Santiago de Chile.
Revista Virtual. 

Año 5
Escáner Cultural. El mundo del Arte.
Número 52
Julio de 2003

CENSURA CON HILO ROJO

Texto: Carlos Yusti

“ Con hilo rojo coses las
esquinas
Con hilo rojo
coses las desilusiones…”

Fragmento de un poema de Farruco Sesto

Todo el trapicheo de censura y comentarios en torno a la obra City Room de Pedro Morales ha servido para dejar al descubierto el comisario cultural que tenía muy bien guardado, en el closet de su alma el poeta, arquitecto y pintor Farruco Sesto.

La vida y la política son la ironía en marcha a cada paso. Tanto proclamarse libertario, tanta tinta gastada escribiendo poemas por la libertad para terminar como funcionario de quince y último; tanto cuadro pintado con los colores de la solidaridad, tanta paloma de la paz pintada para concluir en el castillo kafkiano del mierdeo cultural. O sea que los argumentos de Farruco para asumir su papel de censor se quedan en la farragosa retórica del funcionario apegado a las directrices del partido. Por eso no resulta para nada refrescante su visión al referirse al sentido contestatario y contra el poder de la obra de Morales en los siguientes términos: “Pero en este particular, no hay un manifiesto contra el poder. No hay un alegato que se sostenga. No hay, ni siquiera, valentía. Lo que hay es el aprovechamiento abusivo de la circunstancia cultural, con el único fin de continuar dando en ese ámbito una batalla política que en otros escenarios ya conoció la derrota. Es el mismo espíritu arrogante del golpe de abril, con su cruento sainete dictatorial de 47 horas; el mismo aire cínico del abatoje petrolero, la misma atmósfera fascista de aquellos grupos (…) Pura política enlatada disfrazada de arte,…”

Esta perspectiva pueril, maniquea tanto del arte y la política permite vislumbrar las potencialidades de este viceministro alcantarillero, pantanoso que hizo de la poesía un tópico militante, una pancarta sin lirismo o con el lirismo propio de las consignas políticas.

En lo personal creo que Pedro Morales está en su papel de artista aguafiestas. Farruco por supuesto también está en su rol de funcionario chapado, por más ropa casual que se ponga y cara de manchego inteligente que utilice.

El arte y la cultura durante muchos años ha sido el refugio de los vivalapepa más conspicuos, de los vivianes y zagaletones más mañosos, de los trampistas más constantes. Muchos artistas se han limitado a practicar el camaleonismo político más rastrero para seguir en el chupe presupuestario. Estas tramitaciones del verde al blanco o del naranja al rojillo les han permitido estar en la palestra de cultura oficial haciendo juego con el feo decorado y el mobiliario agrisado de las oficinas culturales del CONAC. Aquí la cultura no es un eje para motorizar cambios, sino un vulgar modus vivendi, una manera desfachatada de estafa continuada. Aquí los trabajadores de la cultura no quieren hacer la revolución, sólo aspiran sobrevivir como saltimbanquis del arte. El artista trata de sobrevivir a fuerza del bolíveo cultural, trata de pasar el mal trago a fuerza de subsidios, becas y subvenciones. Además Farruco de esto sabe un montón porque el pinta y echa sus versos al viento.

El peseteo del CONAC, para impulsar la cultura, la ha matado de manera sistemática, aparte de crear unos paquidermos institucionales (llámeseles fundaciones, asociaciones civiles, etc.) preocupadas en la cultura como sarao de misoginia política y acracia ligth. La cultura aquí, con revolución o sin ella, es sólo un culebrón de maricocracia cursi y bostezante.

Farruco siempre estuvo en la orilla del tinglado cultural oficial, estuvo como al asecho esperando su momento y en el ínterin sólo hizo política enlatada disfrazada de arte (en una oportunidad pintó a Andrés Velásquez, con un casco de obrero, en un lienzo monumental y tituló a semejante mamarracho pictórico con el título: “Un matancero verdadero”). Él como nadie sabe cuales son los derroteros del arte y los caminos tortuosos o retorcidos de la política.

En la obra de Morales lo que no parece cuadrarle a Farruco es que una señora le de un buen sartenazo a un chavista con boina y todo que perora como el mandatario presidencial. Luego del golpe la señora desayuna con tranquilidad. Pero seamos sinceros un discurso de Chávez comenzando el día le arruina a cualquiera el desayuno. También le molesta las moscas. Quizá por aquello de algo huele podrido en Venecia.

Desde mi grada personal la obra de Morales es deficiente en cuanto a el andamiaje técnico, pero como los derroteros del arte hoy son una incógnita esta obra interactiva hubiese pasado sin pena ni gloria sin la tarjeta amarilla gubernamental. Yo siendo Morales le daría a Farruco una placa de reconocimiento por la publicidad extra. Lo escrito por Paul Jonson es acorde: “Tengo la impresión de que nuestra época, supuestamente esclarecida, hay mucha mojigatería, ignorancia y censura, además de mucha cobardía”.

La otra lectura de toda esta villanía de vodevil inquisitorial es que la cultura sigue siendo una feria de vanidades y egos encontrados, de buhonería estéril donde los buscavidas y tracaleros de siempre (ahora usan boina bolivariana) sólo buscan birlarle unos dineros al estado. Los mediocres trataran de imponer sus poemas fastidiosos y su pintura heroica. El funcionario cultural vivirá su drama en silencio porque la burocracia como el marxismo es una gran tarea.

Si desea escribir a Carlos Yusti puede hacerlo a: carlosyusti@cantv.net

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