Por
Antonieta Villamil
De
Quevedo a García
Márquez a Paz,
prosema en cuatro
cuasi sonetos.
I
Amor, constante más allá de la muerte.
Mora en muerte amor-a-muerte.
Muerte, constante mas allá del amor.
Polvo a firme tumba apresurado amor.
Y más allá, Jacarandas entretejen
el viento en esta ciudad de muerte.
Jacarandas anidan el viento
en esta ciudad
de amor.
Bajo tus orquestales ramas un raído
árbol cosecha el hongo de mi hueso.
Adentro de ese hueso retumba el eco
de tu promesa. Ni el viento, ni el
aire que respiramos, a lo largo
del camino las Jacarandas lamentan.
II
Ni el viento, ni el agua que bebemos,
Jacarandas transforman el oscuro
camino en lágrimas moradas de verano.
Constante más allá de la muerte, amor.
Enamorado para anidar en muerte.
Constante mas allá del amor, muerte.
Tumba amoramuerte obsesionado amor.
Y más allá, teje este llanto por mí,
inquebrantable más que amor y muerte.
Jacaranda, refresca mis ojos, perfora mis
oídos. Inunda mis narices en tu bálsamo
púrpura. Deja que el violeta vino de tus
noches desborde desaguadas consonantes,
que se agrietan en mi lengua.
III
Deja que mis manos te alcancen,
oh tu aterciopelado roce venda
mi sueño, ay tu desértica caricia
apunta arriba sus raíces
y sin embargo, mi agua no sacia
tu sed y todavía, tu fuego
no fermenta tu tierra en mis manos.
Moras, constante más allá del amor.
Muerteamor
amor-en-muerte. Mueres,
constante
mas allá de la jornada. Ser
de
asfalto amor-a-muerte raudo amor.
Y más allá al ritmo de este viento
que restriega tus hojas voy rondando.
Al ritmo de tus hojas yo perezco.
IV
Jacaranda llora por mí
que yo nunca quise saber como.
Yo lamentaré por ti
en el desierto de mi ojo.
Jacarandas sacuden el viento
en esta ciudad de muerte.
Jacarandas mitigan el viento
en esta ciudad de amor.
A lo largo del camino las Jacarandas
lamentan: Habito amor-a-muerte
y láudano en vestigio de sarcófago.
Jacaranda entre ceniza, laja apresurada,
constante y más allá del bosque,
firme Jacaranda y más allá memoria.
Jacaranda, constante
más allá fue publicado en versión inicial en el libro "Traigo
como arena en los ojos un poema inmenso" de Antonieta
Villamil, por Trilce Editores de Bogotá en 1998. Esta versión del
poema acaba de recibir en Los Angeles el premio al mejor poema filosófico
"La Ciudad Al Borde" auspiciado por la ciudad de Venice
California.
Casa Virtual de Antonieta Villamil:
http://pages.prodigy.net/moradalsur