Por: Rúbila Araya
Femenina y no feminista, la obra de la escritora chilena se impregnó del mismo sentido fatal y desolado de sus experiencias amorosas
María Luisa Bombal, la poeta que escribía prosa, como a ella le gustaba definirse, fue protagonista de una de las existencias más turbulentas que el ambiente literario haya conocido. Poseedora de un temperamento apasionado y una visión trágica de la vida, hizo de su obra el reflejo de sus emociones y de ésta, el testimonio de su sentir.
Una cicatriz junto a la clavícula le recordó para siempre la vez que trató de suicidarse en la casa de Eulogio Sánchez Errázuriz, su amor imposible, a quien ella intentó matar a la salida del famoso Hotel Crillón.
Fueron tres los disparos que un 26 de enero de 1941 atentaron contra Sánchez, a través de los cuales María Luisa descargó toda la ira acumulada por una historia frustrada debido a un sentimiento que él nunca le profesó y que a ella, a ocho años de la última vez que se habían visto, aún seguía atormentando.
El apuesto joven que la recibió junto a su familia cuando volvió de París en 1931 no le hizo promesas. Tal vez ella tampoco pretendía quitarse la vida esa noche en que se disparó con el arma de él. Y es que los acontecimientos que tejieron el camino vital de María Luisa Bombal fueron así, un poco realidad y un poco ficción, cubiertos de bruma, tal como aquella que envolvía y difuminaba las casas en La Última Niebla.
En su vida hubo dos hombres más, Jorge Larco, según ella, un homosexual con quien se casó sin interés amoroso, sólo por compañía, para separarse al poco tiempo en un escandaloso juicio; y Fal de Saint Phalle, un banquero francés de familia noble con el cual contrajo matrimonio en 1944 y tuvo a su única hija, Brigitte.
Aun así , Eulogio siempre fue la gran pasión de María Luisa. Al igual que la creación literaria, actividad en la cual encausó todo ese mar de sentimientos coexistentes en ella y en la que dejó develar parte de sus deseos y frustraciones, de sus hastíos y arrebatos.
En una entrevista dada en 1979 comentó que "La Última Niebla está inspirada en haber tenido un amante que no tuve... Mi primera experiencia amorosa fue bastante espantosa, yo lo puse a él como marido, la novela tiene una base autobiográfica bastante trágica y desagradable... La experiencia sexual también; en esa época, las regulaciones eran para que las obedecieran los de la clase media... bastante trágica, pero uno no puede hablar de los secretos del corazón y del alma... Son los secretos que uno no puede estar poniendo en la mesa porque se hace algo público. La novela está basada en mi primer amor, que terminó a balazo limpio". (A Lucia Guerra y Martín Cerda, en "María Luisa Bombal, obras completas", Editorial Andrés Bello, 1996)
Íntima, natural, mágica, onírica. María Luisa Bombal está en todas sus protagonistas, mujeres que aman y no encuentran la felicidad, desoladas en su mundo. Ana María, Brígida, María Griselda son parte de ella, de su intimidad, de su tristeza. Ser escritora, lo definía en una sola palabra: sufrir.
Reía a carcajadas, pero se retraía y volvía a su timidez. La soledad la asoló toda su vida: cuando esperaba domingos enteros la visita de su madre, que por disfrutar de París, la dejaba, a ella y sus hermanas, olvidada en el internado; en los momentos en que escribía cartas esperanzadas a una hija a la que no veía nunca y que le contestaba escuetamente un par de líneas en una postal.durante ese día confuso en el disparó tres veces en contra de un hombre que apenas la recordaba.
Y el olvido era a lo que más le temía. Fue una injusticia que se le negara el Premio Nacional de Literatura en repetidas ocasiones y ella lo sabía. El alcohol y los fantasmas la acompañaron en sus últimos momentos, hasta que en la madrugada del seis de mayo de 1980, en una cama del hospital El Salvador, la muerte vino a buscarla.