Santiago de Chile.
Revista Virtual.

Año 6
Escáner Cultural. El mundo del Arte.
Número 67
Noviembre 2004

PRESENCIA DE LA LITERATURA HISPANO CANADIENSE.
EL CASO CHILENO

Por: Jorge Etcheverry Arcaya

Hace un par de años, en la reunión cumbre de la francofonía, se señalo que la cultura estadounidense era un peligro para la francofonía. En el caso de la cultura hispanófona, por el contrario, pareciera que se está experimentando un fenómeno de expansión. Por ejemplo, se está consolidando como la segunda lengua de Europa, con 23,5 millones de ciudadanos no españoles de la unión europea que saben español. Si bien las formas de la cultura popular anglófona estadounidense, la única cultura anglófona que tiene real influencia, aumentan su presencia en el mundo hispánico, sobre todo la música, en las entrañas mismas del monstruo la presencia hispánica se hace sentir como un cáncer luminoso. La cultura popular está llena de nombres latinos o latinizados que la han dotado de una sabrosa distorsión. El español se habla más y más. En algunos países de América Latina el 'rap' ya no llega directamente del imperio del norte, sino mediatizado y latinizado vía Miami. Una buena parte de los programas más populares de la televisión hispánica se hacen en Estados Unidos y para un público estadounidense.

Si vamos a Canadá, veremos que este incremento del idioma español está ligado tanto al desarrollo y aumento cuantitativo de una comunidad hispanohablante en el país, como a eventos internacionales de orden político y económico como el TLCAN, que realza el relieve del mundo hispánico. Aumenta en forma permanente la presencia latina en la gastronomía, las manifestaciones musicales y los medios de comunicación, existiendo programas de televisión, periódicos y programas de radio hispánicos, en momentos en que el multiculturalismo canadiense ha ido viendo limitado su accionar, sobre todo en lo que respecta a lo literario, que es lo que aquí nos interesa.

Canadá es una sociedad en vías a convertirse en multicultural, multiétnica y multilinguística, en un proceso ligado a la inmigración, y que es temido y combatido en la medida de lo posible por las derechas del país, pero que se ve fomentado entre otras cosas por el descenso de las tasas de fertilidad de la población por así decir canadiense 'blanca' y la necesidad económica. El multiculturalismo, creado por los liberales, el único partido político que cuenta en una medida significativa con el voto 'étnico', es una institución que surge para canalizar institucionalmente esta realidad, centrándose alrededor de los conceptos de 'patrimonio' y 'comunidad'. En este sentido, tuvo un papel fundamental en el financiamiento e impulso de bastantes empresas culturales literarias hispánicas o con componentes hispánicos. Entre sus limitaciones en lo que respecta a lo literario, estaba la asignación de fondos a empresas puntuales, ya sea de revistas o editoriales, sin incursionar en los aspectos de la distribución y comercialización, sin financiar por ejemplo el funcionamiento sostenido de editoriales o revistas. Además, existía un sistema de becas destinado a pagar tiempo libre para escritores e investigadores hablantes de lenguas otras que el inglés y el francés, destinadas a producir obras para ofrecer en un mercado que los desconocía tanto a ellos como a su sector cultural. El criterio de 'comunidad' que regía junto al concepto de preservación del 'patrimonio', impuso la mediación y el apoyo de la comunidad, bajo la forma de asociaciones, etc., al otorgamiento de fondos, lo que contribuyó a la jerarquización implícita del producto financiado por multiculturalismo como algo no decididamente literario, en comparación por ejemplo, con el financiamiento de 'corriente principal' otorgado por el Consejo de Artes, fenómeno que vemos como una de las maneras por así decir 'naturales' de la literatura 'hegemónica' para mantener su posición.

Pero los aspectos positivos de estos programas de financiamiento en lo literario han sido también importantes, permitiendo la producción de material crítico y creativo que quizás de otra manera habría permanecido inédito o sin elaboración, y a la vez posibilitando, en el caso de ciertas editoriales hispánicas, la publicación de material-por ejemplo de raigambre surrealista y vanguardista-que por razones de historia cultural, no hubiera podido ser publicado en este medio si se hubiera dejado a merced de la demanda del mercado. Esto posibilitó por ejemplo posibilitó la producción de literatura de nivel experimental tanto a nivel del idioma hispánico, que dejada a las necesidades y demandas naturales del mercado no se habría producido. No tengo más alternativa que mencionar la experiencia más a mano que tengo como editor: la de Cordillera y Split/Quotation, (que dio a luz por ejemplo la producción de la Escuela de Santiago y Luis Lama) y la experiencia de la publicación de La ciudad, de Gonzalo Millán, en Montreal, y de ciertos textos de Alberto Kurapel, todas obras de fuerte factura experimental y vanguardista.

Con el correr de los años, la literatura hispánica producida en Canadá ha seguido paralelamente el incremento y el desarrollo de la comunidad hispanohablante. Carente del financiamiento oficial relativamente fácil de otrora, se ha echado mano a otros mecanismos como la venta anticipada de ediciones, la publicación de revistas, etc., a la vez que se recurre en forma casi sistemática al apoyo social y económico de la comunidad manifestado a través de avisos económicos, respaldos, eventos mixtos literario-gastronómico-folclóricos, etc. La revista Alter Voz, editada por Luciano Díaz con el que habla, de modesta edición y financiada por la comunidad de negocios latina de Ottawa es una muestra. La antología Boreal de poesía latinoamericana en Canadá, compilada por los mismos autores y comprada en gran parte de manera anticipada por los autores es otro ejemplo. Esto se produce debido a que existe un cierto mercado consumidor de la literatura hispano canadiense a nivel tanto de la sociedad anglo/francófona como hispánica. Los autores son identificados y reconocidos, a través de su participación en recitales y eventos, etc. En ciertos casos, como ha sucedido en el importante festival literario internacional de Montreal, Blue Metropole, se ha reconocido al español como lengua literaria mundial y la tercera del evento luego del inglés y el francés, y se ha invitado a autores hispano canadienses a leer en español en este contexto. Este proceso se ha dado en forma paralela a una suerte de no disponibilidad en general de críticas o notas de los libros hispánicos producidos fuera del circuito editorial de corriente principal. Después de todo, Canadá es un país relativamente poco poblado y el espacio para las empresas literarias es restringido en general. Este fenómeno se ha dado particularmente en Ottawa, con una reducida comunidad de escritores anglófonos y prácticamente con un solo periódico, The Citizen , cuya derechización en los noventa puso fin en general al espacio acordado a la literatura étnica local (vale decir hispánica) no apadrinada por la institución o la industria literaria de corriente principal.

Pero como se ha visto, esta tendencia a la circunscripción de los espacios a la producción literaria de las lenguas hegemónicas ha sido paralela al surgimiento de instancias propias de vehiculización para la literatura hispano canadiense, como lo son y han sido por ejemplo esta misma conferencia de celebración del idioma español, que cumple diez años, el festival ritmo y color, también en Toronto, y las reiteradas sesiones de lectura de obra original y crítica de la literatura en español hecha en Canadá en los diversos congresos de las asociaciones eruditas hispánicas.

En otro nivel, la literatura hispano canadiense y sus autores ha estado generando sus propias instancias de expresión y desarrollo a nivel de la comunidad, valga la pena nombrar por ejemplo al Taller Cultural El Dorado, la caridad empieza por casa, de Ottawa, el Taller Cultural Sur, de Montreal, la Tertulia, de Gatineau, etc

Estos talleres periódicos funcionan efectivamente como lugares de encuentro, no tan sólo entre latinos o españoles, sino con los escritores y el público anglófono y francófono y de otras lenguas. Como ejemplo de este 'encuentro', a falta de otra palabra más precisa, y recurriendo a material basado en mi experiencia, voy a leer unos párrafos que la poetisa canadiense de Ottawa Heather Ferguson dirigió al Proyecto Adrianne, al que me referiré más adelante. Ella dice, refiriéndose a los escritores chilenos de Ottawa, que "han trabajado incansablemente como poetas, prosistas, traductores, músicos, editores, y organizadores de la comunidad...", y luego prosigue "..su apertura a otras culturas, su entusiasmo para experimentar con medios diferentes y su gran habilidad para hacer cosas (y esto sin financiamiento oficial) ha enriquecido mi vida y la vida de otros, aquí en Ottawa y en otras partes". Refiriéndose a su experiencia con El Dorado, ella dice que "La serie de lecturas es un fantástico puente entre culturas....Los chilenos de Ottawa están promoviendo las relaciones interculturales a través de presentaciones poéticas y musicales"... "me gustaría que los chilenos supieran que algunos de sus compatriotas aquí en Ottawa están haciendo una contribución importante a la vida artística de la ciudad".

Uno de los aspectos presentes en esta ilustrativa carta abierta, es el elemento del intercambio entre poetas y la posible influencia temática o estilística en autores canadienses de los latinos o viceversa. Tal es el caso de Patrick White, que declara su interés por los poetas chilenos llegados a Canadá y produce el único poema elegíaco en forma de libro sobre Victor Jara, héroe popular chileno. Otro elemento de esta 'fertilización cruzada' tiene que ver con la traducción, que es un factor indispensable para esta comunicación intercultural y de la literatura hispano canadiense, factor que es una parte importante del quehacer de una gran parte de los autores, críticos y editores de la literatura hispano canadiense. Refiriéndonos este aspecto no podemos dejar de mencionar el papel de Christina Shantz y Hugo Hazelton, sólo hablando hacia el lado 'inglés', que es el que más conozco. Autores y editores como Elías Letelier, Luciano Díaz, Margarita Feliciano, Alfredo Lavergne, el que habla, hemos sido llevados de alguna manera hacia las aguas de la traducción. La Editorial Antiimperialistas de América Poetas com. publicó una antología de poemas escogidos del poeta anglófono montrealés Endre Farkas, de Elías Letelier, así como un libro virtual, y prepara una de Ken Norris, presentando en su sitio web poesía en español de los poetas quebequenses Marcel Daoust y Bernard Pozier, y a la inversa, en otro sitio especial, una muestra en francés de poetas chilenos de la generación nacida en la década de los 1950.

De alguna manera, los juicios de Heather Ferguson se aplican a lo que ha sido en general la literatura hispánica en Canadá. Debido a sus orígenes, fue principal pero no exclusivamente producto de una élite exilada, cuya primera oleada llega a comienzos-mediados de los setenta. Ya desde entonces cuenta con una desproporcionada presencia chilena en número y organización, y ha mantenido su carácter de alguna manera 'comunitario', ya que una gran parte de su producción y eventos estuvieron destinados a la solidaridad al interior de comunidades exiladas. Los elementos surrealistas, experimentales y vanguardistas en la prosa y poesía.coexistían y coexisten con el así llamado 'compromiso', ineludible si se proviene de América Latina, y con los temas de la nostalgia y la aculturación y de la alienación, que son típicos de toda literatura trasplantada y urbana, respectivamente. Así, esta peculiar relación entre la academia, la edición, el profesionalismo literario y la participación comunitaria ha creado ese especial sello que distingue en general a los eventos en que hay presencia de la literatura hispánica en el país.

Las dificultades para el mantenimiento de esta literatura son tan grandes como sus realizaciones. Pese a su carta de ciudadanía a través de una existencia impresa en español y en cierta medida en los dos idiomas hegemónicos, el rango o estatus de esta literatura tiende a difuminarse. Por una parte, y con honrosas excepciones la crítica hispánica académica no se ha interesado en estos escritores. Los departamentos de español tienen sus planes de estudio enfocados hacia los períodos y autores de España o el continente americano. Las listas de autores tratados en los cursos constituyen la mercadería preferencial de las librerías especializadas en idioma español, que así con pocas excepciones no incluyen a los autores hispano canadienses en sus listas de libros. Sin embargo, la temática del exilio y en general la universalidad de la migración como fenómeno mundial ha tenido su eco en la academia. Un curso dictado por el profesor y poeta Luis Torres en la Universidad de Calgary, Escritura diaspórica, incluía a cinco autores hispano canadienses. Los antecedentes de este reciente interés se encuentran en las numerosas presentaciones, mesas, conferencias, artículos, prólogos de libros, programas de radio y televisión, notas dadas y/o publicadas no tan sólo en Canadá sino, por ejemplo en Estados Unidos, Inglaterra, Luxemburgo, Canadá, Cuba, Chile, Rumania, y otras instancias por un grupo de autores-críticos, traductores, como Margarita Feliciano, Hugh Hazelton, el que habla, entre otros.

Por otro lado, la existencia de la literatura hispano canadiense es en general no reconocida en los países originarios de los autores, cuyas instituciones (embajadas, consulados, universidades), tienden a ver a las comunidades respectivas residentes en Canadá como vehículo para la difusión de los escritores, artistas y productos culturales de sus propios países y cuando se interesan en la literatura canadiense es en sus autores de corriente principal, anglófonos o francófonos. Un caso de excepción lo ha constituido Chile, país que sufrió un exilio masivo a raíz del golpe de 1973. Ya hemos mencionado el relativamente numeroso núcleo que se expatrió a Canadá. El gobierno actual reconoce a los exilados y residentes en el extranjero como parte de una región más o menos virtual del país denominada la Catorceava región. La Gobernadora General de Canadá visitó Chile en mayo de 2001. En esa ocasión se firmó un acuerdo que creó este Proyecto Adrienne, para "la salvaguarda y vuelta a Chile de los trabajos intelectuales de los escritores y artistas chilenos exilados luego del golpe de estado del General Augusto Pinochet el 11 de septiembre de 1973". El proyecto, recién finalizado, aceptaba una amplia gama de trabajos "..publicados o inéditos de ficción, escritos científicos o sociológicos o sobre otros temas, películas, videos, tesis, artículos, antologías, revistas, discos, CDROMs, periódicos, etc.", así como "trabajos producidos en otros idiomas además del español, francés o inglés", abriendo las puertas a los residentes chilenos en general y a autores canadienses cercanos a la comunidad literaria chilena". Y como un testimonio de la presencia de la literatura hispánica en Canadá, podemos citar, de esta nota sobre el Proyecto Adrienne publicada en el boletín de la Biblioteca Nacional de Canadá, que declara que "La comunidad literaria chilena es una de las más activas y dinámicas de Canadá. Desde su llegada a Canadá, los autores han continuado escribiendo, creando revistas literarias, agrupaciones culturales y editoriales, y han participado en numerosos seminarios y reuniones dedicados a la literatura chilena e hispanoamericana". Este proyecto representa una muestra de la presencia de un segmento de la literatura en español producida en el país, que está dándose su espacio y espera su reconocimiento.

 

Jorge Etcheverry Arcaya: chileno, ex miembro del Grupo América y la Escuela
de Santiago, agrupaciones poéticas de los sesenta. En Canadá desde 1975,
doctor en literatura y traductor, ha publicado The Escape Artist/El
evacionista, Canadá, 1981; La Calle, Santiago, 1986; Tánger, Santiago 1990,
versión inglesa, Canadá, 1997;A vuelo de pájaro, Canadá, 1998; "Vitral con
pájaros, Ottawa, 2002, De chácharas y largavistas, novela, Canadá, 1993;
Northern Cronopios, antología de narradores chilenos en Canadá, Canadá,
1993. También tiene prosa, poesía y crítica en Chile, Estados Unidos,
Canadá, México, Cuba, España y Polonia. En 2000 ganó el concurso de
nouvelle de escritores.cl con El diario de Pancracio Fernández. Sus últimas
publicaciones en antologías figuran en Cien microcuentos chilenos, de Juan
Armando Epple, Cuarto propio, Chile, 2002; Los poetas y el general, Eva
Golsdschidt, LOM Chile, 2002, y Anaconda, Antología di Poeti Americani,
Elías Letelier, Poetas Antiimperialistas de América, Canadá, 2003. Su libro
de poemas Reflexión hacia el sur aparecerá próximamente.

 

 

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