Santiago de Chile.
Revista Virtual. 

Año 6
Escáner Cultural. El mundo del Arte.
Número 58
Enero - Febrero 2004


FRIDA KAHLO Y LA VOLÁTIL PASIÓN POR LA VIDA

Texto: Carlos Yusti

Conocer la vida de algunos artistas cambia, de manera radical, la percepción que se posee de ellos y de su obra. Poetas, pintores y novelistas se convierten en personajes dignos de una gran novela. Las peripecias truculentas, o banales, de sus existencias se imponen, con un ruido a veces exagerado, sobre el silencioso logro de su trabajo artístico. Por extraño azar la vida de muchos artistas es un compendio de inexplicables fatalidades y angustias que cercenan la plenitud de luz requerida para desarrollar la obra de arte.

La vida Frida Kahlo, se forjó con la hojalata reluciente de la tragedia y la metáfora. Sin mencionar su firme disposición de convertirse en pintora a pesar de los prejuicios de su época y de sus traumáticos padecimientos físicos.

Por supuesto tampoco ha logrado escapar de ese malentendido que mitifica su vida y relega su obra a la voracidad del mercado y del conocimiento de la crítica especializada. A pesar de ello sus pinturas son el grito desgarrado de una mujer que tuvo signada por la pasión en todo sentido, que recurrió a la pintura para desterrar el fastidio de vivir a medias, que tuvo en el arte una manera de aferrarse a la vida más allá del vocabulario habitual de la adversidad.

UNA VIDA APUNTALADA EN LA TRAGEDIA

A los 6 años sufrió de Poliomielitis. Durante 9 meses estuvo convaleciente. A causa de la enfermedad la pierna derecha perdió su robustez normal. Los otros niños la convirtieron en blanco de sus burlas. Ella contestaba encolerizada con insultos y chingadas. No obstante ni el defecto de su pierna serenó su ímpetu y su temperamento inquieto. Jugaba fútbol, se encaramaba en los árboles, boxeaba y hasta practicaba lucha.

El paso de la niñez a la adolescencia transcurrió entre travesuras y embrollos en la Escuela Nacional Preparatoria. Con los "Cachuchas", un grupo de "cuates" especializados en baladronear, leer y realizar pequeños atentados veniales en el Instituto, Frida dio rienda suelta a su espíritu de rebeldía juvenil. Estallaban cohetones en los actos solemnes y en una ocasión recorrieron los pasillos de la preparatoria montados en un burro.

Convertida en toda una señorita sufrió un accidente. Un tranvía impactó contra un endeble autobús de madera en el que viajaba. Su columna se fracturó en tres lugares. También se hizo añicos la clavícula y la tercera y cuarta costilla. Su pierna derecha sufrió once fracturas. El hombro izquierdo quedó fuera de su sitio. El pasamanos de hierro del tranvía se incrustó a la altura del abdomen, por el lado izquierdo, y salió por su vagina.

LA PINTURA UN ESCAPE CONTRA EL DOLOR Y EL TEDIO

El accidente cambió por completo su existencia, la cual se convirtió en una contienda, en una lucha encarnizada contra el progresivo deterioro de su cuerpo. A lo largo de su vida fue sometida a 32 operaciones quirúrgicas. El dolor, aunque intenso y continuo, era nada comparable al aburrimiento. Su encuentro con la pintura fue, como ella misma lo explicó, a causa del tedio. Postrada en la cama con un corsé de yeso apenas podía moverse. Resolvió entonces apropiarse de unos tubos de pinturas, pertenecientes a su padre, y su madre le mandó construir un caballete especial. Así comenzó a pintar.

"Salma Hayek y Alfred Molina"

SU SEGUNDO ACCIDENTE: DIEGO RIVERA

Después de dos años del accidente estaba algo recuperada para volver a su vida casi normal. Sus relaciones con un antiguo novio de la adolescencia comenzaba a enfriarse. Un integrante de los "Cachuchas" presentó a Frida a un grupo de amigos reunidos alrededor del exiliado comunista Julio Antonio Mella, cuya amante era la fotógrafa Tina Modotti. Entre las dos se desarrolla una amistad firme y solidaria. A través de la Modotti la pintora se afilia al Partido Comunista. Allí conoció a Diego Rivera. Con 41 años era el más famoso pintor mexicano. Rivera era monumental y feo. Era un conversador nato. Hizo su peregrinaje por París y Madrid. A manera de ironía de cal viva Francisco Umbral ha escrito: "...Diego Rivera ha quedado como el Miguel Ángel de las capillas sixtinas del comunismo proletario y del indigenismo americano".

Frida le llevó unos cuadros a Rivera, mientras este trabajaba los murales en la Secretaría de educación. Rivera bajó del andamio y consintió de buena gana en darle un vistazo a los trabajos de Frida. Ella insistió que en su casa tenía algunos más y requería de su opinión para saber si valía la pena que siguiera pintando. A la semana siguiente Rivera llegó a la casa de Frida. Las visitas se hicieron más seguidas y un día el padre de Frida le dijo sonreído: "Veo que está interesado en mi hija. Ella es un demonio". Rivera aceptó el riesgo.

Los pintores se casaron el 23 de agosto de 1929. Era una pareja desigual en todo sentido. Ambos eran de temperamento fuerte. Sus discusiones, separaciones, escenas de celos y amoríos extramaritales (de ambos) eran frecuentes. A pesar de todo Frida adoraba( e idolatraba) a Rivera. A los placeres infernales de la convivencia conyugal se sumó el aborto. Frida había quedado embrazada, pero a los tres meses el feto adoptó una posición inadecuada y el embrazo no pudo concluir. No sin cierta ironía Frida comentó una vez: "Sufrí dos accidentes graves en mi vida. El primero ocurrió cuando me atropelló un tranvía...el otro accidente es Diego".

LA PINTURA COMO NARRACIÓN DE UNA REALIDAD SINGULAR

La pintura de Frida Kahlo, aunque tiene conexiones innegables con el surrealismo, con lo onírico y con una realidad tumultuosa y mágica no es fácil ahormar en clasificaciones de texto escolar de arte. A pesar de que militó en el Partido Comunista su pintura, salvo uno que otro cuadro y un retrato no terminado de Stalin, no tuvo puntos de encuentro con esa tendencia esperpéntica denominada "realismo socialista". La influencia del muralismo de Diego, tampoco causó muchos estragos a su estilo inquietante.

En sus pinturas no faltó el melodrama barato, la autocompasión sin tapujos y cierto tono ingenuo en el tratamiento de su drama personal. Es una pintura narrativa por excelencia. Frida va contando a cada pincelada su desgarrado mundo externo e interno. Su pasión por la vida, su entereza y su enorme fragilidad. Sus cuadros están hechos de retazos de sueño, de trozos de abismos y pesadillas con una fantasía palpitante. Su gran drama fue ella misma y su pintura narra su realidad o como ella misma lo expresó: "Yo pinto mi propia realidad".

FRIDA Y EL CINE

Los libros biográficos entorno a su vida la convierten en una protagonista ideal para el cine. La películas necesitan con urgencia héroes; hombres y mujeres amasados en el fragor de los contratiempos, personalidades contradictorias. El cine requiere de seres volátiles para desmenuzarlos en generalizaciones tan esplendorosas como convencionales, para degradarlo hasta el mito de opereta, de drama edulcorado con su pase de telenovela.

En el año 1984 Paul Leduc Rosenzweig filmó la película "Frida, naturaleza viva", protagonizada por Ofelia Medina como Frida y Juan José Gurrola en el papel de Diego. La figura de la pintora mexicana vuelve a ser noticia. La bella Salma Hayek es la nueva Frida Kahlo.

La cantante Madonna estuvo sonando para dicho papel al igual que Jennifer López. La Hayek queda perfecta en el papel y aunque la película se centra en la historia de amor entre Frida y Rivera dejar al margen aspecto de la vida tan apasionante de la artista es imposible. Dirigida por Julie Taymor, la directora del musical "A Lion King" en Broadway el film cuenta con un elenco que incluye también a Alfred Molina, Geoffrey Rush, Antonio Banderas, Edward Norton, Valeria Golino y Ashley Judd, con un libreto de Rodrigo García y Edward Norton.

UN FINAL DOLOROSO

Unos meses antes de morir hubo necesidad de amputarle la pierna. Sus últimos días fueron dramáticos. Cuando no estaba drogada a causa de los analgésicos, entraba en estado de histeria incontrolables. Era un volcán imprevisible. Insultaba a Diego. Rompía objetos e intentaba golpear a todo mundo. Los estados depresivos poseían un ritmo de continuos altibajos. Lo más nimio la hacia estallar en llanto o en rabietas incontrolables.

Sus cuadros son los latidos de su corazón, de su entraña supurando flores y lagrimas. Sus cuadros quedan como el testimonio del sueño y la vigilia entremezclados en una exaltación desborda. Su pintura es el ruido exasperado de su pasión de vivir y pintar pese a todo.






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