Desde Chile:
Mauricio Otero*
La sola mención de las obras del poeta chileno, da una muestra palmaria de las intenciones que alentaron su poética tan fecunda en el ámbito mundial, pues este filósofo y vate fue universal en el mejor y más exacto sentido del concepto.
EL AVENTURERO DE SABA
VIGILIA POR DENTRO
EL BLASFEMO CORONADO
RÉQUIEM
LA ESTATUA DE SAL
LA HIJA VERTIGINOSA
LOS PENITENCIALES
EL SOL CIEGO
SOL DE LENGUAS
EL HIERRO Y EL HILO
LOS VEREDICTOS
LA APARICIÓN
EL TRASPASO DE LA ANTORCHA
EL PÁJARO DUNGA
EL NIÑO DE ROBBEN ISLAND
VOX TATUADA
CONJURO
RESEÑA BIOGRÁFICA
Extractamos del libro "HUMBERTO DÍAZ-CASANUEVA: VIGILIA POR DENTRO, RÉQUIEM, LOS PENITENCIALES". Editorial Universitaria, 1998. Colección Premios Nacionales de Literatura. Selección, prólogo, cronología y bibliografía de Carmen Foxley.
Díaz-Casanueva nació en Santiago el 8 de diciembre de 1907. Su infancia transcurre en la céntrica calle San Pablo, la sociedad de artesanos de La Unión. Estudia humanidades en el Liceo de Aplicación, de donde no conservó buenos recuerdos a causa de la diferencia de nivel económico con sus compañeros. Escribe en el Peneca sus primeros trabajos, mientras lee a Edmundo de Amicis, el humanista melancólico italiano. En 1917, funda un teatro infantil en su barrio, y concurre a la biblioteca Nacional a leer poesía. En 1922, es expulsado del Liceo acusado de hereje por el profesor de religión. En 1923 se integra a la Escuela Normal de Preceptores 'José Abelardo Núñez', egresando de profesor a los diecisiete años de edad. Lee a Dostoievsky, Gorki, Hamsun, Martí y los poetas modernistas Darío y Herrera y Resissig. Se desempeña luego como maestro rural en Linderos, donde escribe poemas para niños y coopera en una escuela nocturna.
En 1925 conoce a Neruda, de quien fuera íntimo amigo, colaborando en la revista Caballo de Bastos. Se reúne con Gabriela Mistral y Rosamel del Valle, con quienes estrecha lazos de por vida. En 1926 es presentado a Vicente Huidobro y Pablo de Rokha y viaja a Isla de Pascua. Publica El aventurero de Saba. En 1927 se somete a un tratamiento psiquiátrico y entonces se interioriza en los secretos del subconsciente. Coordina el trabajo cultural de la Asociación de profesores, organizando una destacada exposición de arte infantil y escribe poemas y ensayos en la revista Rumbos. Se traslada a Buenos Aires y visita allí a Jorge Luis Borges. De paso por Montevideo conoce a Juana de Ibarbourou. Fue director de la Revista del Ministerio de Educación. En 1929 debe huir a Uruguay, perseguido por la dictadura del general Carlos Ibáñez del Campo, luego de ser encarcelado por éste por recibir literatura prohibida. Estudia en la facultad de filosofía y letras de la Universidad de Montevideo, donde nace ya el filósofo. Frecuenta a Ibarbourou y Sabat Ercasty. En ese mismo país conoce a Jules Supervielle, con el que van a Ouro Preto, Brasil. Dicta clases a inmigrantes italianos, los que aportan a la publicación del periódico Señales. Retorna a Chile en 1931 y edita Vigilia por dentro, que es bien acogido por la crítica. En 1932, funda la revista Signo, dedicada a la estética infantil. Obtiene entonces una beca para estudiar filosofía en Alemania. Ingresa a la Universidad de Bonn. Nuevamente tuvo que ser internado en un hospital por dos meses debido al desgaste ocasionado por la vida estudiantil. Al restablecerse, además de proseguir sus estudios, asiste a cursos de pintura con Paul Klee. Se transfiere a Jena donde prepara su examen final sobre la Crítica de la razón pura, de Kant. Estando en Viena, en 1935, escribe el poema La Víspera, que es publicado en Chile el mismo año. En 1936 sigue dos seminarios con Heidegger, uno sobre Hölderlin y otro sobre Nietzsche. Trabaja en los archivos de este último en Weimar y se entrevista con Husserl. Lee a Rilke. Estos estudios y lecturas se verán reflejados en su obra posterior. En 1937, se doctora con una tesis sobre Ortega y Gasset, regresando a Chile en 1938, para el triunfo presidencial del izquierdista Frente Popular, de Pedro Aguirre Cerda, laborando en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Chile. Junto a Mariano Picón Salas, a quien conociera en Alemania, además de Héctor Cuenca y José Santos González Vera, funda el Instituto Chileno Venezolano de Cultura. Concurre a Venezuela, invitado por Picón Salas y colabora en el Instituto Pedagógico, vinculándose al medio literario venezolano. Contrae matrimonio a fines de ese año en Chile, con Mireya Pena Soza, hija de un escritor. Edita en Atenea de Concepción y en El Universal de Caracas. En 1939, publica una traducción de Saint-John Perse. En 1940 escribe en Venezuela El Blasfemo Coronado y dicta conferencias en múltiples universidades centroamericanas. Nace su hija Luz Maya. En 1949, viaja en misión diplomática a El Salvador, visita que no olvida a causa de 'los volcanes, la magia y la gente sufrida y soñadora'. En 1942, es nombrado secretario de la embajada de Chile en Ottawa, Canadá. Escribe el poema Réquiem, en homenaje a su madre fallecida. Publica en Santiago El Blasfemo Coronado. Nace su hijo Leonardo. Conoce a Sartre, con quien dialoga sobre Heidegger. En 1944 es designado consejero de la embajada chilena en Washington. Escribe La estatua de sal y obtiene el Premio Municipal de Santiago. Entabla amistad con Juan Ramón Jiménez. Es intérprete en un diálogo de Gabriela Mistral con el Presidente Truman. En 1945, el Ministerio de Relaciones lo traslada a Santiago, donde da clases de filosofía en la Universidad de Chile, siendo vicepresidente de la Sociedad de Filosofía y de la de Escritores, y presidente del PEN Club. En 1947 se publica La estatua de sal, en Santiago. En 1949, es asignado Consejero de la Embajada chilena en Lima. En 1950, nace su hijo Álvaro, a quien dedica su poema El traspaso de la antorcha (1948.) En 1951 es cónsul en Génova y en 1953 en Ginebra. Comienza su participación en las Naciones Unidas. Escribe la Hija Vertiginosa, que es publicada en Chile en 1954. Traduce Elegías de Duino, de Rilke. En 1956 asume la subdirección política del Ministerio de Relaciones Exteriores e imparte clases de filosofía en la Universidad de Chile. En 1958, es Ministro Consejero en la Embajada de Chile en Roma. Se relaciona con Roberto Matta y con Germán Arciniegas. Visita a Ezra Pound. En 1960 edita en Roma Los penitenciales. En 1961 es trasladado a la Delegación de Chile en las Naciones Unidas de Nueva York. Nacen sus hijos Isabel y Rodrigo. En 1964, regresa a Chile, como asesor Político del Ministerio de Relaciones Exteriores y otorga un curso sobre 'Problemática del Arte Moderno', en la Universidad de Chile. Participa en un Coloquio Internacional de escritores en la Universidad de Concepción. En 1963 es nombrado por el presidente Frei Montalva Embajador de Chile en Argelia. Se casa con Leonora Kracht Ojeda, abogada y diplomática chilena en España. En 1966, se publica El sol ciego, en Chile, escrita en homenaje a su amigo Rosamel del Valle, muerto en 1965. Y en 1970 es designado representante de Chile ante Naciones Unidas, siendo el gestor de la aclamada alocución de Salvador Allende en el Hemiciclo. Editorial Universitaria publica Antología Poética y la Editorial Nascimento Sol de lenguas. En 1971, recibe el Premio Nacional de Literatura, donando el monto del premio al comité de Navidad. En 1973 es elegido miembro del grupo de expertos sobre los efectos del Apartheid. A raíz del Golpe Militar del 11 de septiembre de 1973 en Chile, renuncia a su cargo de embajador ante las Naciones Unidas, residiendo en Nueva York y dictando cursos en Columbia (New York) y Rutgers (New Jersey.) En 1976 obtiene la beca Guggenheim para escribir El hierro y el hilo, que se publica en Canadá en 1980. Publica una antología de su amigo de toda la vida Rosamel del Valle. En 1978 muere en París su hijo Leonardo. En 1982 viaja a México, declarando allí, "yo inmerso en complicada metafísica, advierto que mi ser se expande mayormente en el 'primitivismo' ". Visita Tanzania, Zambia y Angola, como miembro de la comisión de expertos mundiales en derechos humanos. Se publica en Nueva York Los veredictos y termina El pájaro Dunga.
En 1983 regresa a Chile, pero viaja a Ginebra y en 1985, en comisión del apartheid. En 1984 se publican La aparición y El traspaso de la antorcha, también Trinos (trenos) del pájaro Dunga y el Niño de Robben Island. Ingresa como miembro de número a la Academia de la Lengua. En 1988, su Obra Poética aparece en Venezuela y el estudio de Evelyn Minard: La poesía de Humberto Díaz-Casanueva, en editorial Universitaria. Muere en 1992.
FUNDAMENTOS CRÍTICOS.
Señala Carmen Foxley en su Prólogo de la edición Premios Nacionales de Editorial Universitaria, que estamos ante una poesía exigente, que cuenta con la imaginación del lector y el conocimiento que éste pudiera tener de los símbolos, de ciertos significados convencionales transmitidos desde los pueblos antiguos, vinculándolos con las percepciones y anhelos que han ido fundando el conocimiento del hombre y con un universo original en el que habría existido el sentido, la unidad primigenia y la plenitud. Es una poesía que recicla los símbolos de la tradición, para dar existencia a lo innombrable y nos recuerda Foxley lo dicho por Díaz Casanueva: 'simbolizo lo que de otro modo no sería existente', no esperándose entonces la expresión de una experiencia individual emotiva, como creen algunos errantes de la lírica aún. Recreación del lenguaje de la colectividad, destinada a resituar las condiciones de lo humano, en un mundo inquieto por el olvido de sus fundamentos, agrega la crítica. Del lenguaje de esta poesía no se pretende que agotemos su significación, que recorramos todos los vericuetos del sentido. Es una palabra que se quiere opaca y enigmática como de hecho lo es la existencia. Considerando que nuestra memoria es limitada y nuestro conocer, nos solicita que aceptemos destellos fugaces de un sentido que se busca, confiando en la discontinuidad y el fragmentarismo y las yuxtaposiciones, engendradoras de signficados. La palabra es poderosa para penetrar sendas no vistas, tantear sombras no sospechadas. La falta de coordinación es el estupor mismo que acompaña al ser en su darse cuenta de que no hay sentido y que no hay leyes finales ni definiciones, es el misterio que nos envuelve con un manto de niebla en medio del mar, donde en trance estamos perdidos y debemos orientarnos sin querer ni rechazar la salvación. Indica Carmen Foxley que lo que contribuyó a que pudiera hallar los hilos para entender esta poética fueron los símbolos, partiendo de los elementales aire, agua, fuego, y tierra. Con sus respectivos subsignificantes esenciales en la historia geológico, espacial o metafísica. Ritual. Otros símbolos de suyo discernibles son el Sol, la Luna, la Sangre, el Hielo, el Caballo, el Mar, el Ojo, el Tigre, la Montaña, la Lanza, el Leopardo, y una serie larga y casi infinita que se ad viene o recicla, como la arcilla, la ceniza, la noche, los faros, las tinieblas, el miedo ontológico, esa sensación de perdición en los miasmas de lo nunca entendido, el misterio iniciático de la fogata primitiva, la danza, la pintura, lo demoníaco y lo arcángelico sin decidirse a tomar partido de síntesis, sino las dos fuerzas creadoras, eros y tanathos, bien y mal, siempre tan arbitrarios. Al entrar en los mundos primordiales debemos aceptar el mandato de lo delirante, del ritual, de los espacios vacíos, en blanco, el montaje de signos, la aparición de otros, susurros, cantos, danza, energías múltiples, torbellinos de nada, sacudiendo nuestro letargo, esa larga morfina en la que el mundo duerme desde hace mucho. Hay que poner el oído en tierra y escuchar los ecos genitales que se evaporan en el tiempo ido.
Respecto a temas, está, comenta Foxley, la convocación de la vida y de las energías vitales, agonizantes o sobrevivientes; el exorcismo de la muerte y el intento de asumirla dentro de la existencia; el control del dolor por lo perdido y el imperativo de advenir para ser. Son gestos existenciales, de la temporalidad, la fugacidad y lo efímero, la oportunidad de vivir plenamente el instante en compensación por la Nada del Pasado y el Futuro. Esa Nada del Ser que se asombra de ser y no ser, preocupaciones de los filósofos de la existencia, y de Schopenhauer. La preocupación por el Sentido, naturalmente. Toda incertidumbre y conjeturas, interrogaciones en el vacío. Ese dolor, esa insatisfacción y frustración humana de lo último, esa rebeldía y esa esperanza en internarse en una búsqueda que sabe de por sí necesaria aunque desprovista de respuestas finales. Los gestos y el espectáculo son una forma de expresión, lírica de pantomima, voces inscriptas en el sueño que cuelgan del árbol de la vida, antes de la luz, vigía entre sombras. La disgregación de la consciencia, el anhelo de ser parte de todo lo viviente y lo muerto, la búsqueda de Identidad en lo semejante o de la Unidad, situación ideal perdida al nacer. Ese espectáculo de coros sordos, de danza y de fuegos sacrificiales, sólo es posible llamarlos en lo onírico, en la magia y el mito. Lo eterno y lo fugaz, el ancho y estrecho mundo de lo que vivimos o intuimos más allá de las máscaras aparentes. No hay una realidad ni una irrealidad, sino infinitas, como las que las lenguas y las visiones convoquen o acudan. En esos planos el poeta se plantea la idea de travesía, de dilación, de interrupción del tiempo, de evitar la muerte y atravesar el río, pero a la vez, como Orfeo, descender a los abismos, ir tras los secretos, arrebatarle la oreja a los dioses y escuchar los secretos más íntimos de la creación universal, el ovillo genesial. Para Saúl Yurkievich, esta poesía, se adscribe en la corriente agonista, pero sin la actitud militante del surrealismo y lo Dadá. Está también el rescate de lo primitivo, mediante lo cubista y abstracto, pero silenciado, en presencia de la palabra como vehículo vigilante, el vitalismo primitivista contra la artificialidad del racionalismo occidental, proponiéndose descalabrar el orden represivo y ordenador del mundo, para recuperar la naturalidad, la inocencia perdida. Esta disforia ante el industrialismo al que no teníamos acceso los sudamericanos, se manifestó en desolación, quebranto existencial, carencia ontológica, como quedó marcado en Trilce de Vallejo, en Residencia en la tierra, de Neruda y en el Altazor de Huidobro. A ellos se le ha llamado 'experiencias abismales', incompartibles en su soledad más absoluta, en su nada, en su huerfanía. Añade Yurkievich: 'La escritura solitaria que rechaza la integración social propuesta por el régimen opresivo y unificador se entrega a su propia inmanencia, acentuando por el ejercicio de la arbitrariedad, el desatino y la desmesura, el divorcio entre la palabra poética y discursos socializados. No hay hermetismo para el que quiere ver y oír lo que se le presenta, contradiciendo a la crítica convencional, aquella de vista corta. La excentricidad tiene su 'coherencia' en la propia incoherencia que denuncia, y que va desatando nudos gordianos con que el mundo ha estado amarrado. 'El texto multiplica sus convocaciones arbitrarias que desbaratan la previsibilidad y proyectan al lector fuera de las orientaciones usuales.' 'Registran las perturbaciones de la consciencia, explayan los estados mórbidos, las angustias desorganizadas, el dislocamiento provocado por una espontaneidad descontrolada, el irreprimible autismo que lo retrotrae, avasalla al habitante insondable: el inconsciente. El texto se desmide, se convulsiona, se desquicia para decir las acometidas desatinadas del yo recóndito, las insumisas emergencias del fondo entrañable', como describe Yurkievich. Naín Nómez hace hincapié en la tendencia adánica y de unificación de los contrarios en la poesía de Díaz Casanueva, como Federico Schopf señala el carácter ceremonial de estos trabajos. A diferencia de Jaime Blume, que ve a Dios, Carmen Foxley lo contradice al afirmar que se trata del mundo desconocido, de alerta, de premonición en una voz interior más allá de la conciencia. Tal vez allí reside el extravío de Blume, al identificar lo profético bíblico con este blasfemo coronado, que es justamente lo contrario, aunque cercano a Job, pero sin culpa ni redención, como se esperaría de un Dante, a pesar de que acierta en lo 'vesperal' y en lo heideggeriano, y Foxley opina de forma similar que Waldo Rojas, en el sentido de la 'oscuridad' de esta poesía, que compartimos y asumimos.
El proyecto de escritura de Díaz Casanueva, advino desde 'El aventurero de Saba', en que la memoria y la escritura son los lugares de los que brota la imagen fragmentada. Hay movimiento y desesperanza, produciendo belleza al imaginar la recuperación de lo perdido. Ese viaje, esa aventura hacia lo desconocido se da en una 'oscuridad soleada', apareciendo ya el sol negro, de Baudelaire.
Mientras en 'Vigilia por dentro' se trata de alucinantes vibraciones, susurros, soplos, zumbidos, rastros intangibles. Consiste en engendrar imágenes, no ya de retrotraerlas de la consciencia. Cabe hacer notar que este libro es el único de la producción del autor constituido por poemas individuales.
En 'El Blasfemo coronado', es un rebelde que se ve laureado por su irreverencia, su título es una alusión a la tradición judeo cristiana, que pone en jaque por medio del misterio, el hablante se contrae y se niega a vivir y a morir al mismo tiempo, sabe que no tiene sentido la existencia, que hay vacío, pero desciende, en el sueño y se busca la magia como revelación de lo que se prevé no hallará. Es una búsqueda de inmortalidad, a sabiendas de lo fatal, un desafío a lo sacro, al destino.
En 'Réquiem', el vate busca a la madre muerta, que ha visto que hirió el árbol de la vida con su inocencia, la llama, la busca desesperadamente, con impotencia cerval, y ésta de pronto aparece en medio del mar, pendiente de hilos funestos al abismo, y se reconoce en ese espectro y en su propia muerte, el propio poeta muerto, nunca nacido, porque el ser que le dio la vida ha muerto y no podrá haber vida después del génesis. Mas en esa figura ya irrecuperable, que le dio las llaves y los dones, entrevé que la vida está en él, que de sí nacerá una hija vertiginosa.
En 'La estatua de sal', la impronta es vencer la muerte, creando vida, vencer el miedo de la nada, alejándose de su condición de moribundo, y asumiendo poderío. El vértigo de un intento de matar la muerte para entregar el regalo de la vida a los hombres. Es un chamán convocando los elementos formativos de la genitivo, visto en el amor y en el deseo de perpetuación, ese mundo que no se sabe, intuitivo y mágico, unido y donde no se había roto el sentido.
'La Hija vertiginosa', es un urgente desafío a vivir, a conjurar la vida, a prolongarla, y esta vida es la tierra, la madre de toda existencia. Hay que apurarse a conjurar el destino fatal. Los crímenes de luz son los mismos de las tinieblas, hay que 'llorar riendo', en 'invernal primavera'. Hay que combinar los contrarios para siempre. Volver a la unidad primigenia, y su realidad ante nosotros, abortada por los hombres y las convenciones, produce ese estupor, sin embargo, animal, convoca a lo primitivo nuevamente para asombrarse de que puede a pesar de su fragilidad crear vida. Pasar de una a otra vida y no sellar para siempre.
Un nuevo Job aparece en 'Los penitenciales', un Job que no se arrepiente, que abjura y desafía, no se justifica ante juez alguno. La muerte se intenta controlar y germinar desde el sueño y vencerla. Aunque concluye que saldrá herido. Llama al Sol, para cumplir su objetivo, el heroico dador de vida, el reverso de la noche y la muerte. El nacimiento del Sol Invencible, como describe Frazer en La rama dorada.
En 'Sol Ciego', se abre una carta de respuesta, un intento de diálogo con el amigo desaparecido, con Rosamel del Valle, y su estupor es mayor, sólo comparable al de la pérdida de su madre. Sólo duermes, y gorjeas mientras duermes, le dice en la elegía, una en que trata de revivirlo y arrebatárselo a lo fatal. Su más entrañable compañero, con quien se esforzaron en 'amansar la muerte'. Y concluye que el látigo de la vida es el víctor, lo más hermoso, la perpetuación que supera la brevedad del morir y no puede ser sino la pura verdad, es decir, la fuerza infinita de la poesía.
'Sol de lenguas', es un rito con su alma, en el desciframiento de lo esencial, en la adivinatoria potencia de la suspensión de su alma en la eternidad, para apartar el dolor de no ser más humanidad. Otra vez en vértigo de perderse para traer de ese viaje a lo desconocido los secretos de la vida y la sustancia, dejándose desollar como el cordero para advertir que es necesario su delirio, sus lenguas como gorgonas que perplejizarán el imposible. De tanto hablar, descubre el lenguaje sin palabras, como el amor, que es el mayor ritual de primigenización sobre la tierra. La libertad infinita, que se alcanza en lo iniciático del lenguaje, he allí esa loca lucidez, esa consciencia de que por la vía de la perdición, como en Rimbaud se topará con lo inmarcesible, con ese Más que pedía el joven de Charleville.
'El hierro y el hilo', es una reflexión de lo inconciliable, lo monstruoso y lo exorbitante de la existencia. 'Desde su cuerpo y volcado todo su apasionamiento vital en un discurso delirante, mira el horizonte del mundo plagado de matices apocalípticos, de innumerables 'nudos', de sujeciones limitantes de las que lucha por liberarse', señala Carmen Foxley. Pretende el libro unir la tierra y el cielo, escribiendo con los Hilos del Arco Iris'. Para fundir ser con no-ser.
Luego en 1981 publica 'Los veredictos', pero no son juicios racionales, sino metafísicos, de lo humano e inhumano, que viven en complicidad, esa es la revelación, esas son las verdades, lo verídico.
En 'La aparición', es una mujer hermosa que surge del sueño, que trata de convertir en realidad, pero no es una virgen, es una mónada, la síntesis que ha de venir a decirle que las mascarillas están al revés, la sombra glacial, la vida perdida y que se intenta recuperar, la ilusión de retener el tiempo, esa doncella no logra redimirlo y queda perdido en lo fatal.
En 'El traspaso de la antorcha', le lega al hijo, carnal o metafísico, la antorcha con la cual ver la puerta, el umbral que le conducirá por las sombras, por el hechizo, la consciencia de la vida y la muerte, motor de cambio.
'El niño de Robben Island', es un texto contra el racismo que había en Sudáfrica. Se cuenta la historia de dos niños que juegan, uno blanco y uno negro, inocentes, puros, pero de pronto los Jueces parten el mundo en dos, y el niño de color es encarcelado y torturado. Su compromiso con los derechos humanos y la libertad queda nuevamente plasmado en este texto más asequible.
'El pájaro Dunga' es un libro de un ave hombre que harapiento es impulsado a volar fuera del aparente paraíso artificial construido de carencia. Se realiza un juego de motivación a romper lo fatal, la prisión inmóvil y alentar la liberación a través de la transformación. La trascendencia es la clave de esa liberación, atreverse a romper la jaula, la prisión física y metafísica.
'Vox tatuada', su última obra, es un canto adivinatorio hacia el sentido, entrevisto por la imaginación que rescatará al hombre del anonimato, mas esas iluminaciones son fugaces, y es vesperal el destino. Es una reflexión también sobre la singularidad y condición abstrusa de la poesía, que ha sido creada para marcar, para 'tatuar la voz', la propia, el sello que todo poeta que se precie está llamado a encarnar, el 'llagado Rostro.'
En la poesía de Humberto Díaz hay misterio, estupor, delirio, alucinación, blasfemia, herejía, libertad, es todo metafísica compleja, lo primitivo, su lengua buscó siempre los secretos primordiales, la Unidad vital.
Dante, De Rokha, Rilke, Prometeo, Artaud. El infierno de Rimbaud. Baudelaire. Job sin culpa. Heidegger y Nietzsche. Orfeo. Hölderlin. Jung , Blake, Lautréamont, Rubén Darío, Dante, Milton y Shakespeare. Yeats, D. Thomas, y en el contexto latinoamericano, con Javier Villaurrutia y José Gorostiza, y en Sudamérica con Girondo, desde otra perspectiva, y Vallejo y Huidobro. Se percibe Cioran y con la aflicción de Paul Celan. Y las atmósferas de Beckett, Emily Dickinson y también pasajes de Walt Whitman.
ELEVACIÓN DE LA SIMA
Tal vez porque estos repetidos sueños tiran de la nada esa
parte mía que todavía no tengo,
La unidad de mi ser no consigo aún a costa de su propio destino.
Mi cabeza tuvo una salida que daba al gozoso barro, pero
crueles sueños me decapitan.
Y está temblando la blanda cera que inútilmente junto al fuego busca forma.
Este es el testimonio doliente del que no puede labrar sus formas puras.
Porque se lo impide su ser hecho de peligros y cruel sobresalto.
Después de cantar siento que el temor es la más segura medida de la frente,
Tengo arpas crecidas, pero cada noche se lleva la parte más misteriosa de mi alma.
Ser mío, me consumes por tu exceso, cuando hacia ti voy con ésta mi despierta indigencia.
Ah! si reposaras como esa luz ya rendida que en las manos de un fundidor se revela.
El poeta olvida su lengua materna cuando debajo del alma cavan!
Desesperado apago en mí la aureola de los santos, quiero descubrir mis propias leyes.
Tal vez este espejo y sus pequeñas aguas muertas devolvieron mi más perdido rostro,
Pero fatigado estoy y en piedra ya desangrada caen los ojos saciados.
Veo que el día brota en mí sólo por el limo que el sueño deja por mi cuerpo.
¿Quién ha de serenar entonces mis cien estatuas que de la luz se desprenden y enloquecen?
Qué obscuridad caliente, jadeo en mi eclipse íntimo, pierdo
el presagio,
Ay, ahora mi corazón sería capaz de negar su pequeña crisálida
Y esas pavorosas alas que le asoman emergiendo de la nada.
DON SIN GLORIA
Al llenarme de lobos que piensan por mí y esparcen hasta el
milago una noche blanca,
Veo los peligros de una cabeza transparente siempre recelosa
cuando la retiro del fuego o del aire de las cumbres.
Escucho una nube bajar por los brazos hasta llegar al centro y
romperse.
¿Qué piernas acompaña ese tambor desvelado que suena y
suena?
El terrible frío ya es visible, sostenido entre mis manos brilla
más que mi íntima potencia.
Por el pecho zumba esa estrella que ayer era sólo una leña
errante.
Siento la frente lejana como si lenguas ardientes la ocuparan.
Todo esto digo por mí cuando alguien conjuga mi tutelar relámpago,
Ah! en el silencio bulle esa sangre gastada que aún aflige mi memoria.
Sangre que estuvo en las antiguas venas de un blanco dios del amor,
En el mal silencio, aquél que levanta las orejas de los fieles
perros.
¿Acaso mío es el ser? Disperso está, el canto es su más armoniosa expiación.
Siento el corazón pesado, ciencia de santos he de aprender.
Casi recuerdo cuando era apenas un pequeño aire que entre mi padre y mi madre.
Mas ya no puedo, que di mis venas a una sombra la que alarga sus ramas.
Y los pies en el vino han perdido el rastro que seguían.
TENTATIVA DE SOLEDAD
Por mis lados dormidos, siempre en pos de una claridad
he descendido hasta mirarme frente a frente.
Escribo las tristezas con mi vieja flauta de sombras
mientras en los vasos de vino bebo mis diversos rostros.
Sin llorar despojándome de tantos estigmas mortales
aguardo el alma que fugitiva viene de su pasado
buscando una frente dormida para descender hacia la noche.
Quiero estar solo en mi gran espectro, mis miradas desiertas;
mis cantos me duelen por no terminar en su propio delirio,
apenas reluzco en ellos, apenas voy escurriéndome
como el rocío baja de los ojos de las sombras.
Quiero ser mi propio testimonio, la realidad de mi signo,
mas ¿qué pueblo inmenso galopa, respira, sufre?
El pecho de raíz turbado está con ajenas substancias.
Vacila esta vena que entra a mi frente desde el crepúsculo
tan vasta como el pasado de fuego de una estrella,
de luz me deja sus señales mas su conjuro no alcanza
que esta frente asila también malignos nudos.
Ah! el alma vuelve a huir con los pies helados del espanto,
adentro mío con cilicio estoy para devolver el día.
TRÁNSITO CIEGO
De ojo consumido, con sus cisternas debajo
se guarda el alma prudente ebria de sí misma,
rehúsa el fuego la onda y sus vastas creaciones
el alma con solsticio está dorada y vuela
pero sus secretas raíces convienen a toda sombra,
inmolado en mis propias leyes, adentro estoy.
Ay mi deshabitada abeja, agotado el seno puro
su miel ya no revive estas antorchas vacías.
El espantoso mundo dejé con pies mortales,
aquí entre mis alas un canto es mi suerte más pura
mas la luz para espiga aún no basta y el poema
qué cintura deslumbrante y potencia necesita
para trocar ángeles por canto, viento por centella.
De mi cuerpo, sus partes marinas irritan horizontes,
negros huesos me sostienen y lo cautivo devorador,
en mi llanto buscan cuajarse mármoles y palomas.
Mi frente porosa, inmóvil, bajo vanos silencios,
humos veloces giran mi canto en distinto sentido
aceleradamente como una cabeza en la muerte.
Soy la mitad más trémula de cosas que por debajo
asume mi completo ser sobre súbitas llamas.
Bajo estrellas en furia, quien las atrae sin piedad,
tantas para este lugar, aquí sólo pacen sueños,
rebaños cerrados como mi pueblo defensor.
El pensamiento en vigilia para su pastor no basta
por eso persigo entre mis dioses cautivos infinitos,
bajo su peso puro mi flecha ya respira en la muerte.
SEGURIDAD DEL SONÁMBULO
Dentro de mí en lo inédito extraño, una raíz de ángel no tuvo
riego,
Un espejo cerrado a relámpagos viviente, de plata sin pulir
en minas todavía,
Olvidé mis óleos terrestres, más aún, la línea de sangre de
mis padres.
Ceñido de correas mortales me escucho descendeer de un blanco dios
entre maderas del mar
Mientras la luna mueve su ramo y un tiempo ya disuelto
descarga mi pecho sobre una corriente oculta.
La lívida cabeza naufraga en el primer espejo que el sueño
puebla para el olvido del mundo.
Voy entonces a la siga de un recuerdo anterior a la memoria.
Que varón soy dentro de un gran silencio situando mi estatua
entre dos mundos
¿Quién manda saltar mis sienes como sellos pálidos rotos?
¿Cuál es la leña que hizo de mi corazón un fuego negro?
Me visitan pies violentos, alas secretean en mi redoma, un
dedo azul arranca mi frente como una cáscara vana.
Para redimir el alma, aquí dentro, habita alguien más que el
azar.
Tal vez el que camina los ojos fuera de la carne, en espacios
arriesgados,
Entre estas sílabas humanas, el corazón niega su sangre a la
terrible frente.
Ah! el corazón humeante después de cada deseo.
Ésta es el ancla develada que para mi eternidad busca un
fondo sin fatigas.
Venas inflamadas corriendo bajo el sueño como túneles hacia
un paraíso perdido.
Ahí avanza por mis piernas un fantasma inmortal, mientras
los párpados me pesan como dos piedras lúcidas.
LA VISIÓN
Yacía obscuro, los párpados caídos hacia lo terrible
acaso en el fin del mundo, con estas dos manos insomnes
entre el viento que me cruzaba con sus restos de cielo.
Entonces ninguna idea tuve, en una blancura enorme
se perdieron mis sienes como desangradas coronas
y mis huesos resplandecieron como bronces sagrados.
Tocaba aquella cima de donde el alba mana suavemente
con mis manos que traslucían un mar en orden mágico.
Era el camino már puro y era la luz ya sólida
por aguas dormidas, resbalaba hacia mis orígenes
quebrando mi piel blanca, sólo su aceite brillaba.
Nacía mi ser matinal, acaso de la tierra o del cielo
que esperaba desde antaño y cuyo paso de sombra
apagó mi oído que zumbaba como el nido del viento.
Por primera vez fu lúcido mas sin mi lengua ni sus ecos
sin lágrimas, revelándome nociones y doradas melodías;
solté una paloma y ella cerraba mi sangre en el silencio,
comprendí que la frente se formaba sobre un vasto sueño
como una lenta costra sobre una herida que mana sin cesar.
Eso es todo, la noche hacía de mis brazos ramos secretos
y acaso mi espada ya se cuajaba en su misma sombra.
Torné a lo obscuro, a larva reprimida otra vez en mi frente
y un terror hizo que gozara de mi corazón en claros cantos.
Estoy seguro que he tentado las cenizas de mi propia muerte,
aquéllas que dentro del sueño hacen mi más profundo desvelo.
*
( LOS PENITENCIALES , fragmento):
Toda voz perdida es
inacabable
Todo rostro es rostro
cuando logra
desfigurar su máscara
Toda boca dormida
se llena de piedra
y murmura
el negro nombre de todos
En mi sueño está la fuente
de mi necesidad
Mi boca no lanza la
Palabra
sino
la misteriosa flema
que corre
al abrirse mi alma
Mis privaciones son mis
beneficios
Mis beneficios me compadecen
Estoy viviendo de mis
comisuras
Es ya tan tarde aunque
amanece
El vaso que entierro en el
desierto
rebosa de una fría primavera
Miren mi casa henchida
por el mar
Mis carros en que se retuercen
estatuas
Mis lobos que cumplen
mis años
Duermo en la montaña
llevada por las aguas
Duermo
mascando mi granito
Mis mendrugos me serán
perdonados
Duermo
Me destierro donde acaba
mi alma
Me hundo en el espantoso
espejo
más cierto que aquello
que refleja
Me contemplo
y ya no puedo distinguirme
Sí sí puedo
No está sentado a mi mesa
un viejo rey de gruesas
gotas?
Los labios silban y me
aumentan
Tengo garras
Tengo mis pedazos cansados
Mi rostro
es el carbón del árbol
verde
Me han separado de mi
desnudez
Me han esparcido para
medirme
Me han retratado en las
aguas
todo ha sido trastornar
la
Semejanza
Duermo
De mi almohada rueda la
secreta cabeza de bronce
Cazo la luna en mi alma
Me baño en los sudores
de mi madre
Necesito una cama de
olas
un pie dorado que cimente
la casa
Necesito echar ramas
por la boca
Necesito rodar de noche
en noche
de vientre en vientre
azotado por mis ecos
Semejanza!
Dentro de mí estás pero
me excedes
Me gustaría despertar
inmensamente
borracho del aceite en que
se quema la noche
con mis dedos hasta el
Mar
Con mis besos en el fondo
de los seres
Con mi sirena Nadando
En Mi sangre
..
Delirios
Venas emisarias!
LA INTOLERABLE UNIÓN DE LOS DESPOJOS
En la muerte de Rosamel del Valle
Todo se ha consumado de golpe
Como una trompeta
te has partido en dos
y sale un chirrido
no sale de ti
sino de la sorda conclusión
del tiempo
Sale el fantasma
que porfiaba en las
conversaciones
Recuerdas?
Recuerdas el súbito crujido de la seda?
La insurrección de las sillas?
La camisa cada vez más lívida?
Decías
Entre!
Pero nadie entraba
Pero un remolino de música
consumía el espacio
y quedábamos atónitos
sosteniendo
la cúpula encendida de otro mundo
Ahora
el fantasma tiene aberturas de boca
y nada dice
Nadie dice nada
Las cosas se apagan lentamente
En tu feroz mordaza
quedan palabras quedan
besos
Nadie dice nada
porque nada tiene sentido
Lo irrevocable
es una verdad vacía
que nos acecha
sin razón verdadera
Al contemplarte
nos contemplamos petrificados
vivos!
Oh forma! Oh crepitación
de la forma
que nos libera de la nada
al mismo tiempo que a ella nos conduce
Debo alabar o execrar tu muerte
como el desdoblamiento
infinito
de una presencia apenas
perceptible
No sé
Tengo vendada el alma
Sólo quiero
ungir tus ojos con el
claror de mi vida
Te recuerdo
como un caballo espumoso
tascando el freno de la muerte
Como un cíclope
luchando contra una pared
cornuda
Tierno
cazando una estrella
perdida
en tu cuerpo
Humilde
cuidando una paloma
coja
Iracundo
ante la mesa vacía del pobre
Te has juntado
contigo mismo?
Y de qué te vale
el cumplimiento de una
soledad
más vasta?
Allí
no sé dónde
tallando con tus dientes
un bosque de marfil
sin intención valedera?
Sólo abundabas en tu prójimo.
HUMBERTO DÍAZ-CASANUEVA .-
*Poeta,
escritor y dramaturgo chileno.