ningún papel en el mundo), fortalecer sus fronteras internas a través de la confianza mutua, con un cambio real en su política internacional militarizada. La oportunidad la tiene el pueblo norteamericano, y lo ha dicho Michael Moore, quien recorre 20 estados claves de la Unión, para pedirle a la gente que vote y bote al Number One de la Casa Blanca: ¿acaso poder cobrársela al que está en el poder no es una de las cosas más lindas de la democracia? “¡Está despedido! El Gordo se la sigue jugando en el corazón del caldero y candela política de USA. “Mi meta es lograr que los 100 millones de abstencionistas en Estados Unidos les den una probada a eso de votar”. Que usen el paladar democrático, recomienda el gourmet de Fahrenheit 9/11, y él está dispuesto a lavar la ropa, limpiar la casa, y darles una provisión de maníes para que puedan tomar cerveza un año, si se comprometen a ir a votar el martes 2 de noviembre. Y siguen los incentivos electorales por cuenta del Gordo Moore, encargado de desafinar la mayor orquesta bélica de la historia de Estados Unidos comandada por GWB. Las tres escuelas que registren el mayor número de estudiantes (o que junten el mayor número de abstencionistas comprometidos conmigo para votar) recibirán una beca especial al final de la gira.
En guerra avisada no muere soldado, aunque en esta estúpida, desalmada, torcida, mentirosa, manera de morir, los soldados mejor equipados del mundo, no sólo caen en combate, sino a veces no saben su nombre, ni donde están, pierden un miembro de su cuerpo, se suicidan, vomitan el miedo en un pedazo más solitario que otro del desierto o en una calle de Bagdad, recortada por la metralla, una bomba, y la muerte deja de ser el solitario camino que la vida siempre emprende. La muerte es más que un golpe mediático de CNN, tiene la fuerza vital de arrancar a alguien de la vida y arrastrar a otro, a veces, también a la muerte. Pienso en Karen Unruh-Wahrer, de Tucson, Arizona, que no dejó de llorar desde que se enteró de la muerte de su hijo Robert Oliver Unruh, de 25 años, en Irak, donde había sido destinado hacía menos de un mes. Esta escena ocurría mientras debatían, el vicepresidente de Estados Unidos, Dick Cheney y el senador demócrata, John Edwards en la Universidad Case Western Reserve, en la ciudad de Cleveland, en Ohio. La Casa Blanca está empedrada de muertos y octubre no será un mes cualquiera. En este debate de “vicepresidentes”, la mentira se retrató en el rostro bilioso de Cheney. Es el verdadero Zar Rasputín de la Casa Blanca, en varias presidencias republicanas, un director en la beligerante orquesta bélica de Washington. Irak huele a Viet nam: un país más seguro, dijo El Number One. (Y la Franja de Gaza, a sepulcro palestino). El pueblo norteamericano tendrá que preguntarse frente a la silenciosa urna, el día de la votación, si la invasión Irak, que desató todos los demonios universales, valió la pena. Si vive en un país más seguro, con más libertad y económicamente más satisfecho. Y si vislumbra un buen futuro para el país y su familia, o están de acuerdo como se están llevando las cosas. Y, si considera que Estados Unidos es un líder confiable en el mundo.

El Acta Patriótica- Patriot Act- fue la respuesta para la seguridad interior. Una medida sorprendente. Ha tenido en un hilo a un amigo que deambula por las bibliotecas buscando Internet gratis, porque los libros ya no le interesan: son muy largos. Sus autores se empecinan en llenarlos de letras. Y los editores en publicarlos y los libreros en circularlos y las bibliotecas en almacenarlos, como fuentes del crimen. Un círculo vicioso perfecto para conformar un delito, requería de una ley y unas normas estrictas, severas, ejemplarizadoras, draconianas. El libro es un objeto extraño. No se lee como se debiera y asusta más de lo que también debiera. La soledad, el abandono, la humillación, el sobreprecio, la censura, le privan de su verdadero oxígeno: ser un amigo incondicional. Se sabe un instrumento de la imaginación, disfruta con la aventura, el juego, la pasión, los sueños, el amor, la intriga, el suspenso, porque es parte esencial de los sentimientos, la felicidad, el entretenimiento, la diversión y conocimiento humano. En los parques, cuartos, salones de clase, bibliotecas, en las sagradas noches del insomnio, ahí ejerce su secreta utopía, un gozo secreto entre sus páginas y la palabra que comienza a adquirir vida. Un libro es un viejo sobreviviente, conoce de humillaciones, malos tratos, de hogueras y guillotinas. De días, meses de abandono. Un libro que no llegue a la imaginación, se siente perdido, un inútil. El libro es un producto humano. Pienso que quiere seguir viviendo, respirando, soñando como cualquiera de nosotros, un día de horas muertas.( El libro no puede seguir siendo un desconocido en la familia o convertirse en el chivo expiatorio de una mal gobernante).

Patrot Act es el acto más antipatriótico y repulsivo contra el libro en la histeria, perdón, historia de Estados Unidos. “En virtud de la cual, las autoridades federales de Estados Unidos están facultadas para vigilar las compras de libros, así como los préstamos bibliotecarios”. Lejos, muy lejos se ha ido contra el espíritu de la gente, y se vulneran sus sentimientos más íntimos : la selección de lecturas. Sólo este artículo debiera poner en guardia a la actual generación de Norteamérica y al mundo democrático. Un país en guerra y ciego, es más peligroso que un libro en blanco, que un muerto vendiendo ataúdes o que ser virgen en Ciudad de Juárez. La muerte es húmeda, de ancas partidas, vísceras que el viento arrastra, es la carne helada del desierto que nunca estará en paz, México, México lindo y querido, te sigues rajando en la hondura de los tiempos, cicatriz del Río Bravo, espalda mojada, deja que la pesadilla vuele el cadáver de su propia pesadilla, como una mariposa amarilla que la noche aleja sin frontera, mancha de cielo fosforescente. Yo no creo en esqueletos. En rosas de segundos floreros. En la oportunidad del gusano. En lápidas sin nombre. En nombres que nadie los olvida. En montañas que no nombran el silencio. En ríos que se dejan morir en la mar. En lágrimas de cocodrilo, porque nunca serán río, sino falsos cristales que nadie querrá navegar. El ventanal me cierra el paisaje en este cuarto. El humo de mis puchos retrocede hasta mi infancia. Ancla la nostalgia en mi abuela, sus ojos que me veían a mí, vieja divina. Es la hora en que el café llena de aroma la atmósfera, me inclino sobre el ordenador, como si le pidiera perdón, pequeño altar de mis palabras.

Epílogo, Altar y Ceremonia

Fallujah es el Mar Rojo, la sangre decapitada, una Franja de Gaza en el manicomio de la humanidad, que no cesa de guiar la Fiesta de los Muertos Colgantes de Babilonia. Un muerto nos nace hoy en una boda y el Mar Rojo se tiñe de sangre y la sangre es un río que va a dar a la Casa Blanca.



¿EL MUNDO ES REDONDO o DE CUADRITOS ?
( La sucia carrera hacia la Casa Blanca: el sueño de Stegodon )

Por: Silvia Banfield

El Number One debe estar mirando la Casa Blanca como el Arca de Noe, mucho después del diluvio: ya perdida, sólo, con sus propias bestias. Solo agua en la imaginación del Emperador, el ruido solemne de un caño vacío, una intensa nube amarilla envuelve y rescata como Superman, El Jardín de Rosas , los micrófonos quedan hablando solos con las últimas visitas, repitiendo las tres enmiendas constitucionales decretadas por Mafalda. No mentir más de 11 veces al día, decir la verdad otras 11 veces y no escribir más el número 11 en los pizarrones de las escuelas de la Unión. Michael Moore deja de apuro la mansión oficial de los presidentes bajo los reflectores de la nada, comiéndose un burrito, con esa sonrisa despiadada: voy a seguir jodiendo donde duele. La escena es un buen material para la continuación de la saga de Indiana Jones, ante la sequía de los libretistas de Steven Spielberg y el hambre devoradora de la imaginación de Hollywood. Jeff Nathanson, un guionista convocado hace ya un largo tiempo por los productores, sigue sin dar la talla, y lo que sucede es que la realidad ha ganado con creces terreno a la ficción (le ha comido hasta los calcetines) y a las propias aventuras del pasado, convertidas en polvo, humo, hojarasca de papas fritas. En busca del arca perdida , (Ahora, Now , en búsqueda delas actas perdidas en La Florida) se estrenó en 1981 y recaudó cerca de 400 millones de dólares en todo el mundo. Probablemente por allí se pueda retomar la saga. Nunca segundas partes fueron buenas, a excepción de la Guerra de las Galaxias y El Quijote de la Mancha , pero la idea es tentadora por lo actuado por GWB y su combo. El hombre y su equipo han soplado muchos globos, reinventado a Pinocho el mentiroso de la nariz larga y echado la Casa Blanca por la ventana, en un continuo Halloween, aquelarre infinito. Ese sonar macabro del espanto, un hombre lleno de visiones invisibles, realmente sin visión. (supo alinear el terror personal al de los demás alrededor de él sobre la nación y diseminarlo por el mundo) El Presidente conoce de noches de brujas en tiempos de terror y como subirse a su propia escoba . Un Harry Potter, pero que da miedo . Otras dos entregas siguieron este éxito, Indiana Jones y el templo maldito (1984) e Indian a Jones y la última cruzada (1989. Sugerente nombre el del final de la saga, cuando estamos en plena cruzada en el siglo XXI, en las trampas de la fe ciega, los laberintos que hacen un Dios inaccesible, solitario, coyuntural, belicoso, ciego, errático, lleno de altares miedosos, con una espada hundida en la arena y en la bruma del pecado aletean los tiburones, las viejas morsas, cuervos amordazados, que vuelan alas de ángeles derrotados, negros viajeros en sus alcobas de nieve, silentes estatuas adoradas por sus espejos de sal. Me suena todo a Constantinopla, ay Bizancio con sus calles dormidas efervescentes de oro, mirra, incienso, amarilla de pasado esplendoroso, y la suavidad del tiempo que pareciera no pasar por sus cúpulas magníficas, porque simplemente no sucede, es. Un libreto no puede dejar por fuera al Inspector Blix de la ONU, tras las huellas de las armas de exterminio en algún lugar de Irak, en los palacios del dictador, o en los alrededores de la sitiada Bagdad. Blix podría encontrar las armas, esta vez en la imaginación, en un rincón perdido del afiebrado magín del Numbe r One . Sería parte fundamental en la trama, la búsqueda de las urnas llenas de votos fantasmas de La Florida, como sarcófagos de Faraones a punto de volar con sus túnicas y cuerpos embalsamados. Desde luego sería el chivo expiatorio, porque sólo a él se le habría ocurrido semejante absurdo, en su tienda de campaña, en medio del desierto, leyendo en las noches a Aghata Christie- en el hilvan de Poirot, vestida de morado- y comiendo dátiles mágicos para la memoria e imaginación. Mientras se le pierde la aguja en el pajar, Mr Blix, siente que le atraviesa las noches el Expreso de Oriente, donde podrían ir las armas, en la litera de Saddam H., que viaja con su última amante argelina y tiene un pasaje fechado sin tiempo para Estambul, otro dorado que dice Venecia, uno que se borra con sólo mirarlo: Bagdad, Media Noche For Ever, y sobre su muñeca, un reloj con tiempo circular. Es el vagón 13 de 17 que lleva el tren. París, París, pasa silbando un inspector y se siente como Marcel Proust se cae de la cama en el vagón 11. Marlen Dietrich ilumina la noche con sus largas piernas, que atravesaron los pasillos silenciosos del legendario tren en sus momentos de esplendor. Cuando Marlen se introducía en la cama con toda su animalidad y se cubría con las sábanas de seda del Expreso Nocturno, el silencio entraba húmedo, sofocante, a los lujosos cuartos del vagón solitario de la noche, cuya madera caoba huele aún el secreto de los cuerpos. Poirot no entendía de esos pasajes ocultos de las hormonas de la noche cálida, vigorosa y secreta. Blix, que venía de un tercer sueño de regreso por El Tigris con su secretaria irlandesa leyendo un ultimátum Top Secret , de la Casa Blanca, se despierta y cree que va al refrigerador, pero está en su tienda de campaña y sólo atina a orinar sobre el viento del desierto que le devuelve su propia atmósfera: agua que no has de correr, déjala volver. Ahora, en Irak se ha perdido todo, las armas son un detalle, y como dice un viejo refrán árabe: no se puede perder lo que nunca existió.

El Number One va a perder ahí la Casa Blanca. Ni Proust se la recuperará. Sin embargo, la leyenda árabe sostiene y alerta: el que encuentre la Lámpara de Aladino tendrá la solución en sus manos. Ello será posible al frotar el mítico bronce para que surja el Genio que cumple los deseos más insospechados al amo que tiene la lámpara maravillosa en ese momento en su poder. Por ahí le veo una veta al libreto de Indiana Jones. A frotar la imaginación, de perezosa, a transformarla en la loca de Hollywood, pero quizás no sea necesario, y bastaría con poner atención al libreto de la Casa Blanca. El proverbio árabe lo confirma: estaba escrito. El libretista de Halloween tenía escrita su historia antes de llegar a la Casa Blanca. ¿Asesorado quizás por la tradición oriental de los socios Bin Laden?. No sabemos. La mente es un laberinto poco explorado. Indiana Jones debiera ingresar a ese negro túnel borroso de la mente del Number One , excavar y buscar en esa moderna caverna paleolítica, hasta dar con el casete perdido, oculto, de las armas de exterminio. ¿La espada de Damocles o de Saladino? ¿O la espada contra la pared? Lo cierto es que dar la espa-l-da, no es seguro, en este mundo, donde la (in)seguridad es el arte de la mentira.

§ Los hoyos felices de Michael Jordan

Sorprendente, novedoso, Michael Jordan, quien lo diría, jugando Golf, y es bueno, acaba de ganar. Que desperdicio en el azar de los hoyitos para una superestrella que no sabe super- estar, sino en esos huecos equivocados de la vida. Me entero que los hoyos no estaban en orden del 1 al 18, sino que hubo azar de orificios además, como si los días con El Number One no fueran un hondo insondable hueco con forma de fosa común. Allí van a parar los huesos de los golfistas cuando no apuntan al hoyo verdadero. Los entierran con sus ridículos uniformes mirando al cielo, como si la pelotita les señalara una ruta, el futuro en un instante, una manera de estar parado en el aire. En un campo de Golf se hablan más estupideces que en un cementerio. Tan monótono, pero no igualmente cruel, que un día de caza. (Eso me lo comento un zorro inglés, que a su vez se lo había comentado una zorra) La diferencia de ambos prados verdes, es que el gusano les deja jugar un tiempo más. Todos bajo el césped, podría ser el próximo trofeo, en algún lugar del mundo.

Acomódese en su hueco definitivo con vista a la eternidad. Usted es su propia dimensión, espacio, memoria, futuro, en verdad, porque ahora si está todo en sus manos fríamente calculado. Un paisaje a la medida de su último sueño. No nos alcanzamos a acomodar en la butaca para ver el mundo en el gran telón cinematográfico del horror, (100 mil muertos en Irak, según un informe científico: niños y mujeres, más del 50 por ciento las principales víctimas de los ataques aéreos de Estados Unidos) cuando aparece en un flash la inefable imagen del más buscado: Osama bin Laden. El hombre de Tora Bora y los misteriosos laberintos que se hicieron espuma en la nieve de las altas, polvorosas, frías, alturas de Afganistán, como uno de los jinetes del Apocalipsis. Su alma gemela, recorría ese día infausto, los cielos del terror de la Unión, cargados de incertidumbre, sin un destino fijo, porque el terror aún no tenía rostro, vestía el traje informal de la sorpresa. Todo lo demás forma parte de una historia sin fin. Es tan difícil poner de acuerdo a un elefante con un burro y si le agregamos un camello. Y los tres juntos intentan pasar por el ojo de la aguja al mismo tiempo. Una hazaña casi bíblica. El Corán deja por fuera a los camellos.

En un abrir y cerrar de ojos, el mundo se enteró del inefable Osama bin Laden, quien apareció envuelto en una aima (capa) color naranja y su clásica vestimenta blanca de fakir iluminado. Fue un mensaje dirigido al pueblo norteamericano cargado de premoniciones. Desde el 15 de abril que no aparecía el fantasma de Bin laden por la cadena árabe Al Jazzera. Su objetivo fue advertir que no hay gobierno ni fuerza en el mundo que pueda detener una operación terrorista. 96 horas ante de las elecciones presidenciales de Estados Unidos, dijo que la seguridad de esa nación estaba en las manos del pueblo norteamericano y no de Kerry o de Bush.

§ El hombre de Tora Bora resucita con más miedo

"Los hombres libres no renuncian a su seguridad, contrariamente a las alegaciones de (George W. Bush) en el sentido de que nosotros aborrecemos la libertad. Que nos diga (Bush) por qué no hemos atacado Suecia, por ejemplo. Es evidente que quienes detestan la libertad están dotados de almas orgullosas", enfatizó en su mensaje. En 18 minutos expresó las razones que le motivaron actuar contra el gobierno de Bush y advirtió que podrían haber nuevos atentados en Estados Unidos, como el de las Torres de Manhattan", porque las razones siguen existiendo para repetir lo que ya ocurrió" el 11 de septiembre 2001. En 1080 segundos, el viejo socio y aliado de la familia Bush, llenó de incertidumbre el mundo y en especial los Estados Unidos y muy concretamente apuntó contra la reelección de GWB. Dijo al respecto para desbancar al Number One, erigido en pedestal antiterror en vísperas de Halloween : "jamás pensé que el líder supremo dejaría a 50.000 (personas) de su pueblo en las dos torres para enfrentar los sucesos aterradores a solas en momentos en que lo necesitaban". Hizo responsable a GWB por esos atentados, que fueron motivados por las injusticias infligidas por su administración contra el pueblo árabe. " También afirmó que los ataques podrían haber sido menores si Bush hubiera estado alerta. De alguna manera estoy sintiendo que Osama Bin Laden vino a votar cuatro días antes de los comicios. Decidimos destruir las torres en Estados Unidos, reconoció. Juro que no habíamos tenido nunca la idea de golpear las torres, pero después de que la gota hiciera desbordar el vaso, después de ver la injusticia y la arbitrariedad de la alianza estadunidense-israelí contra nuestros hermanos en Palestina y Líbano, la idea me vino a la cabeza" . Porque "somos un pueblo libre y queremos recuperar la libertad de nuestra nación''. Y sigue el mensaje: " Los acontecimientos que me llegaron de manera directa se remontan a 1982, cuando Estados Unidos dio luz verde a los israelíes para que invadieran Líbano con ayuda de la sexta flota estadunidense. En momentos tan penosos sentí algo que me resulta difícil describir, pero que creó un gran sentimiento de rechazo a la injusticia y una fuerte determinación para castigar a los injustos. "En ese momento en que contemplaba esas torres destruidas en Líbano me vino la idea de reservar el mismo castigo a la injusticia, y pensé que las torres en Estados Unidos también debían ser destruidas para que dicha nación degustara parte de lo que nosotros hemos tenido que soportar; para disuadir a Estados Unidos de matar a nuestros niños y nuestras mujeres. "No tuvimos dificultad para comportarnos con Bush y su administración debido a la similitud entre los regímenes en nuestros países, la mitad gobernados por los militares y la otra por los hijos de reyes y presidentes con los que tenemos larga experiencia. Esas dos mitades cuentan con muchos conocidos por su arrogancia, su codicia y su expoliación de dinero. En un habla pausada, Bin Laden acusó a Bush de "engañar" al pueblo estadounidense en los años posteriores a los atentados suicidas. Seguramente vio el documental Fareheit 9/11 de Michael Moore, porque en una de sus partes ironiza sobre Bush y son palabras que se refieren a la escena más patética del filme: "Bush estimó que era más importante interesarse por las palabras de la niñita sobre su cabra y sus cornadas, que por los aviones y su ataque contra las torres, lo cual nos dio el triple de tiempo para realizar las operaciones, gracias a Dios". Bush no se ha demorado en contestar: Estados Unidos no se intimida ante los terroristas y ganaremos esta guerra. Kerry ha prometido destruirlo. El ratón ha vuelto por más queso. En una guerra de sepulturas, sólo la muerte sale triunfante. Se instala su turbante, toma su bate de base ball , encaja sus guantes, mira hacia el frente, y empieza repartir boletos para la próxima función.

Lo que el mundo espera, es que el 2 de noviembre próximo, el pueblo norteamericano se vacune del actual inquilino y le aplique su propia medicina: el voto que lo botará de la Casa Blanca. Faltan 40 millones de vacunas, en un país donde anualmente mueren anualmente 36 mil personas por efectos de la gripe y otras 200 mil son hospitalizadas. Son los efectos de una política de salud de dudosa eficacia y que mantiene en vilo al pueblo, como las elecciones en la pantanosa Florida, donde se esperan problemas como en el año 2000. De ese estado depende el 10 por ciento del electorado del país. Esos 17 millones tienen el privilegio de decidir quien irá a la Casa Blanca. Hoy, La Florida, es una Caja de Pandora, porque no hay una mayoría republicana a ojos de buen cubero. Un millón de nuevos votantes harán la diferencia, como la realidad social y la seguridad. La Pequeña Habana cuenta con poco menos de 500 mil votantes. Bush ya no está tan fuerte en ese territorio, según los analistas, y se esperan sorpresas en el volátil mundo del sufragio norteamericano.

§ Komodo y Stegodon, se unen contra la ley de la selva

Es el lugar ideal para que Indiana Jones busque con Harry Potter La Piedra Filosal, y de paso nos cuenten la historia del país del Homo floresiensis , sitio ignoto, remoto, donde reinaba el elefante enano, llamado Stegodon y el dragón Komodo, el más grande del mundo. Nunca discutieron territorio, siempre se llevaron a las mil maravillas en la Isla de Las Flores. Stegodon era inmensamente grande, pero se fue haciendo enano por conveniencia, para que Komodo lo paseara por la isla y sobre el mar. Siempre soñó con volar en verdad. Le gustaba ver el encendido del motor de Komodo, cuando emprendía vuelo y vomitaba unas llamaradas del blanco al amarillo y al rojo, como un arcoiris que nacía de la tierra. Stegodon. nunca entendió para que tenía esas inmensas orejas, que con los años se le iban arrugando. Ya no escuchaba las viejas canciones de los antepasados, porque las orejas le pesaban más que las pesadillas. Le tapaban los ruidos de las hojas y cuando se reía mucho le pegaban en la cara. El que más se reía con estas historias era Komodo, que conocía la verdadera leyenda por qué Stegodon se hizo enano. Un día encontró llorando una pareja de Stogodones con dos de sus hijos. Le contaron que ya no veían futuro para ellos en su Isla. Le dolían sus orejas cuando veían pasar a las pretenciosas enanas por la selva con sus carteras grises emperladas. Habían visto un cementerio de colmillos de sus queridos marfiles, erizados como banderas de trofeo en una esquina de la isla. Sus hijos sollozaban en las noches y movía de tristeza sus trompas infantiles. Se vivían segundos, minutos, horas, días, semanas, meses, años, de terror. No había ningún lugar seguro. Las playas estaban llenas de esos minúsculos seres con sus pequeñas cabezas e insignificantes cuerpos que se reunían en grandes grupos para protegerse y atacar. Ahí fue, dijo la pareja de Stogodones a Komodo, que supieron de la existencia de la ley de la selva. Veían las puestas de sol temblando, como si a la caída en el ocaso se les fuera la vida. El mar les sonaba alo lejos, porque acercarse alas playas era riesgoso. Más cuando había luna llena. Ninguna hora, por oscura que fuera, era ya segura. Los enanos mortíferos, se desplazaban silenciosamente en las sombras, al amanecer, y sembraban el terror con sus lanzas filosas, unas armas ridículamente mortales. La sangre en los senderos, junto a los árboles, pegada a las hojas como aceite o en inocentes hilillos, traumatizaban a los hijos de los Stogodones. Las historias son inenarrables, carreras a medianoche sin rumbo, huidas al mar, suicidios frente a los barrancos, y tantas noches de insomnio que las ojeras se parecían a las orejas. Todo ese mundo de pánico permanente, un universo sólo para enanos mal nacidos, les llevó a hablar con el más anciano de los dragones gigantes de la isla. Entonces vino la historia de primera mano o de la lengua de un dragón: Fue para huir de los Homo floresiensis , aunque enanos, eran unos cazadores inteligentemente dañinos, astutos de manadas de Stegodones, y con sus orejas se hacían lujosos abrigos de piel, hamacas firmes, maletas, alfombras, mochilas, carteras, portafolios (eran muy ordenados y aficionados a la contabilidad) y unos botines que le permitían volar por la Isla de las Flores. Sobre todo, silenciosamente, un requisito para la caza segura. Las enanas floresiensis , cuenta Komodo, eran tan presumidas, que se mandaban a hacer varios pares de botines para evitar las callosidades y se los ajustaban para que sus piecesitos no se desparramaran ni en la noche. Los Stogodones, relata Komodo, fueron salvando su estirpe, descendencia sólo empequeñeciéndose para que no los vieran ni con la luz de la luna en las largas noches de la Isla de Las Flores. Los Homo floresiensis, comenzaron a perder fuerzas , a poner en peligro su supervivencia, porque las mujeres se fueron quedando descalzas, sin carteras, y no tenían como ordenar sus cosas en los portafolios, las más íntimas que cualquier enana puede aspirar. Las orejas se hicieron más pequeñas y agudos los oídos. Y a los antiguos Komodos, una legión dragones de honor, les correspondió finalmente salvar a los últimos Stogodones. Se turnaban volando con ellos, día y noche. Hasta que no quedó ningún enano en la Isla. Pero sólo quedaron tres machos vivos de Stogodones y con el tiempo uno sólo. Era legendario ver en aquellos tiempos, cuenta Komodo, volar a los dragones livianos como plumas llenas de fuego, y que cada vez que dejaban la tierra para ascender al cielo, lanzaban sus llamaradas y los Stogodones cerraban sus ojos y para ello usaban sus orejas. Se sentía una gran carcajada del Komodo en el cielo. Cuando ya estaban seguros en el aire, volvían a abrirlos y miraban de reojo la tierra, hasta que iban tomando confianza, porque se trataba de un vuelo seguro. Las noches bajo estrellas y luna llena eran una delicia. Máxima visibilidad y seguridad. La Isla se dibujada en todo su perfil. Se hacía más infinita. Blanca, blanca que se perdía. Absolutamente solitaria, personal, íntima. Komodo se imaginaba que un día, ya anciano, casi sin fuego en su garganta, podría engullirse la isla y dar finalizado su ciclo e historia en la tierra. Nadie sabría que esa fue tierra de dragones gigantes y elefantes enanos, que compartieron la felicidad. Que cruzaban la isla por su cielo, como si los sueños nunca acabaran y que nunca discutieron donde dormirían una noche bajo las estrellas o las infernales lluvias que arrastraban los troncos de los árboles, como niños sin padres.

MORALEJA

Ahora, si yo me encontrara con Komodo y Stogodon un día de Otoño, les contaría la verdadera y gran historia del siglo XXI. De un elefante y un burro que no pueden compartir una manzana en Nueva York,-una ciudad de grandes cristales- porque todos su pasos tienen el eco de unos pasos más grandes que otros que dan por ellos en las enormes avenidas de N.Y. City, y de la Unión. Se sienten resonar en Wall Street, detrás de los infinitos ventanales que miran en silencio, en las alfombras orgullosas, recién aspiradas, en los pasillos de los bufetes de abogados, donde los sultanes de los lobbys manejan la ley de la oferta y la demanda, y todos sabemos, que en algún pasaje oscuro, en una pequeña isla sin llaves, duerme el Sueño Americano. ¿El elefante es más burro que el burro? Eso se sabrá el 2 de noviembre, pero el burro no podrá seguir siendo más burro, después de esa fecha.

 


 

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