Santiago de Chile.
Revista Virtual. 

Año 6
Escáner Cultural. El mundo del Arte.
Número 59
Marzo 2004

“ELVEX”


Desde México, Araceli Zúñiga Vázquez (*)

 

"la palabra"

- Elvex, ¿me oyes?

•  Sí, doctora Calvin - respondió el robot.

•  ¿Continuó tu sueño? Dijiste antes que los seres humanos no aparecían al principio . ¿Quiere esto decir que aparecieron después?

•  Sí, doctora Calvin. Me pareció, en mi sueño, que eventualmente aparecía un hombre.

•  ¿Un hombre? ¿No un Robot?

•  Sí, doctora Calvin. Y el hombre dijo: "¡deja libre a mi gente!"

•  ¿Eso dijo el hombre ?

•  Sí, doctora Calvin.

•  Y cuando dijo "deja libre a mi gente", ¿por las palabras "mi gente" se refería a los robots?

•  Sí, doctora Calvin. Así ocurría en mi sueño.

•  ¿Y supiste quién era el hombre..., en tu sueño?

•  Sí, doctora Calvin. Conocía al hombre.

•  ¿Quién era?

Y Elvex dijo:

•  Yo era el hombre.

•  Susan Calvin alzó al instante su arma de electrones y disparó, y Elvex dejó de ser.

¿Historias de robots?

¿Historias de ciencia ficción?

Tal vez, pero solo tal vez, porque creo que, cuando Isaac Asimov escribe sobre estas maquinas creadas por ingenieros para servir a los seres humanos y, cuando menciona unas leyes robóticas - padre él mismo de estas leyes -; cuando nos forja la estructura de un Imperio galáctico - Trántor - de una forma de vida terrestre esparcida como plaga por los planetas de la galaxia - y cuando asumimos estos relatos como lejanos a nuestra realidad porque es ciencia ficción; con psicohistoriadores y robots que no sólo piensan por sí mismos sino que sienten y ejercen libre albedrío, y se casan con terrícolas y, que representan, finalmente, una nueva forma de vida, entonces creo que Asimov siempre nos está hablando de algo más...

Este científico, divulgador científico, poeta y escritor de ciencia ficción decía que al tratar de expresar la tecnología del futuro era posible acertar. Y él acertó. Recreo un mundo muy similar al nuestro, al de estos días, y muy probablemente al de los días por venir, pero con una concepción de la ciencia - y de la divulgación de la ciencia - diferente. Y por lo tanto acertado.

Una de las etapas más ricas como divulgador científico de Asimov fue cuando comenzó a colaborar en la revista Science Digest, por el año de 1965, con una sección titulada Por favor , explique . El propósito de esta sección era seleccionar algunas de las preguntas formuladas por los lectores y contestarlas en unas 500 palabras.

La colaboración, que en principio iba a ser esporádica adquirió carácter mensual, y la sección pasó a ser Isaac Asimov explica . Después de ocho años de acumular preguntas y respuestas reunió esos ensayos deliciosos y publicó Cien preguntas básicas sobre la ciencia, en 1973.

De esta experiencia, él mismo recordaba:

"Como las respuestas que tengo que dar dependen de las preguntas que formulan los lectores, los ensayos no se reparten uniformemente por todo el campo de la ciencia. Por alguna razón, los lectores se hallan profundamente interesados por la física teórica, siendo especialmente numerosas las preguntas acerca de la velocidad de la luz y de las partículas subatómicas.

"Y en cuanto a las omisiones... ¿qué hay de malo en dejar que susciten una sana curiosidad? Si es suficientemente sana, envié su propia pregunta a Science Digest. Si tengo ocasión (y sé lo suficiente) la contestaré, y de aquí a ocho años podría haber material bastante para publicar un libro titulado Isaac Asimov sigue explicando".

Ignoro si este otro libro se publicó, pero en este primero de Alianza Editorial se respondió en su momento a preguntas aún hoy apasionantes, como: ¿qué hay más allá del borde del universo? ¿cuál es la cuarta dimensión? ¿qué es el polvo cósmico? ¿qué es el viento solar? ¿hasta cuándo podrá mantener el Sol la vida en la Tierra? ¿qué quiere decir que el espacio está curvado? ¿se puede convertir la energía en materia? ¿qué fin tiene el envejecer?...

Además de este libro maravilloso, podemos conseguir en español libros de divulgación científica de Asimov, como: Historia Universal Asimov, El Universo, Enciclopedia biográfica de Ciencia y Tecnología, Breve Historia de la Química, El Electrón es Zurdo, Los Lagartos Terribles, La Tragedia de la Luna y Momentos Estelares de la Ciencia, entre muchos otros, desde luego.

Cuando hoy se manejan las premisas oraculares de que en este fin/principio de milenio la divulgación de la ciencia será a través del arte, su lenguaje gemelo, ¿estamos hablando de ciencia ficción?

Porque Asimov habló de un mundo diferente, con una ciencia y un arte diferentes en su concepción, hechura y herramientas, como diferente será en tiempos no muy lejanos nuestra concepción de la ciencia y las humanidades. Y las fronteras entre un lenguaje y otro serán abolidas, como lo han estado siempre para los grandes artistas y los grandes científicos de todos los tiempos y de todas las culturas.

La desaparición de estos muros conceptuales entre las ciencias, las técnicas y las humanidades pareciese ser una de las condiciones que signan nuestro tiempo: fronteras del pensamiento; de los sensores corporales; de la poesía y la belleza, de la violencia y de la fealdad; de la escatología; de la interacción y la tolerancia; de la medición fractálica y la no linealidad; de los lenguajes todos (serpientes venenosas) que en un cambio de piel forma/fondo nos invitan, nos seducen, a la mutación...

Porque los poemas se hacen se sonido y de luz...

De sonido y de luz desde la música, desde la danza, desde el video, desde los bordes irregulares de los fractales; modelos matemáticos de la naturaleza, desde los plasmas; el cuarto estado de la materia desde el que es posible la fusión nuclear, los poemas desde la sonrisa socarrona de un gato que ya no podemos ver, pero que sabemos está allí...

¿De qué estamos hablándo?

Estamos hablando de arte, de humanidades, de tecnología, de ciencia, de ciencia ficción, pero no bajo los conceptos asfixiantes de la cultura del hermano mayor que nos ha negado el placer de jugar, buscando...

Y de las mutaciones nos está hablando desde hace muchos años este científico loco, este robot que soñaba; Asimov, irreverente, caótico, divergente, divertido, y, por lo mismo, acertado.

Debemos entonces ABRIR los espacios para (tratar de) acercarnos a las nuevas formas, a los nuevos modos de vivir. De pensar, de ser... desgarrando - sin anestesia - las viejas costuras de la piel que nos cubrieron en la glaciación que hoy termina para dar cabida, y poder ser, a las nuevas escrituras del fin del milenio, esto es: proyectos radicales de escritura y/o lectura pertenecientes a la nueva imprenta y al nuevo libro.

"ensimismada"

La desaparición de estos muros conceptuales (muros de cal y canto) entre arte, humanismo, tecnología y ciencia - ciencia ficción - conformarán - lo hacen ya - los lenguajes signos de los cuales hablan los nuevos filósofos de las ciencias y la estética de los tiempos de lo por venir, curiosamente amalgamados en disciplinas muy diversas, como los semiólogos no ortodoxos Uumberto Eco y Omar Calabrese, hasta matemáticos radicalmente no lineales como Marvin Minsky, o divulgadores científicos, poetas y escritores de ciencia ficción como Isaac Asimov.

Por cierto y recordando a Marvin Minsky y sus investigaciones en torno a la inteligencia (artificial) desde los parámetros experimentales de la cibernética, es realmente interesante su planteamiento - sin concesiones - sobre el arte, las humanidades y la ciencia...

Referirse a Marvin Minsky significa hablar de una lente que recorre la estética de las matemáticas, del arte virtual, de las inteligencias...

Cito aquí a un discipulo de Minsky que traduce muy bien estas heréticas propuestas, Daniel Rivera, artista multimedia que trabajó en el Laboratorio de Visualización Matemática, del Departamento de Matemáticas, de la facultad de Ciencias, de la UNAM, director de la revista sobre filosofía ética científica y ciberculturas: Plasmas, quien trabaja propuestas artísticas basadas en modelos matemáticos de la naturaleza, como los fractales...

Cito (en extenso) a Daniel Rivera: "Si acoplamos los modelos de la biología molecular y algoritmos genéticos obtenemos obras de carácter artístico cuyos "soportes" sean exclusivamente ceros y unos; es decir, se pudo llegar al objetivo principal del siglo: destruir la idea del objeto artístico tangible, real.

De esta tenaz carrera nació el Museo del Futuro, inaugurado en septiembre de 1996 en Linz, Austria, ciudad donde se realiza anualmente el evento Arte Electrónico. Por ese motivo el tema de la muestra de artes interactivas estuvo dedicado a "Memesis", el híbrido concepto de Richard Dawkins que relaciona la genética con los procesos de la evolución tecno-cultural.

Si el gen es la unidad básica para la copia, "meme" es la unidad básica de una cultura replicante...

Existen estrechas relaciones entre el comportamiento de un virus biológico y un virus computacional; la tecnocultura es susceptible de explicarse de acuerdo a los modelos de la biomatemática...

Sin embargo, el sueño de la cibernética está aún por realizarse: no se ha podido desarrollar la biología de las maquinas".

Minsky, este científico cínico, descarado y audaz ( como se le llama por allí) sostiene que la inteligencia artificial podría ser igual a la inteligencia biológica, por lo que él trabaja desde los complejos modelos de las neurociencias.

Matemático y filósofo del arte virtual representa el fin del humanismo, tal como lo conceptualizamos hasta ahora, su filosofía estética es, entonces, la que recorre las inciertas y deshabitadas zonas del cerebro humano, señalando que este cerebro puede prescindir del cuerpo: el cuerpo es nuestra interfase entre el cerebro y el resto del mundo, plantea.

Minsky se adhiere al esquema evolucionista de Dawkins: esto es, el hombre llegó a la fase de la auto-modificación. El cerebro y los procesos mentales corresponden a esta etapa... si fuimos el producto de intensas luchas con otras especies y contra si misma, ahora se trata de esclarecer y mejorar la especie humana en función, no ya de procesos éticos, sino de la desnuda condición biológica.

En el sistema Minsky existe también la posibilidad de elaborar un arte creado totalmente por la Inteligencia Artificial, que sea capaz de interactuar con el arte producido por la inteligencia humana actual, pero asistida por audaces prótesis insertadas directamente en el cerebro.

Finalmente apuesta por un mundo en el que los hombres y las maquinas no sólo puedan ser iguales, sino que apuesta por uno donde las maquinas sean superiores a los hombres.

La conjunción arte/ciencia que propone Minsky está llena de protuberancias, de intersticios, de posibilidades, y es que con Minsky - enfatiza Daniel Rivera, artista multimedia - uno se encuentra con la piel de la sospecha, con el universo geométrico en infinitas transformaciones.

¿Hay un carácter, una contraseña general con la cual tratar de definir nuestra época? nos plantean Eco y Calabrese.

¿Dónde reside un carácter semejante? ¿en la psicología de la gente, en los comportamientos públicos y privados, en la historia política o económica, en la estructura de la sociedad, en las formas del pensamiento, en las artes, en las ciencias?

Preguntan.

Estamos mutando, responden. Cada día somos otros. Diferentes. No sabemos si mejores o peores, pero otros. Diferentes.

Para acceder a este nuevo estadio espiritual y estético de la humanidad, para poder adaptarnos a estas costuras nuevas (y diferentes) (y divergentes) (y transgresoras) hemos mutado, nos hemos ido transformando, reconstruyendo, reinventando, desde hace muchos años.

Con los estallidos de esta nueva sensibilidad estamos procesando, en una digestión muy compleja, con nuestros propios jugos y ácidos culturales, las propuestas tecnológicas/artísticas de lo por venir, regresándolas en una regurgitación propia, logrando(se) el objetivo principal y caracterizador de la interacción.

Pero, para ser posible esta percepción conceptual del artista/científico en su nueva torre de control, de la que habla McLuhan, el espectador o participante o acompañante es sujeto de una mutación, producto de profundas mutaciones culturales (y fisiológicas) que se han venido desarrollando desde hace años en la aldea global.

Pero estas artes, estas ciencias, estos mensajes, estos flujos no se insertan en los mercados tradicionales del arte y la ciencia (o por lo menos era así antes de que se volviese tan comercial la contracultura y el caos) y necesitan de otros espacios para desarrollarse y crecer.

Este aire del tiempo, del cual nos hablan estos científicos/artistas de los nuevos signos, es la búsqueda de formas - y valoraciones - en el cual asistimos a la pérdida de la integridad, de la sistematización ordenada, a cambio de la inestabilidad, de la polidimensionalidad, de la mutabilidad.

El mismo McLuhan llegó a la conclusión de que, al triunfo de los medios - de los nuevos medios - moría la Era Gutenbergiana y daba nacimiento a seres diferentes , habituados a sentir el mundo de otra manera, porque las lecturas y las escrituras ya no eran las mismas.

Pero allí donde los apocalípticos veían el fin de la historia, McLuhan observa el comienzo de una nueva fase histórica... el cuerpo se volverá inutil - decía - bastarán los ojos.

Pero el bastarán los ojos se ha extendido a los cuerpos/ojos actuales. Hasta los ochentas las grandes tesis sobre comunicación insistían en la visualidad que entra por los ojos, pero con las nuevas tecnologías la nueva visualidad es la que entra por todos los ojos receptivos, tanto del cuerpo físico como del cuerpo virtual. Se está abriendo paso un tipo de interacción entre los sentidos y la inteligencia abstracta.

Nuestro cuerpo físico y mental ha mutado entonces, para ser deglutidos por las pantallas interactivas en un todo , como circuitos integrados.

La nueva glaciación se ha iniciado. La hibridación hombre/maquina, mujer/maquina está en marcha. Y todos nuestros circuitos fisiológicos y mentales se preparaban, desde hace años, para ello.

Será tal vez por esto que me fascinan las historias sobre robots de Isaac Asimov, feliz autor de Yo, Robot. Y será también porque, ya lo mencioné, creo que en ellas - como en toda obra de arte -siempre subyace algo más de lo que se dice abiertamente y que estas metáforas maravillosas tienen que ver, no con el mundo del futuro, no con el mundo de la utopía, sino con el mundo de ahora, el de estos días.

Asimov comenzó a escribir historias de robots en su adolescencia, en 1939 cuando tenía 19 años de edad. Los imaginó como máquinas cuidadosamente construidas por ingenieros, con protección inherente que llamó Las tres leyes de la Robótica (después vendría la cuarta ley) y al hacerlo fue el primero en utilizar la palabra robótica . Esto tuvo lugar en el número de marzo de Asombrosa Ciencia Ficción en 1942 a los 22 años de edad.

A pesar de que a lo largo de la historia de la humanidad las historias sobre maquinas que piensan, inventadas por nuestra especie, han resultado interesantes y terroríficas (algunas) como el Golem ( hecho de barro) o el Frankestein, cuerpo reensamblado por un científico loco, Asimov comenta que los robots, del tipo que fueren, no resultaron verdaderamente prácticos hasta mediada la década de los años setenta, cuando empezó a utilizarse el micro chip.

Esto hizo posible producir computadoras lo bastante pequeñas y baratas para que, poseyendo la potencialidad para una suficiente capacidad y versatilidad, controlaran un robot a precio no prohibitivo.

"Ahora tenemos máquinas llamadas robots -cito a Asimov- controladas por computadoras y utilizadas en la industria. Realizan, cada vez más, trabajos simples y fastidiosos en las cadenas de montaje, hacen el trabajo de fresadoras, pulidoras, soldadoras y demás y son de creciente importancia para la economía. Los robots son ahora un campo de estudio reconocido y se les aplica la palabra precisa que inventé: robótica".

Pero, siendo congruente con mi premisa del derribamiento de muros entre arte y ciencia, de su transfronterización, quiero remitirme ahora a un artista, a un escritor maravilloso -y maravillado, también- por la ciencia ficción y los robots: Jorge Luis Borges quién en el prólogo que escribió para Crónicas Marcianas, de Ray Bradbury, mencionaba:

"En el segundo siglo de nuestra era, Luciano de Samosata compuso una Historia Verídica, que encierra, entre otras maravillas, una descripción de los selenitas, que (según el verídico historiador) hilan y cardan los metales y el vidrio, se quitan y se ponen los ojos, beben zumo de aire o aire exprimido; a principios del siglo XV1, Ludovico Ariosto imaginó que un paladín descubre en la luna todo lo que se pierde en la tierra, las lágrimas y suspiros de los amantes, el tiempo malgastado en el juego, los proyectos inútiles y los no saciados anhelos; en el siglo XVII, Kepler redactó un Somnium Astronomicum, que finge ser la transcripción de un libro leído en un sueño, cuyas páginas prolijamente revelan la conformación y los hábitos de las serpientes de la luna, que durante los ardores del día se guarecen en profundas cavernas y salen al atardecer. Entre el primero y el segundo de estos viajes imaginarios hay mil trescientos años y entre el segundo y el tercero, unos cien, los dos primeros son, sin embargo, invenciones irresponsables y libres y el tercero está como entorpecido por un afán de verosimilitud. La razón es clara: para Luciano y para Ariosto, un viaje a la luna era símbolo o arquetipo de lo imposible; para Kepler, ya era una posibilidad, como para nosotros. ¿No publicó por aquellos años John Wilkins, inventor de una lengua universal, su Descubrimiento de un Mundo en la Luna, discurso tendiente a demostrar que puede haber otro mundo habitable en aquel planeta, con un ápendice titulado Discurso sobre la Posibilidad de una Travesía ? En las noches áticas de Aulo Gelio se lee que Arquitas el pitagórico fabricó una paloma de madera que andaba por el aire; Wilkins predice que un vehículo de mecanismo análogo o parecido nos llevará, algún día, a la luna".

Continúo la cita del maestro Borges:

"Por su carácter de anticipación de un porvenir posible o probable, el Somnium Astronomicum prefigura, si no me equivoco, el nuevo género narrativo que los americanos del Norte denominan science-fiction o scientifiction (que Borges nos aclara es un monstruo verbal en que se amalgaman el adjetivo scientific y el nombre sustantivo fiction. Jocosamente, el idioma español suele recurrir a formaciones análogas...)"

Y finalizo mis citas de Jorge Luis Borges sobre la ciencia ficción, los robots y los habitantes de otros mundos, con su reflexión:

"Ya el renacimiento observó, por boca de Giordano Bruno y de Bacon, que los verdaderos antiguos somos nosotros y no los hombres del Génesis o de Homero.

"¿Cómo pueden tocarme estas fantasías, y de una manera tan íntima? Toda literatura (me atrevo a contestar) es simbólica; hay unas pocas experiencias fundamentales y es indiferente que un escritor, para transmitirlas, recurra a lo fantástico o a lo real, a Macbeth o a Raskolnikov, a la invasión de Bélgica en agosto de 1914 o a una invasión de Marte. ¿Qué importa la novela, o novelería, de la science-fictión? En este libro de apariencia fantasmagórica, Bradbury ha puesto sus largos domingos vacíos, su tedio americano, su soledad, como los puso Sinclair Lewis en Main Street."

Creo que Borges señala un aspecto fundamental de la ciencia, del arte y de la ciencia ficción: representan lenguajes que traducen formas de vida pasados, actuales o futuros, y al plantearnos estos códigos más o menos crípticos estamos ejerciendo la fascinante posibilidad que se les presentó a los primeros seres humanos en este planeta: preguntarnos quiénes somos y qué hacemos aquí.

Personalmente considero a la ciencia ficción como un híbrido entre el arte y la ciencia; narraciones no convencionales que co/rresponden a ese espacio riquísimo -humus generoso- desde el cual podemos hacernos las preguntas y posiblemente, responderlas, que en otras disciplinas científicas y artísticas tradicionales no se podrían hacer...

Desde luego que la irrupción de las nuevas tecnologías tiene mucho que ver con estas preguntas y sus posibles respuestas, cada vez más complejas, porque la integración de tecnologías electrónicas está creando cambios en nuestros sistemas nerviosos, en la manera en que cognocemos, en la manera en que pensamos acerca de las cosas.

Es nuestra Era un ejercicio permanente de experiencias fragmentadas, múltiples -sinestéticas- simultáneas y descentralizadas que nos proponen y sugieren nuevas formas de discurrir sobre los procesos de percepción y articulación de la realidad.

Las herramientas tecnológicas cambian nuestros conceptos del mundo, al grado de convertirse en una extensión de nosotros mismos: la tecnología pone la naturaleza a nuestro servicio, pero el proceso también involucra nuestra experiencia interna.

En sus reflexiones sobre la era de las maquinas inteligentes, Alejandro Piscitelli comenta que Copernico, ese folósofo/científico, pertenece a la camada de los parricidas, al revelar que la tierra -NUESTRA tierra- no es el centro del universo, sino apenas una pequeñísima partícula en un sistema universal de magnitudes apenas concebible.

Parricida como Freud quien intentó demostrar que el YO no es dueño de su propia casa, pues sólo accede a ella a través de los fragmentos de información producidos por su mente consciente.

Parricida como Darwin quién privó al ser humano de su privilegio de criatura destinada a la adoración del Señor, convirtiéndola en un eslabón más en la escalera de la creación, planteando las interrogantes que tal vez ahora -y desde la orfandad de estos tiempos- nos corresponda comenzar a responder.

Estos tiempos de profetas gnósticos, necesariamente tecnológicos, como Bill Gates, Nicholas Negroponte, Neil Postman, Marvin Minsky y Michael Dertouzos coinciden en que las ciberculturas, a través del ciberespacio posibilitarán, por primera vez en la historia de la humanidad, los oráculos del nuevo milenio y que consisten en fortalecer, a través de las mismas herramientas tecnológicas, dos conceptos aparentemente encontrados: el tribalismo y la diversidad.

Nuestra mirada ya no será más la del animal carroñero cuyo campo visual sólo puede enfocar un rectángulo de luz sobre su presa, ahora somos los cyborg, organismos cibernéticos, hibridos, mitad hombres, mitad mujeres, mitad maquinas.

Pero no los cyborg de la hiperguerra, sino los que podemos reconstruir, metamorfosear, nuestra nueva, sincrética y dual, realidad.

El universo de las vanguardias científicas (incluida de manera fundamental la ciencia ficción) tecnológicas y artísticas de este siglo y principios del otro resulta ser un BIG BANG que nos explota en plena cara y donde los procesos de la experimentación se renuevan - al final del diluvio - con estas nuevas escrituras y reflexiones, impulsadas por la búsqueda y producción de nueva información pero, y por supuesto, de nuevo conocimiento.

Mientras tanto y, subyaciendo el verdadero y gravísimo problema de este fin de siglo que es la revaloración etica por parte de los seres humanos respecto a las otras especies vivas del planeta, incluyendo a las formas nuevas de vida representadas por las computadoras (robots), aún recordamos al jugador Gary Kasparov derrotado y mordiendo el polvo por la computadora Deep Blue en una partida de ajedrez cuyos contendientes eran desiguales, pues la contraparte de Deep Blue debió ser una mujer. Esa habría marcado la diferencia en el resultado final.

 

Referencias:

"La era neobarroca", de Omar Calabrese con introducción de Umberto Eco.

"Crónicas Marcianas", de Ray Bradbury

Revista "Plasmas", de Daniel Rivera, artista multimedia. Revista de filosofía ética científica y ciberculturas.

Ensayos diversos sobre ciberculturas de César Espinosa.

Ensayos diversos sobre "De Las Mutaciones", de Araceli Zúñiga.

“Encuentro, Cultura y Civilización en el Siglo XXI”

Las ideas sociológicas de Isaac Asimov. Ciclo Las Fundaciones.

Centro Nacional de las Artes (CENART). Viernes 18 de septiembre de 1998.

 

(*)Divulgadora científica. Investigadora/guionista. Escritora y poeta experimental. TV-UNAM - Radio UNAM - Sociedad General de Escritores de México (SOGEM).



Si quiere comunicarse con Araceli Zúñiga Vázquez puede hacerlo al e-mail postart@prodigy.net.mx

Esperamos Su Opinión.
¿No está suscrito? Suscribase aquí. 

[Volver a la Portada] - [Visita la Comunidad Escáner Cultural]

Las opiniones vertidas en Escáner Cultural son responsabilidad de quien las emite, no representando necesariamente el pensar de la revista.